Escena de El Gesticulador. |
Acto primero: Se desarrolla en un pequeño pueblo comunicado con la capital del Estado por un malísimo camino y con una población de menos de 15,000 habitantes. Solo hay escuelas de educación básica, para estudiar más los muchachos tienen que irse a Guadalajara (los que pueden). En el pueblo existe un teatro formal, el Teatro Orozco, sustituido tiempo después por el Teatro Mutualista. En el pueblo hay además grupos de teatro bien organizados, como el famoso La Legua, formado por las familias adineradas, el del Sindicato de Agricultores Pobres, los de los clubes deportivos Piratas y Titanes y el mejor de todos, el de la Sociedad Mutualista de Empleados, Obreros y Artesanos, dirigido por Flavio Fierro. Entran los dos actores (vestidos con trajes de la época y representando a Flavio Fierro y a José Rochín) y explican cómo este último grupo se ayudó para la construcción del Teatro Mutualista organizando representaciones teatrales, como El soldado de San Marcial, con la que recabaron fondos suficientes para también construir la verja de la antigua Alameda. Tal era la calidad de sus representaciones y el gusto por verlas que había en el pequeño pueblo. Este acto se desarrolla durante algunas décadas, que corresponden a la época de aislamiento y bonanza económica del pueblo.
Intermedio
Acto segundo: Han pasado ochenta años y el pueblo ha crecido hasta llegar a casi 50,000 habitantes. Las comunicaciones han crecido exponencialmente: además de una carretera de medio pelo a Guadalajara, también se puede llegar por vía aérea y existe una decente conexión a Internet, la red de redes. También es posible estudiar hasta un posgrado sin necesidad de salir nunca a vivir a otro lugar, gracias a la presencia de tres instituciones de educación superior. Los dos actores, ahora caracterizados a la manera del teatro clown, refieren la contrastante situación del teatro en la ahora ciudad: a pesar de contar con dos foros con los requerimientos mínimos para montar representaciones teatrales (hechos sin necesidad de recabar fondos mediante rifas u obras de teatro), no hay grupos organizados que las realicen, a excepción de dos compañías no profesionales pertenecientes a instituciones universitarias que, dicho sea de paso, pocas veces presentan algo. Tampoco hay, como lo hubo algún tiempo, un curso de teatro en la Escuela de Artes que opera el municipio. Lo peor, dicen en su ácido lenguaje los grotescos payasos, es que los habitantes de ese lugar ni siquiera exigen teatro y, cuando por ventura se presenta una obra por una compañía profesional, no es raro que lo haga ante una sala a medio llenar. Entre sonoras carcajadas, los actores se retiran gritando que sí, la situación del teatro en el pueblo es bastante mala.
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