sábado, 23 de abril de 2016

Voces sepultadas en los archivos 2: el reloj del ingeniero


En el año de 1930 los tres niveles de gobierno comenzaron una febril actividad de construcción de caminos, que en nuestra región se reflejó en la apertura de comunicación con Guadalajara y el sur del Estado algunos años después. El camino directo a Villa Purificación tendría que esperar un poco más (la espera no ha concluido al día de hoy).
Gracias a esta actividad, en Autlán trabajaba una brigada de ingenieros y había constantes viajes a Sayula para transportar materiales de construcción necesarios para los trabajos que se hacían en Autlán. De un incidente entre uno de estos ingenieros y uno de los choferes encargados de los mencionados viajes quedó una escueta constancia en el expediente de la construcción de la carretera a Purificación que obra en el archivo municipal.
Se trata de un oficio, el número 6, que el ingeniero Gilberto Ramos, jefe de la brigada 14, le dirige al presidente municipal de Autlán, señor Alfredo Cuéllar Castillo, el 3 de diciembre de 1930. Ahí le cuenta que extravió su reloj antiguo de plata marca Longines, de tapa, y que se enteró de que estaba en poder del chofer apodado el Bruto y cuyo nombre no conoce. Este chofer le dijo al ingeniero que sí tenía el reloj pero que lo había dejado olvidado en una casa de asignación (eufemismo para prostíbulo) en Sayula y que en el siguiente viaje se lo devolvería.
El ingeniero no se quedó conforme con esta explicación del Bruto y, temiendo que pasados los días el reloj se perdiera definitivamente a manos de las mujeres que trabajaban en la tal casa, solicitaba en el oficio al presidente municipal dos cosas: primero, que le hiciera el favor de telegrafiar a su homónimo de Sayula para que recuperara su reloj de la casa de asignación y se lo remitiera al ingeniero por correo a Autlán. La segunda petición, para completar el favor, era que le exigiera al Bruto que le dijera en cuál casa había dejado olvidado su reloj, ya que a él no quiso decírselo.
No pude conocer el desenlace de este bochornoso caso porque en el expediente no hay más documentos al respecto. Pero, por una nota que hay escrita a mano al margen de este oficio, podemos inferir que el presidente Cuéllar sí realizó las gestiones que le pedía el ingeniero, puesto que consiguió el nombre del chofer y ubicó la casa de asignación y el motivo por el que el Bruto dejó el reloj en Sayula. La nota dice: "José Robles, alias el Bruto, lo dejó en la casa de La Fama por una cama".
Ojalá que el abusivo chofer haya recibido el castigo que merecía y que el ingeniero haya recuperado su reloj. Aunque tengo serias dudas al respecto.

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