viernes, 5 de abril de 2024

Fue recibido en el Seminario el VII obispo de Autlán, Eduardo Muñoz Ochoa

El obispo Eduardo Muñoz, dirigiéndose a los asistentes.

 La mañana del jueves 4 de abril llegó a tomar posesión de su cargo monseñor Eduardo Muñoz Ochoa, designado obispo de Autlán el 7 de febrero de 2024 por el papa Francisco luego de la renuncia por edad de Rafael Sandoval Sandoval. Es el séptimo obispo de esta diócesis desde su creación en el año 1961. En el Seminario Diocesano se celebró una ceremonia solemne para recibir al nuevo obispo, a la que asistieron unas 1,500 personas procedentes de todos los rumbos de la diócesis, entre fieles, autoridades civiles y eclesiásticas y representantes de la prensa.

La ceremonia, llena de elementos simbólicos, se realizó en la explanada central del Seminario, teniendo como espacio principal un escenario montado afuera de la capilla, frente al cual se dispusieron toldos y sillas para la comodidad de los asistentes. El escenario estuvo presidido por tres de las imágenes religiosas más importantes de la diócesis: el Señor del Mezquite de Unión de Tula, la virgen de la Natividad de Atengo y san José, el patrón de esta iglesia local. Fue adornado con sencillez y elegancia, destacando la presencia de algunos elementos de las zonas costera y serrana de la diócesis, colocados en las esquinas posteriores del toldo bajo el cual se armó el escenario: al lado derecho, visto desde la posición del público, los organizadores colgaron cocos, una mano de plátanos y una hoja de palmera, del lado contrario pudimos ver una rama de pino. Esto, claro, por no hablar de los ornamentos religiosos y el mobiliario para la instalación de quienes ocuparon el escenario: el nuncio apostólico en México, arzobispo Joseph Spiteri; el cardenal de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega; el obispo saliente, Rafael Sandoval Sandoval y el electo, Eduardo Muñoz Ochoa, y otros obispos, en número de 30. Ellos ingresaron al lugar en procesión, procedentes de la sacristía, donde el nuevo obispo había realizado una profesión de fe ante el cardenal Robles.

Una vez instalados en sus sitios comenzó la celebración de la ceremonia, a las 11:15 horas, con un saludo de bienvenida a cargo del obispo Rafael Sandoval, quien agradeció por los ocho años que estuvo al frente de la diócesis, a los que calificó como un periodo denso de actividades intensas. Recordó que flores y espinas van siempre juntas y afirmó que aquí encontró ambas, aunque aseguró que “la queja del éxodo se transformará en gracias”. Agradeció por las llamadas en la Catedral, el mariachi y la alegría de las fiestas patronales y el cariño de la gente y, dirigiéndose al nuevo obispo, dijo que “llega a una diócesis bella en su geografía y en su gente” y que “aprenderá a discernir las voces sencillas de otras que le llegarán”.

Enseguida, el sacerdote Ricardo Montoya leyó la bula con la que el papa Francisco designó obispo a Eduardo Muñoz, hecho lo cual este último tomó el documento y lo mostró, simbólicamente, a todos los presentes. Otro momento simbólico fue el saludo por el presbiterio de la diócesis, religiosas, seminaristas y una familia de la localidad, quienes subieron en ese orden al escenario para mostrar sus respetos al nuevo obispo.

La homilía fue pronunciada por el nuncio Spiteri, quien pidió rezar por el nuevo obispo y seguir el ejemplo de los apóstoles: no imponer sus ideas a los demás, sino compartir su experiencia con Jesús resucitado; evitar enseñar solo ideas abstractas y mejor compartir la experiencia personal de fe. Afirmó que no se puede evangelizar sin identificarse y asimilar esa experiencia y llamó al obispo a ser un buen samaritano, a ser cercano a sus sacerdotes y capaz de resolver conflictos.

Luego de este mensaje vendría otro momento simbólico, con el ofrecimiento de dones por cada uno de los siete decanatos en que se divide la diócesis, cuyos representantes llevaron frente al obispo una canasta con productos de cada uno de ellos. Vimos pasar frente al obispo tamarindos, cocos, plátanos, pan, bolsitas con frituras de plátano, entre otros.

Luego vendría el primer mensaje pastoral del obispo Muñoz Ochoa, que comenzó con una cita de san Agustín: “Con ustedes soy cristiano, para ustedes soy obispo”. Mencionó que la misión de construir el reino de Dios es de todos los cristianos y no solo del obispo, expresó su deseo de que todos los integrantes de la comunidad aporten desde su ámbito de influencia a esta construcción; desde la educación y el respeto en casa, dijo, se asume la identidad del sacerdocio bautismal. Pidió, por último, no perder de vista “ser fieles colaboradores”.

Todos estos momentos de la ceremonia se realizaron en el marco de una celebración eucarística, con duración aproximada de dos horas y que contó con música de órgano y con un coro del que formaron parte, entre otros, la soprano Norma Angélica Cortés, el maestro Armando Pedraza e integrantes del Coro Municipal de El Grullo. Al término de ella el presidente municipal interino de Autlán, Dagoberto Trujillo Hernández, entregó las llaves de la ciudad, otro momento simbólico, al nuevo obispo.

Luego de esto los participantes en la ceremonia bajaron del escenario y, en el mismo orden en que llegaron, pasaron a la sacristía, dando por terminada la bienvenida a monseñor Eduardo Muñoz Ochoa a su nuevo encargo.

Pero vendría otro momento, una breve rueda de prensa que el obispo de Autlán ofreció en una sala adjunta al ingreso principal del Seminario. En ella habló de sus retos personales, que tienen que ver con conocer la historia de la diócesis, acercarse al presbiterio y a organizaciones civiles; afirmó que recibe una diócesis estructurada, con más de 60 años de vida y que trabajará con especial atención en la promoción vocacional y la formación de los presbíteros. También explicó sus primeros trabajos, que realizará en los próximos días, y las características de su escudo episcopal, que representa su propia experiencia sacerdotal, en la que ha tenido momentos luminosos y oscuros, por lo que eligió como base para su diseño el pasaje del encuentro de los apóstoles con su maestro en Emaús. Como idea base para su trabajo como obispo expresó “no mutilar la fe y que esta se convierta en buenas obras”.

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