sábado, 1 de febrero de 2020

Inicio del Día Municipal de la Chirimía 2020


En la madrugada de este sábado 1 de febrero, afuera de la Presidencia Municipal y mediante el corte de un listón blanco arrancaron las actividades del Día Municipal de la Chirimía 2020, el tercero que se celebra desde su instauración por acuerdo de Ayuntamiento de 19 de septiembre de 2017. A las 6:00 horas ya se encontraban frente a la puerta principal de la sede del poder político municipal los integrantes de las chirimías López Peña y Tigres de Las Montañas, algunos regidores encabezados por el presidente municipal Miguel Íñiguez, miembros del patronato organizador del Carnaval 2020, funcionarios municipales, prensa y público en general. Con una relación tan larga podría pensarse que era una concurrencia numerosa, pero en realidad no pasaba de 30 personas.
A las 6:05 horas el maestro de ceremonias, que lo había, inicio la ceremonia de inauguración, para ceder el micrófono al presidente municipal, que lo usó para dar un breve mensaje de bienvenida y recordar cuando el sonido de esta música tradicional lo arrullaba en su infancia. Cinco minutos después el listón se cortaba en más de diez trozos, igual número de personas que tuvieron oportunidad de darle un tijeretazo, momento que fue celebrado por las chirimías con el toque de una diana.


En este momento arrancaron las albas que durante dos semanas a esta misma hora anunciarán la inminencia del Carnaval, por los diferentes barrios, colonias, fraccionamientos, agencias y delegaciones del municipio. La chirimía López Peña caminó tocando rumbo al Mercado Juárez y los Tigres de Las Montañas hicieron lo propio rumbo a su barrio, al norte del centro de Autlán. Allá fuimos a seguirlos, por las calles de Antonio Borbón y Encarnación Rosas, donde pudimos darnos cuenta del entusiasmo y alegría que produce el sonido chirriante y monótono de la chirimía en el aún adormilado pueblo de Autlán.

Afuera del gimnasio.

Los dos músicos hacían constantes paradas, donde tocaban alguna pieza, ya fuera en una esquina o afuera de una casa o negocio donde los ocupantes salían a saludarlos u ofrecerles algo: desde una sonrisa y un saludo hasta algo más consistente, como una bebida para resistir el frío. Los choferes de minibús y taxistas no escatimaban un grito de ¡Ya huele a petate!, los policías y los parroquianos del gimnasio, un poco más discretos, solo volteaban a verlos. Las propietarias de un puesto de chicharrones y carnitas hasta bailaron los sones jaliscienses con que les alegraron la mañana los señores Aréchiga.

Algo para beber.

Pero eso sí, nadie se muestra indiferente a la fiesta representada por la chirimía.

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