La exposición comenzó con una
definición de novela histórica, subgénero literario nacido a partir del
romanticismo y la exaltación del nacionalismo y que consiste en una ficción
construida en un entorno y con datos y personajes históricos, una de cuyas
características es que “regresa la humanidad a los personajes”. En la novela se
busca “maniquear” la historia y visibilizar la humanidad de los personajes, según
la ponente, quien afirmó que este tipo de escritura busca lograr una narración
que trascienda los hechos históricos y recree el contexto social en el que se
desarrolla.
Sobre el difuso límite que para
algunos lectores existe entre una novela histórica y una obra académica de Historia,
Paulina Santiago dijo que es necesario escribir para construir y no para
destruir y tener responsabilidad social para no “maniquear” la historia. A la
novela histórica hay que abordarla con una visión crítica, analizando los
sesgos y la intención que puede tener el autor y las fuentes de que se valió
para construir su relato. Este subgénero habría tenido una influencia
importante en la memoria popular, mediante la divulgación de las distintas
épocas históricas y la crítica a los acontecimientos.
En la segunda parte de la
conferencia, la ponente comentó tres novelas históricas mexicanas:
Malinche, de Laura
Esquivel, de la que mencionó que algunos términos que hoy son despectivos, como
indio, son bien utilizados en la novela porque eran de uso común y legal en los
años de la Conquista y posteriores. También comentó las cualidades de sus
protagonistas, Malinche y Hernán Cortés, personajes muy inteligentes, capaces
de leer el contexto social y político y aprovecharlo. El sesgo que ella
encuentra en esta novela es haber omitido la conquista espiritual.
Noticias del Imperio, de Fernando
del Paso, al que calificó como un monólogo de Carlota, una mujer sumamente
inteligente que sabía que el fomento de las artes y las letras ayudaría al
desarrollo del país. Su autor habría reconstruido al personaje de Carlota acudiendo
a fuentes oficiales y utilizó la locura mental de la emperatriz como una
herramienta para decir cosas que una mujer de esa época no podía expresar. El sesgo
que Paulina encuentra en esta novela es que le hace falta la memoria colectiva,
es decir, que no recupera la versión del pueblo mexicano. Sin embargo, hace una
crítica a la historia tradicional, proponiendo una visión compleja y fragmentada.
Cartucho, de Nellie Campobello,
una serie de relatos de la Revolución desde una visión infantil, retrato de la
violencia en esa época en el norte de México, reconstruidos a partir de la
memoria de la autora, quien vivió esos años durante su infancia, aunque escritos
sin un narrador identificado. El sesgo de este libro sería el maniqueísmo, al
ofrecer una versión de buenos y malos.

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