El pasado domingo 6 de febrero tuve
la oportunidad de presenciar el trabajo de una jornada del equipo de rescate de
fauna silvestre que encabeza el biólogo Luis Eugenio Rivera Cervantes,
académico del Centro Universitario de la Costa Sur. A invitación expresa del
maestro Luis Eugenio, acudimos al estacionamiento del CUCSur poco antes de las
17:00 horas, para encontrarnos ahí con parte del equipo de rescate, que participaría
en un par de tareas a llevarse a cabo en las siguientes horas: la liberación de
cuatro animales ya rehabilitados y el rescate de uno más, herido de bala. Los
integrantes del equipo fueron, además del maestro Luis Eugenio, el veterinario
Isaac Castellón, especializado en aves silvestres, la doctora Edith García Real
y los jóvenes voluntarios César y Naomi.
De aquí partimos en la camioneta
asignada por el centro universitario a este equipo, adaptada para el transporte
de personas y de carga, y en un vehículo particular, rumbo al parque acuático
Parador de Capaya, donde ya nos esperaba el señor Álvaro Garnés. En la
camioneta iban los cuatro contenedores especiales en los que viajaban los animales
que serían liberados: un gavilán gris (Buteo plagiatus), que había sido
apedreado, un gavilancillo (Falco sparverius) rescatado en El Limón por
envenenamiento, una serpiente ojo de gato (Leptodeira annulata) y una
falsa nauyaca (Trimorphodon tau). La liberación de estos ejemplares tuvo
lugar en el extremo poniente del Parador, en un espacio abierto que se
encuentra entre un estanque artificial y la falda de un cerrillo que no es otra
cosa que el saliente de una de las estribaciones norteñas de la Sierra de la
Vainilla.
Antes de la liberación escuchamos
un mensaje del maestro Rivera, en el que explicó la necesidad de liberar lo más
rápido posible a esta clase de animales, para evitar que pierdan el instinto de
caza y el tono muscular, lo que ocasionaría que no pudieran valerse en
libertad. Dijo también que las liberaciones son los momentos agradables,
satisfactorios, que hacen que valgan la pena los sacrificios que hacen los
integrantes del trabajo del grupo de rescate. Este equipo tiene ya alrededor de
14 años rescatando animales silvestres heridos, rehabilitándolos cuando es
posible, para enseguida liberarlos o mantenerlos en cautiverio cuando ya no es
posible que recuperen sus facultades por completo.
Las palabras del maestro Luis Eugenio alcanzaron también a los medios de comunicación, de los que dijo que su trabajo es de mucha importancia para hacer entender a la sociedad la necesidad de respetar la integridad de cada animal, porque todos tienen un papel qué cumplir en el ecosistema, pero también para echar abajo los mitos sobre algunos animales.
La liberación de animales
silvestres no consiste solamente en abrir los contenedores y dejarlos salir. En
el caso de las aves liberadas el domingo, los contenedores se colocaron en el
suelo, orientados hacia el cerrillo, que cuenta con un arbolado sano y
abundante, para que al abrirlos el gavilán y el gavilancillo volaran hacia los
árboles y se percharan en ellos. De haber sido orientados, por ejemplo, hacia el
estanque o hacia la cercana carretera, hubieran podido estar en riesgo de
sufrir un accidente. Los contenedores se abrieron y las aves emprendieron un
vuelo seguro hacia las ramas bajas de los árboles más cercanos, culminando con
éxito su proceso de rehabilitación.
El vuelo del gavilancillo. |
Las serpientes, que estaban en
proceso de muda de piel, fueron sacadas de sus contenedores por el maestro Luis
Eugenio (se trata de serpientes no venenosas) y colocadas delicadamente entre
la maleza para que tomaran su camino, luego de dejar que algunos de los
presentes las tocaran para comprobar su nula agresividad. Las dos serpientes se
perdieron entre el breñal, como lo indica su instinto. Esta fue la primera
tarea de la jornada.
Liberando a la falsa nauyaca. |
La segunda tarea fue el rescate
de un gavilán coliblanco (Geranoaetus albicaudatus) herido de bala. Para
recogerlo y prestarle los primeros auxilios hubo que pasar a la localidad de El
Chacalito, vía Mezquitán y La Noria. El gavilán, especie que según el maestro
Rivera nunca les había tocado rescatar, se encontraba en un gallinero, dentro
de un compartimento separado, de donde fue tomado por el maestro Luis Eugenio
con las manos enfundadas en guantes de gamuza. Mientras él lo sostenía,
inmovilizado de las patas y las alas, el veterinario le aplicó un vendaje en el
ala derecha, que presentaba fractura expuesta, y le aplicó antibióticos. El ave
fue trasladada enseguida al domicilio del maestro Luis Eugenio para valorarla y
decidir entre tres opciones: curarla para liberarla, amputarle el ala para
salvarle la vida y mantenerla en cautiverio o aplicarle la eutanasia. La decisión
dependería, en todo caso, de la gravedad de la lesión.
El gavilán coliblanco. |
Esta fue, narrada sin gracia
alguna, una jornada normal de este equipo de rescate de fauna silvestre, que se
ha echado a cuestas una tarea de titanes: atender los llamados de los habitantes
de la región para recoger y rehabilitar a animales heridos para tratar de
reintegrarlos a su hábitat. Esto sin contar con unos recursos financieros o
materiales para hacerlo (a excepción de la camioneta y algo de equipo de manejo,
proporcionados por la Universidad de Guadalajara), asignados por alguna institución
pública; el equipo tiene además que gestionar con especialistas aquellos
servicios que hagan falta en cada caso, que pueden ser de transporte, de veterinarios
especialistas, rayos X o análisis químicos, y aún dando asilo en su propia casa
a aquellos que se están rehabilitando o que definitivamente no pueden volver a
la vida silvestre. Esto, mientras la gente sigue agrediendo a los animales por
puro gusto o por miedos irracionales, basados en mitos populares.
Un trabajo digno de titanes pero también digno de la tortura de Sísifo.
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