La mañana de hoy, bajo la sombra de los dos grandes ficus que están al centro de la Plaza Cívica un grupo de personas de Autlán y El Grullo organizaron una gratiferia, un novedoso sistema mediante el cual se ponen voluntariamente a disposición de cualquier persona objetos que uno ya no quiere o necesita. Es la primera vez que en Autlán se ve un evento de este tipo, que tiene su origen en Sudamérica, donde hay lugares en que ya es una costumbre.
Desde las 10:00 hrs. comenzaron a llegar los primeros ofertantes (no encuentro otra palabra para nombrarlos), las personas que decidieron acudir a regalar bienes a quienes quisieran llevárselos. Ellos se fueron instalando alrededor de las jardineras de la plaza, colocando sus cosas sobre unas cortinas que los organizadores llevaron especialmente para este fin. Poco a poco comenzó a llenarse este espacio con cosas de todo tipo: libros, discos compactos, ropa, objetos decorativos, revistas, sombreros, calzado, ropa de cama, cosméticos, aparatos electrónicos, juguetes... todo disponible para quien quisiera llevárselo.
Además de quienes ofrecían cosas, también comenzaron a llegar personas que, movidas por la curiosidad y por la publicidad que se le hizo al evento, tímidamente se acercaban a ver las cosas que se exhibían. No acostumbrados como estamos a no dar algo a cambio por un objeto o servicio, costó algunos minutos que la gente se diera cuenta cabalmente del objetivo de la gratiferia: la mayoría primero pedían permiso para levantar y ver mejor algo que les había llamado la atención y, si les gustaba, era común que preguntaran cuánto costaba o qué había que dar a cambio por él.
Y es que la gratiferia no es un tianguis ni un trueque. Se trata de que cualquiera puede llevar cosas propias en buen estado pero que ya no le sean útiles para que cualquier otra persona, a quien sí le sirvan, se las lleve y las use. Cualquiera puede acudir también a ver lo que se está ofreciendo y llevarse lo que necesite. Sin pagar o dar otra cosa a cambio. Es una forma de hacer circular bienes sin hacer comercio ni padecer los defectos del sistema capitalista de vida. Parece algo simple (lo es), lo difícil es entenderlo desde nuestra forma de pensar.
Para mejorar aún más el ambiente festivo y de amistad también hubo música, nada menos que con el grupo La Guishi Funk y la cantante Lavinia Negrete, de El Grullo. No tengo los datos del número de ofertantes o de objetos que cambiaron de dueño en esta gratiferia, pero tampoco importa tanto, dado el sentido de libertad y gratuidad del mismo.
Es posible que los mismos organizadores hagan otra gratiferia en Autlán el próximo año.
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