domingo, 25 de octubre de 2015

En el 5° aniversario luctuoso de don Antonio Alatorre

Foto del Fondo de Cultura Económica.
Publicado originalmente en Letra Fría.

El pasado miércoles 21 de octubre fue el quinto aniversario luctuoso de don Antonio Alatorre, uno de los intelectuales mexicanos más respetados del siglo XX, filólogo y experto en la obra de Sor Juana.
Conociendo la aversión de don Antonio a los homenajes y actos similares, esta columna no lleva ese sentido. Tiene solamente la intención de recordar a los autlenses el valor y la trascendencia de la obra de este personaje.
Don Antonio nació en Autlán en 1922 y vivió aquí su infancia y primera juventud, donde hizo la primaria en la Escuela Superior para Niños, con la maestra María Mares. Aunque se fue de aquí muy joven, ante las circunstancias económicas de su familia y su deseo de dedicarse a algo relacionado con los libros, su máxima pasión desde niño, siempre llevó a Autlán y su entorno muy presente, a juzgar por muchos de sus escritos y entrevistas que concedió a lo largo de su carrera. Una prueba vigente de esto es su única novela, La migraña, publicada de manera póstuma en 2012, donde el protagonista, Guillermo, recuerda constantemente su pasado en Autlán.
Sobre su obra podemos llenar volúmenes enteros: contemporáneo y amigo de Juan Rulfo y Juan José Arreola, fundó con este último en Guadalajara la revista literaria Pan, que se convertiría en un referente de las letras mexicanas. Dirigió también la revista de filología de El Colegio de México, institución en la que realizó la mayor y más fructífera parte de su carrera. Recibió el Premio Jalisco en el ámbito de las letras en 1994 y el Premio Nacional en 1998. Publicó libros fundamentales en el estudio del idioma castellano y la literatura en este idioma, como Los 1,001 años de la lengua española, El sueño erótico en la poesía española de los siglos de oro y Sor Juana a través de los siglos.
En la lectura de estas obras podemos entrever una característica de su personalidad que confirman quienes convivieron con él: un desparpajo y una “sarcástica majadería” (Martha Lilia Tenorio dixit) que, unidos a un estricto rigor académico y una amplia generosidad para compartir su conocimiento hicieron de él uno de los profesores e intelectuales más respetados de las más importantes instituciones del país.
Los autlenses no podemos darnos el lujo de ignorar el ejemplo y la obra de don Antonio Alatorre.

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