miércoles, 6 de mayo de 2015

El árbol florido



Por Carmen Rubio

Al respiro del árbol
el viento exhala
el viento canta
el viento se levanta
esparciendo su aliento
por senderos y llanos
cercanos y lejanos.

Resplandece la luz
del aura matutina
despierta la alborada
las sombras de la tierra
despliegan su fragor.
Sonó una campanada
del templo parroquial.

En los brazos del árbol
trinan los mirlos
con sus gorjeos,
vuela la torcaza,
vuela la alondra,
vuela la golondrina
queda el polluelo
solo en el nido.

En el cielo
el celaje cautivador,
en la pradera
se encamina el labrador
por la vereda
surcada de flores
que con rayos de sol
se pintaron de arrebol.

El árbol florido
a la orilla del arroyuelo
extiende su raíz
se ensancha amoroso
como un abanico,
ha bebido agua
les dio de beber
a sus flores rosadas.

Las acaricia suavemente,
les canta dulcemente
las une en movimiento,
las flores juegan,
las flores danzan.

¡De pronto!
se mueve bruscamente
se estremece, se balancea,
se agita... tiembla...,
llegó el ruido,
llegó el estruendo,
llegó la máquina,
llegó la tala...,

"Cayó el árbol"
cae el nido,
muere el polluelo,
lloran las flores,
lloran los mirlos,
llora la torcaza,
llora la alondra,
llora la golondrina,
llora la estrella vespertina,
tras el crepúsculo
llora también el Sol.

Primavera de 2014.

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