Publicado originalmente en Letra Fría.
El miércoles de ceniza de 1831 cayó el 16 de febrero. Entonces, las corridas que el Ayuntamiento de Autlán permitió organizar a aquel señor de apellido Mardueño debieron terminar a más tardar el día 15. Ese permiso es la base para la versión oficial (aunque inexacta) que dice que el primer Carnaval de Autlán fue precisamente el de 1831. Pero, además de las fiestas, ¿qué otras cosas pasaban en Autlán en esos días?
La situación no era la mejor: el registro de defunciones que se llevaba en la parroquia del Divino Salvador, que hacía las veces de nuestro actual Registro Civil, da cuenta de una elevada mortandad entre el 1 de enero y el 15 de febrero (martes de Carnaval) de ese año: hay registrados 34 fallecimientos solamente en Autlán en ese lapso de tiempo, un 30% más que el mismo periodo del año anterior. El aumento lo explica un brote de viruelas que terminó con la vida de 14 habitantes de Autlán, cinco de ellos niños. Por cierto, el número de infantes muertos por cualquier causa subió también considerablemente: de 3 entre el 1 de enero y el 15 de febrero de 1830 a 13 en el mismo periodo de 1831. Este aumento en el número de personas fallecidas pudiera parecer mínimo en nuestros días, pero se convierte en un número respetable cuando recordamos que la población de Autlán en 1831 no llegaba a 3 mil habitantes.
Lo de las viruelas fue un verdadero problema para los autlenses: el mismo Ayuntamiento, en su sesión del 20 de enero de 1831, casi tres semanas antes del martes de Carnaval, acordó suplicar al cura de Autlán “hacer cuanto esté de su parte a efecto de que cuanto antes realice la construcción del Cementerio en razón de hallarse esta villa atacada de la epidemia de viruelas…”. El Ayuntamiento se refiere al actual panteón de los Dolores, ya que antes los entierros se hacían en el atrio de la parroquia, justo en el centro del pueblo.
Pero en las afueras de Autlán la cosa no estaba mucho mejor: don Rubén Villaseñor nos dice en Los primeros años de Autlán independiente que en la sesión del Ayuntamiento del 4 de febrero de 1831, a punto de que comenzaran las corridas de toros del señor Mardueño, el alcalde primero don José Antonio Villaseñor expuso que en todo el Estado era notoria la abundancia de ladrones. Ante esto, el Ayuntamiento acordó que cada habitante de Autlán tendrá la obligación de acudir, previo llamado mediante toque de campana o tiro de cañón, a las Casas Consistoriales a recibir órdenes para la defensa del pueblo, en caso de asalto.
De manera que el clima social no parece que fuera muy propicio para fundar una nueva festividad, como el Carnaval. Ese es uno de los motivos que me hacen pensar que las corridas de toros que el Ayuntamiento le dio permiso de organizar al señor Mardueño fueron solamente la continuación de una tradición con muchos años de historia.
Fuentes:
* Autlán de la Grana. Población y mestizaje. Lilia Oliver Sánchez.
* Libro de partidas de entierros en el Camposanto de Autlán. Archivo parroquial del Divino Salvador.
* Los primeros años de Autlán independiente. Rubén Villaseñor Bordes.
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