domingo, 14 de julio de 2024

Segunda jornada del III Festival de Poesía Antonio Alatorre

Poetas de la grana: de izq. a der. David Herros, Irma Herros, José Feliciano, Raúl Lizaola y Efrén Rangel.

 Igual que la primera jornada, el segundo día de actividades del Festival de Poesía Antonio Alatorre, en su tercera edición, se llevó a cabo en el zaguán de la Presidencia Municipal, un espacio que era muy socorrido para la celebración de actividades culturales antes de que existiera en Autlán la oferta de recintos que existe ahora. Ahí se premió a los ganadores de algún concurso de pintura infantil con la presencia de Atanasio Monroy, hubo conciertos de Pancho Madrigal o el dúo Embajadores de Cuba y otras actividades. Gracias a estas jornadas recordamos que es un lugar cómodo y con buenas condiciones para esto, con el único inconveniente de los ruidos de la calle, del que también hay que reconocer que son una constante en toda la ciudad.

El caso es que aquí nos reunimos, la tarde del sábado 13 de julio, para asistir a una serie de presentaciones de libros de poesía que sirvieron de preámbulo para un homenaje póstumo al autlense Salvador Cortés Sandoval, escritor de valía que está injustamente olvidado.

A las 17:10 horas inició la presentación del libro Jirones del deseo, del poeta capitalino Rubén Fischer y que está en vías de ser impreso por la UNAM. La presentación se desarrolló en una especie de entrevista entre el autor y el comunicador autlense Adrián Jiménez Amaya, quien abrió leyendo el prólogo del libro y el poema Un adiós, acerca de la pérdida de la madre. A lo largo de la plática se abordaron temas como la diversidad de temas que se abordan en la poesía, lo que se aleja del prejuicio de que solo se puede escribir poesía sobre relaciones amorosas (el autor lo llama “amor edulcorado”); la experiencia de Rubén Fischer en la publicación de poesía, que comenzó ya tarde en su vida al no confiar en que su obra fuera de calidad, y la necesidad de alejarse de las etiquetas, tanto en la literatura como en la vida cotidiana. Sobre esto, afirmó que todos somos personas, con problemas, alegrías, gustos y buenos y malos momentos, sin importar nuestra orientación sexual o cualquier otro elemento “diferenciador”, por lo que no debería ser esto un motivo para segregarnos.

Rubén Fischer contó que, desde las primeras presentaciones de su poemario Pequeños delirios, grandes ausencias, que publicó por sus propios medios ya cerca de los 50 años de su edad, fue clasificado como poeta LGBT, por ser el primero que escribió sobre las personas que murieron de VIH, poniendo nombre y apellido. Sin embargo, afirmó que él no buscó esa clasificación ni la utiliza porque “la literatura no debería tener etiquetas porque es universal”. Fischer comparó las historias de sus dos poemarios a partir del proceso de su publicación: mientras el primero fue financiado por él mismo al no tener suerte en las convocatorias para publicar, el segundo será publicado por la UNAM, a invitación de la dirección del CCH Vallejo en el que trabaja. Dijo, sin embargo, que no es difícil participar en convocatorias de este tipo, lo trabajoso es hacerse notar, tener un nombre conocido que permita competir exitosamente.

El poeta también habló de su paso por el CONAFE, donde trabajó en la publicación de libros infantiles que se escribían a partir de la tradición oral de diversas regiones de México. Uno de estos libros, La Rumorosa y los aparecidos, tuvo su intervención en la puesta en texto de los relatos que fueron recogidos en Baja California y ha sido uno de los más exitosos de los que publicó esta institución. Afirmó también que tiene poemas que han sido censurados por tratar temas delicados, como el abuso sexual infantil y la homofobia, con los que piensa publicar un poemario de estos “poemas malditos”. La presentación terminó con la lectura del poema Explorador, en voz de Rubén Fischer.

