domingo, 13 de julio de 2025

Bitácora de viaje 12: a San Gabriel, en busca de indicios rulfianos

Los ojos de Juan Rulfo, en Hamburguesería y Arte El Tamarindo. 

Como última actividad del taller de lectura de la novela Pedro Páramo que se realizó entre mayo y junio pasados en Autlán, este sábado 12 de julio un grupo de catorce personas viajamos al municipio de San Gabriel, para conocer algunos de los lugares que fueron significativos en la vida de Juan Rulfo y los ambientes y sitios que se describen en su obra. Partiendo desde el estacionamiento de la plaza Galerías, el viaje comenzó a las 8:10 horas.

Luego de una parada para desayunar de las famosas carnitas a la leña que se preparan en Apulco, hacia las 10:20 horas llegamos a la población de Telcampana, donde fuimos recibidos por el señor José Asunción Rodríguez Estrada, quien tiene el título de cronista rural del municipio de San Gabriel. Él nos guio por algunos de los lugares de San Gabriel que tienen relación con Juan Rulfo y su obra, en cada uno de los cuales nos dio una explicación sobre la historia del municipio, de la familia del escritor gabrielense y sobre las conexiones de cada lugar con la obra rulfiana. En todos estos sitios estuvimos acompañados por el director de Cultura de San Gabriel, Raúl Lugo Galindo.

El cronista rural (extrema izquierda) y el grupo de visitantes de Autlán, con las ruinas de la hacienda de Telcampana al fondo.


El primer punto que visitamos fueron las ruinas de lo que fue la hacienda de Telcampana, que fuera propiedad del señor Jacinto Cortina Rivera, de Sayula. El cronista rural nos contó parte de la historia de esta hacienda, cuyo casco fue construido a finales del siglo XVIII y que colapsó en 1934, a partir del reparto agrario; los visitantes pudimos recorrer libremente las ruinas para tomar fotografías y sorprendernos con la belleza que aún guardan. En la actualidad, previo permiso de la persona encargada, las ruinas se pueden visitar y el gobierno municipal las ha utilizado para realizar actividades artísticas de diversos tipos, como el reciente concierto de la Banda Sinfónica de Colima y la representación de la obra de teatro Las mujeres de Pedro Páramo, por la compañía Teatro Danza Huitzil, ambos en mayo pasado. En este sitio es donde fue recibido el cadáver de don Cheno, el padre de Juan Rulfo, traído por un grupo de personas que se alumbraban con antorchas, en una cantidad tal que hacía parecer, en palabras del hermano de Juan, que el llano estaba en llamas. De ahí vendría el título de uno de los libros de Juan Rulfo.

Detalle del monumento del mirador Vine a Comala.


De Telcampana pasamos al mirador Vine a Comala, ubicado en el camino hacia Sayula, a unos 15 minutos de San Gabriel. Aquí pudimos contemplar el llano casi completo, con los volcanes a la izquierda, el cerro del Petacal al centro y, al fondo, el Cerro Grande. Un llano que ya no luce como “una llanura rajada de grietas y de arroyos secos” sino, como pudimos observar, parece más como un mosaico de lagunas de plástico conformadas por las instalaciones de las empresas agrícolas tecnificadas que ahora lo pueblan, enmarcadas en la verdura de los cerros circundantes, que proclaman las bondades del temporal de lluvias. El cronista nos explicó en este sitio cuáles eran los caminos para salir de San Gabriel en tiempos de Juan Rulfo, hacia Ciudad Guzmán, a Colima o a Sayula. El camino de Sayula, que pasaba un poco más al poniente de la carretera actual, sería el sitio en el que ocurrió el encuentro entre Juan Preciado y Abundio Martínez en Pedro Páramo, representada en el conjunto escultórico que preside este mirador. La Comala a la que se refieren estos personajes sería San Gabriel, según una interpretación de la descripción del paisaje que hacen estos personajes en la novela.

Monumento de la Alcantarilla.


De aquí pasamos al pueblo de San Gabriel, a donde entramos por la calle de Francisco I. Madero para visitar el barrio de La Alcantarilla. En el cruce de esta calle con la de Primer Centenario se encuentra un monumento que recuerda al cuento Macario, de Juan Rulfo, donde el protagonista inicia su relato sentado junto a la alcantarilla, donde espera a que salgan las ranas. El cronista nos explicó que con el nombre de alcantarilla se conoce a las pilas que se encontraban en lugares estratégicos del pueblo para el almacenamiento y distribución de agua, al no existir tomas domiciliarias como en la actualidad. Esta esquina fue objeto de una remodelación para conservar la última de estas alcantarillas y construir el monumento, en un sitio que correspondería al que conoció el autor de El Llano en llamas y habría retratado en su cuento.

Rostros de Rulfo bajo el tamarindo.


