En el sitio preciso donde arranca
la subida sur hacia la capilla del Cerrito, la más directa pero también la más empinada,
arranca también la calle de Primo Verdad (o Lic. Verdad, como aclara el único
letrero que informa el nombre de la calle). Es una de las vías en las que se
agrupa la creciente población del cerrito, conformada en el sitio que se le
rebanó a esta estribación de la sierra de Cacoma para obtener materiales para
la construcción de la carretera federal 80.
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El arranque de la calle. En la cima del cerro puede verse el campanario de la capilla. |
La calle de Primo Verdad es breve
y sinuosa. La primera de sus curvas es altamente reveladora de la condición
física de quien la recorre: es un empinado pero breve envión que, si no está
uno acostumbrado a estas asperezas, no puede evitar coronarlo “resollando
gordo”. La recompensa a este esfuerzo llega pronto, al descubrir las
interesantes vistas del centro y el sur de Autlán, no tan buenas como las que
se tienen unos metros más arriba en el cerro pero para nada desdeñables.
Mientras uno sube en esta curva llama también la atención el paredón de piedra
que quedó cuando se hizo la operación de rebanar el cerro que comenté arriba.
En las inmediaciones de este paredón está practicada una pequeña hoquedad que
contiene una imagen de bulto de la virgen de Guadalupe, innegable patrona de
este lugar.
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Una vista del paredón. |
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Viendo hacia el cerro Colorado. |
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La virgen de Guadalupe. |
Conforme uno avanza por esta
calle es imposible dejar de notar las soluciones de ingeniería que los dueños
de las fincas que la conforman encontraron para construirlas en estas
condiciones cerriles: soportadas por paredes de piedra, las que tenemos hacia
la derecha, para arriba del cerro, cuentan con escaleras más o menos altas para
llegar a la puerta de entrada, mientras que las de la izquierda, hacia abajo,
tienen su entrada prácticamente en la azotea.
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Una tarde en Primo Verdad. |
Aunque a pocos metros de la
primera curva hay otra que continúa subiendo a la capilla, a partir de esta vuelta
la calle ya no se llama Primo Verdad. La vía que conserva este nombre a partir
de la curva es un breve callejón, que sigue hacia el poniente y que está
completamente cerrado a los lados por las altas paredes de las casas. A unos cincuenta
metros de la segunda curva termina también el callejón, que se transforma en
una vereda que bordea la falta del cerro y sigue por la orilla de los campos de
agave hacia el rumbo de la colonia La Grana.
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El último tramo de la calle de Primo Verdad, convertida en callejón... |
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... y convertida en vereda. |
La calle de Primo Verdad es casi
completamente habitacional, a excepción de un negocio de chácharas que se
encuentra justo a su arranque, en la esquina con López Rayón, y un taller que
está adosado al paredón, en la primera curva. Debido a la calidad del suelo,
compuesto de piedra casi pelada, no hay mucha vegetación: solo pude ver un par
de guajes y un guamúchil, eso sí, de buen tamaño. Sin embargo, contra la pared
que sostiene una de las casas que están en la “acera” de arriba los vecinos
encontraron la forma de crear un pequeño pero bonito jardín, con nopales, pasto
y hasta un arbolito de pistache.
Francisco Primo de Verdad y Ramos fue un abogado
novohispano, nacido en una hacienda de la jurisdicción de Aguascalientes el 9
de junio de 1760. Fue síndico procurador del Ayuntamiento de la ciudad de México
cuando ocurrió la invasión napoleónica a España en 1808 y, desde ese cargo,
propuso al virrey José de Iturrigaray que se formara un gobierno provisional en
Nueva España, cuya soberanía residiera en el pueblo a falta del rey Fernando
VII, preso por los franceses. Esto provocó la reacción de los peninsulares que
habitaban en la capital, quienes depusieron al virrey y encarcelaron a Primo de
Verdad en la cárcel del Arzobispado, donde murió el 4 de octubre de 1808.
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El otro extremo de la calle. |
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