Enseguida, vendría la presentación del poemario Violetas y claveles, resultado del Concurso de Poesía Pride convocado por el Festival de Poesía Antonio Alatorre. Fue presentado por Rubén Fischer y el escritor autlense José Feliciano. El primero leyó un texto preparado para la ocasión, en el que afirmó que entre los ganadores hay escritores que cuentan ya con un lugar en las letras mexicanas, la mayoría de ellos muy jóvenes y que escriben desde diversas perspectivas. Comentó brevemente algunos de los poemas incluidos en el libro y mencionó a poetas como el zapotlense Bladimir Ramírez, la tepatitlense Beth Guzmán y la queretana María José Vázquez, para concluir agradeciendo a Autlán por la creación de espacios para la poesía.

José Feliciano, en su oportunidad, explicó que participó en la convocatoria sin importar sus preferencias sexuales, porque en ella no se excluía a nadie. Leyó, para cerrar, su poema Triste despertar, que se incluye en la antología.

Al filo de las 19:15 horas inició la presentación de la segunda edición del libro Poetas de la grana, con una sesión de lectura de poesía de la que formaron parte David Herros Bribiesca, Irma Herros Sánchez, José Feliciano Medina Ruiz, Raúl Lizaola Corona y Efrén Rangel Uribe. La sesión se organizó en tres rondas, en cada una de las cuales los poetas participantes leyeron uno de sus textos y, algunos de ellos, entraron al escabroso terreno de la definición de la poesía. A lo largo de la sesión escuchamos versos sobre amor romántico y su contraparte, la ruptura, pero también uno dedicado a la actual guerra en Ucrania y el conflicto internacional que implica, sobre el manejo de emociones y hasta sobre los dramas domésticos que se pueden desencadenar a partir de la afición al futbol.

El momento culminante de la jornada y del festival todo fue el homenaje a don Salvador Cortés Sandoval, que comenzó a las 20:27 horas. Fue un homenaje sencillo pero emotivo, que comenzó con la lectura, por parte de Andrea Reynoso, de una semblanza biográfica de don Salvador escrita por ella misma, a partir de fuentes documentales y orales. Luego, la profesora Griselda Álvarez Navarro, quien fuera amiga de don Salvador, se dijo emocionada por que se recuerde a este personaje y mostró algunos mecanuscritos de poemas que él escribió y le regaló y que puso a disposición para ser publicador. Contó, por último, algunas anécdotas sobre la sencillez y el desprendimiento de don Salvador, para pedir enseguida a David Herros que leyera el poema El maestro, que le fue dedicado por el homenajeado.

Dicho esto, Andrea Reynoso le entregó a la señora Magdalena Cortés, hija de don Salvador, un reconocimiento póstumo para su padre, con las firmas del presidente municipal, la regidora de Cultura y la misma Andrea. Doña Magdalena leyó en el acto un mensaje de agradecimiento de parte de su familia, en el que también hizo un recuerdo del carácter generoso de su padre, de su talento y de haber sido un padre ejemplar.

Entre los asistentes, la familia repartió unos claveles que llevaban prendida una tarjeta conmemorativa del homenaje, a manera de recuerdo. Estuvieron disponibles también los libros que se presentaron, a excepción de Jirones del deseo, más la semblanza biográfica de Salvador Cortés. En las dos jornadas estuvo presente la librería itinerante Fantasma, ofreciendo a la venta libros usados y nuevos y, con esto, complementando el ambiente literario del festival, que no solo se produjo en las presentaciones ante el público sino también en las relaciones que se establecen entre personas interesadas en los libros en general y de las que pueden surgir amistades, colaboraciones o, por lo menos, una buena plática.

La regidora Claudia Alejandra Galván García clausuró los trabajos del festival a las 20:55 horas. Desde CulturAutlán felicitamos a los organizadores del festival y deseamos que vengan muchas ediciones más. Enhorabuena.

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