Al terminar esta etapa del recorrido, caminamos hasta la esquina de Primer Centenario con la calle de 5 de Junio, que corre paralela al río Salsipuedes. En esta calle pasamos a conocer, fuera de programa, las instalaciones de la tenería Chávez, el último taller de curtiduría que se conserva en San Gabriel. En la siguiente cuadra, esquina con la calle de Cristóbal Colón, llegamos al domicilio de la señora Marisol Ramírez Vizcaíno, bisnieta de don Carlos Vizcaíno, el hacendado de Apulco y abuelo de Juan Rulfo. La señora Marisol nos recibió amablemente en su casa y nos mostró algunos rincones de ella, así como retratos de familia y parte de la obra de su esposo Pablo, jardinero y artista plástico. Pero también nos contó historias familiares de los Vizcaíno, que adquirieron esta casa para que los integrantes de la generación de la madre de Juan Rulfo pudieran vivir en el pueblo y asistir a la escuela, servicio con el que no se contaba en Apulco. Del corredor de la casa pasamos al patio, donde la familia tiene instalado un restaurante de hamburguesas en el que se pueden ver algunas obras de don Pablo sobre Juan Rulfo: algunas máscaras con su rostro, un dibujo mural de sus ojos, logrado con trozos de carbón y un espacio en el que han dejado su firma y mensajes personas como Juan Carlos Rulfo, el fotógrafo Sergio Tapiro y el investigador Axel Flores. Bajo la sombra del tamarindo que rige el patio, leímos en voz alta un fragmento del cuento Es que somos muy pobres, en recuerdo del desbordamiento del río Salsipuedes en junio de 2019, que causó daños a este patio y a todo el barrio.

La casa de la infancia de Rulfo.


Don Jorge Sedano bajo los peculiares arcos de su casa.


La siguiente etapa fue la casa en la que Juan Rulfo vivió su infancia, ubicada en Hidalgo número 8, en el centro de San Gabriel. Esta casa solo la vimos por fuera, al estar cerrada permanentemente por no habitar en ella sus propietarios, radicados en los Estados Unidos. La que sí pudimos visitar es su vecina número 10, de la familia Sedano, donde nos recibió el señor Jorge Sedano, propietario de ella y ex presidente municipal de San Gabriel en el periodo 1998-2000. Él nos habló de la historia de su padre, Lucio Sedano, quien fuera administrador de la hacienda de Telcampana y que, además, se dedicaba a elaborar contratos y otros documentos legales; estos oficios y su mismo nombre hacen creer que en él se habría inspirado Rulfo para crear el personaje de Fulgor Sedano (Fulgor vendría de las primeras letras del nombre de don Luciano, entendidas como Luz). Esta interpretación ocasionó que aquí leyéramos un fragmento de Pedro Páramo, en el que Toribio Aldrete comienza su fatal conversación con Fulgor Sedano, el administrador de Comala. Don Jorge nos habló también de la historia de su casa, construida por su abuelo hace más de 150 años y que tiene características arquitectónicas únicas, como los arcos de los corredores.

En el portal Ocampo.


El portal Ocampo, frontero a la parroquia de San Gabriel, fue el siguiente punto del recorrido, donde el cronista nos habló de la historia de la economía en su municipio, que conoció una época de esplendor antes del reparto agrario, cuando fue el centro comercial de la región; en esta época la plaza frente a este portal cumplía las funciones de un mercado, a donde acudían personas de la región a comprar y vender. El portal Ocampo era parte de esta dinámica, que Rulfo habría retratado en Pedro Páramo, en el pasaje en el que menciona a los indios de Apango que venían a vender sus productos al portal.

El antiguo Colegio Josefino.


Al terminar la visita al portal tuvimos un par de horas para comer, para lo cual todos los visitantes pasamos al restaurante Casa Grande, frente al kiosco de San Gabriel. Al terminar este necesario descanso, el cronista nos mostró la finca que albergó, en tiempos de la infancia de Rulfo, al Colegio Josefino, donde el futuro escritor estudió los primeros años de la educación básica. El edificio es ahora propiedad de la Iglesia, que hasta hace unos años lo utilizaba como preseminario, aunque actualmente no parece tener un uso regular: los pasillos lucen sucios y los prados descuidados, la mayoría de los salones están vacíos y no se perciben indicios de alguna actividad constante. El lugar es significativo, sin embargo, por haber visto una parte de la infancia de Juan Rulfo y, claro, por su indudable valor arquitectónico.

En este punto, la mayor parte de los visitantes de Autlán se despidieron para regresar a su municipio, con cansancio en las piernas pero también con un mejor conocimiento del contexto vital de Juan Rulfo y de cómo se pudieron haber construido algunos personajes y pasajes de su obra.

No hay comentarios: