Por Carlos Efrén Rangel
El recién
concluido serial taurino del Carnaval Autlán 2020, dejó sabores de miel y de
hiel. Se cumplirá el viejo adagio de que cada quien habla de la feria como en
ella le fue y según la mirada optimista o pesimista, se destacará una cosa
sobre la otra.
La empresa AMFE
del matador Fernando Ochoa fue mayoritariamente aplaudida cuando anunció los
carteles, pero luego apareció entre el público la inquietud por el incremento
de costos en la taquilla, sensación incómoda que se prolongó con la ausencia de
Enrique Ponce el martes de carnaval. Más cuando las razones esgrimidas
resultaron contradictorias, mientras que un parte médico diagnosticó un
esguince en el tobillo derecho, el diestro valenciano se disculpó mediante un
video en el que afirma haberse lesionado en la pierna izquierda.
En el paladar se
acumularon sensaciones de hiel en la inauguración del carnaval, pues los toros
de Villa Carmela no caminaron y sólo el novillero Tarik Othón, pudo tener una
actuación medianamente decorosa al lidiar a dos novillos de San Constantino. Castella
y Saldívar se toparon de frente con la mansedumbre y aunque dejaron destellos,
difícilmente se podría decir que se cumplieron las expectativas.
Un nuevo amanecer
trajo la esperanza dominguera de la mano de la estadística. Caparica lidió un
encierro pesado, particularmente en dos toros que pese a los kilos fueron
bravos. “Estudiante” pasó a la historia al pesar 654 kilos y ser el de más
romana en la historia autlense, pero se acalambró y el público reclamó su
sustitución, misma que no se dio, pues fue reglamentariamente lidiado y mejoró
sus condiciones de embestida.
Diego Silveti no
pudo refrendar el triunfo del año anterior y se fue con la espuerta vacía,
mientras que Sergio Flores le cortó una a su segundo. Fue otra historia la del caballista
Andy Cartagena, quien afrontó desconfiado, aunque con profesionalismo, la
continuación en Autlán de una campaña mexicana que le ha resultado
triunfalmente trágica, abriendo puertas grandes y saliendo a hombros, pero
también, perdiendo en lo que va de este ciclo de corridas en México a tres de
sus caballos estrella, entre ellos Picasso. La de Autlán fue la primera sin el
penco herido en La Petatera. Oreja y dos orejas fue la cosecha y se puso al
frente aritmético de los trofeos conseguidos.
La sensación del
domingo en la noche, es que el serial seguía sin romper.
La fiesta de los
toros es un espectáculo complejo, lo que interpela a unos les puede
resultar desagradable a otros, el caso es que, en las últimas dos corridas, los
optimistas tuvieron agua para comenzar a llenar su vaso.
El festejo del
lunes se anunció como de banderilleros. Los tres alternantes cumplieron al
cubrir el segundo tercio con espectacularidad. Los toros de San Miguel de
Mimihuapam pidieron el carnet a los profesionales del toreo, al estar bien
presentados y ser difíciles de lidiar, a decir de las voces calificadas, había
que hacerles las cosas muy despacio, lo que en ese negocio es lo más difícil. La
desazón apareció cuando al toro que parecía embestir mejor, se lastimó en un
burladero y tuvo que ser sustituido. El Zapata se quedó con las ganas.
Quien mejor se
acomodó a estas condiciones fue el joven Leo Valadez, quien sobre todo con su
primero, dio muestras de prematura madurez, pase a pase fraguó una faena que
terminó teniendo el brillo del sitio y el temple. Ejecutó impecable la suerte
de matar. Al final de la tarde, emparejó a Andy Cartagena en cuanto a trofeos
conseguidos. El Zapata cosechó oreja y ovación, mismo premio que Gerardo Rivera
quien sin embargo puede agregar, que fue premiado con el trofeo al mejor par de
banderillas de la tarde.
El martes, además
de la mencionada sustitución de Ponce a manos de Joselito Adame, se le sumaron
dos debuts en el coso de la calle Bárcena. Curiosamente los dos que pisaron
por vez primera Autlán, cayeron con el pie derecho. No abundan las referencias
de la ganadería de José Barba, pero el martes lidió el encierro que mejor
funcionó en este serial, salvo el cierra plaza que fue un toro manso y
peligroso, el resto caminó con calidad.
Arturo Macías
cargaba en el pecho un caudal de emociones contenidas desde septiembre que fue
corneado en Madrid. En Autlán se rompió el dique. En los primeros compases de
su faena, se le pudo ver destellos de toreo ortodoxo, lento y reunido, para
luego dar paso a su expresión auténtica: detalles de tremendismo y luces de
juegos pirotécnicos. Con todo, desorejó a sus dos astados y resultó
matemáticamente, el triunfador del carnaval.
Mención aparte
merece José Mauricio, el torero mexicano del momento, quien demostró el valor
sereno, la naturalidad y clase de su trasteo, quien además las corridas
toreadas en los últimos dos meses, le han dado un sitio que nunca antes había
tenido. Caló en el tendido esta tarde que se desmonteró para hacer el paseíllo
y que desandó el camino llevando tres orejas en la espuerta.
A Joselito Adame
nadie le reclamó. Las fallas con el acero en el primero desdibujaron un trasteo
que sobre todo por naturales, dieron cuenta que los días de dudas del año
anterior terminaron. Y al final, se topó con el lunar del encierro que no dio
oportunidad a gran cosa.
Tres tardes con
matadores en hombros, son argumento para que quien quiera ver el vaso lleno, lo
pueda afirmar con seguridad. La falta de claridad en la sustitución de Ponce, y
que ninguna corrida agotara las localidades y en todas saliera a relucir espacios
vacíos en los tendidos, puede ser el argumento para quienes gusten ver el vaso
sin agua.
Lo dicho, hiel y miel.
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