lunes, 20 de octubre de 2014

Cuidarse de los buenos



Publicado originalmente en Letra Fría.
“Nada fomenta el bandidaje como un poder central ineficaz empantanado en una guerra por la supervivencia. Las diferencias entre soldado, bandolero, patriota y vengador simplemente desaparecieron.”
El bandidaje en el siglo XIX: Una forma de subsistir. Paul Vanderwood.
En su multicentenaria historia Autlán ha tenido diferentes épocas convulsas, en las que su población civil ha tenido que aguantar actos violentos tanto de sus autoridades como de quienes en su momento eran los “malos”, alzados contra el régimen por una u otra razón.
En los últimos 200 años nuestro pueblo ha sufrido por lo menos cuatro de estos periodos, durante la guerra de Independencia, la de Reforma, la Revolución y, en menor grado, durante la Cristiada. Nuestros cronistas, que los hemos tenido muy buenos, nos han dejado testimonios de cómo, por ejemplo, Pedro Zamora imponía fuertes préstamos forzosos a los ricos de Autlán, que tenían que otorgar, y de buen modo, a costa de sus vidas, aunque después eran hostilizados por los “buenos” (el ejército regular) por ayudar a los rebeldes.
Sobre el bandido y guerrillero republicano Antonio Rojas hay crónicas que cuentan cómo, durante la Intervención Francesa, llegó a arrasar en nuestra región poblaciones enteras si no querían (o no podían) ofrecer alojamiento y alimentación a sus hombres. Él era el “bueno”, los malos eran los franceses comandados por el capitán Berthelin, que hacían exactamente lo mismo…
Y hay muchas otras crónicas sobre prácticas como la leva, el asesinato cometido con el valor que da la posesión de un arma y la seguridad de que el delito va a quedar impune, la violación y rapto de mujeres o la “simple” humillación, todo esto cometido contra la población civil por los integrantes de cualquiera de los bandos que estuvieran en pugna.
Pero, bueno, esa era la vida aquí en Autlán hace mucho, cuando las instituciones eran tan débiles que su autoridad se confundía con la de los grupos rebeldes, que tenían una capacidad de fuego similar o superior. Los nuestros ya son otros tiempos. ¿O no?

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