domingo, 22 de diciembre de 2013

Recuento (I)


Como ya está encima el final de este año, a mí como a muchos otros cursis se nos antoja recordar lo que pasó a lo largo de los últimos doce meses en lo relativo a algunos asuntos. Siguiendo el tema general de esta columna, hoy comenzaremos un recuento de la actividad cultural en Autlán.
Estos fueron los episodios más negativos para la cultura de nuestro pueblo:
·    * El Museo de los Toreros Ilustres: Una inversión aparentemente fuerte por parte de la empresa taurina Casa Toreros, la remodelación de una oficina administrativa que presentaba años de abandono, un nombre muy feo y una pomposa inauguración con muchas piezas en exhibición y, por supuesto, muchos “personajes” presentes fue lo único que podemos recordar de este museo, ejemplo de cómo no debe hacerse una instalación cultural (o de cualquier otra índole): sin planeación, sin recursos, sin personal, sin un objetivo claro y, lo peor, sin la intención de continuarla más allá de la inauguración. Unos poquísimos días abierto al público y ya. Una vergüenza.
·    * El centro de Autlán plagado de comerciantes ambulantes en Carnaval: Como ya es una costumbre con ganas de convertirse en tradición, este año los portales, las calles y los jardines del centro de Autlán, que en diciembre se adornan con motivo de las fiestas navideñas, lucieron en Carnaval tapizados de lonas multicolores y aromas de todos tipos, la mayoría desagradables, gracias a la ridícula cantidad de comerciantes ambulantes que se instalan ahí, con el permiso del Ayuntamiento y para menoscabo de la imagen de lo que podría ser, si se cuidara, un atractivo turístico más, de los pocos con que cuenta Autlán.
*   Y, lo peor de todo lo que comentaremos hoy: la desaparición, después de más de dos siglos de historia y de dejar una huella importante en la cultura popular de Autlán, de los arquitos que formaban parte del acueducto que desde el siglo XVIII traía agua desde Ayutita. Estos arquitos, que le dieron su nombre a uno de los barrios más tradicionales del pueblo, desaparecieron al ser urbanizado el terreno particular en el que se encontraban. Muchos no sabíamos que esos arcos aún existían y ninguna autoridad hizo antes el trabajo de protegerlos.

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