Como ya está
encima el final de este año, a mí como a muchos otros cursis se nos antoja
recordar lo que pasó a lo largo de los últimos doce meses en lo relativo a
algunos asuntos. Siguiendo el tema general de esta columna, hoy comenzaremos un
recuento de la actividad cultural en Autlán.
Estos fueron los
episodios más negativos para la cultura de nuestro pueblo:
· *
El Museo de los Toreros
Ilustres: Una inversión aparentemente fuerte por parte de la empresa taurina
Casa Toreros, la remodelación de una oficina administrativa que presentaba años
de abandono, un nombre muy feo y una pomposa inauguración con muchas piezas en
exhibición y, por supuesto, muchos “personajes” presentes fue lo único que
podemos recordar de este museo, ejemplo de cómo no debe hacerse una instalación
cultural (o de cualquier otra índole): sin planeación, sin recursos, sin
personal, sin un objetivo claro y, lo peor, sin la intención de continuarla más
allá de la inauguración. Unos poquísimos días abierto al público y ya. Una vergüenza.
· * El centro de Autlán plagado de
comerciantes ambulantes en Carnaval: Como ya es una costumbre con ganas de
convertirse en tradición, este año los portales, las calles y los jardines del
centro de Autlán, que en diciembre se adornan con motivo de las fiestas
navideñas, lucieron en Carnaval tapizados de lonas multicolores y aromas de
todos tipos, la mayoría desagradables, gracias a la ridícula cantidad de
comerciantes ambulantes que se instalan ahí, con el permiso del Ayuntamiento y
para menoscabo de la imagen de lo que podría ser, si se cuidara, un atractivo
turístico más, de los pocos con que cuenta Autlán.
* Y, lo peor de todo lo que comentaremos hoy: la
desaparición, después de más de dos siglos de historia y de dejar una huella
importante en la cultura popular de Autlán, de los arquitos que formaban parte
del acueducto que desde el siglo XVIII traía agua desde Ayutita. Estos
arquitos, que le dieron su nombre a uno de los barrios más tradicionales del
pueblo, desaparecieron al ser urbanizado el terreno particular en el que se
encontraban. Muchos no sabíamos que esos arcos aún existían y ninguna autoridad
hizo antes el trabajo de protegerlos.
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