Durante esta reunión, Juan Pablo Rulfo habló de Pedro Páramo, de algunos rasgos de la personalidad y la vida cotidiana de Juan Rulfo y de los lugares que recomienda visitar en San Gabriel, Jalisco, por su importancia en la vida de su padre, a partir de preguntas que los talleristas le plantearon o por su propia iniciativa. Sobre la novela, Juan Pablo Rulfo dijo que es una obra cargada de simbolismos, que son especialmente evidentes en los nombres de los lugares y de los personajes, cada uno con un significado y una sonoridad que expresan la personalidad y las características de quien lo lleva: Comala, que viene de comal, nos hace percibir el calor del pueblo donde se desarrolla la novela; Pedro Páramo nos habla de vacío y dureza, Dolores Preciado refiere al sufrimiento… sobre Juan Preciado, Juan Pablo mencionó que es una afirmación del nombre de su padre. Estos significados y conexiones de los nombres son elementos que invitan a la búsqueda y a la reflexión.
Para Juan Pablo Rulfo, Pedro Páramo es una obra que, aunque no está compuesta por factores precisamente históricos, sí hace una crítica al desarrollo histórico del mundo y del país. Comala es un limbo, un lugar cuya historia se repite eternamente, bajo un cacique que ejerce un poder absoluto. Como texto, la novela presenta muchos retos, no solo para el lector sino también para el traductor; del lector exige que sea multisensible y que haga su propia versión de la historia, convirtiéndose en un actor más de la novela. En el fondo, Pedro Páramo refleja una paradoja o absurdo que lleva a la violencia, al no poderse reunir su protagonista con Susana San Juan. A Juan Pablo le parece que Pedro Páramo está escrita como una especie de guion cinematográfico.
Juan Pablo Rulfo describió a su
padre como una persona sensible, capaz de percibir y procesar el lugar y el
ambiente en el que vivió su infancia, cuya violencia sin sentido queda denunciada
en su novela, en la que hay dolor y amor a la tierra. En este sentido,
compartió que Juan Rulfo decía que no se puede escribir sobre lo que no se ha
vivido. La sencillez de la personalidad del autor de Pedro Páramo lo
alejó, en palabras de Juan Pablo, de los intereses económicos y de clan, además
de que prefería dedicarse a tareas creativas que a la autopromoción. En su vida
privada, el escritor fue discreto, callado, aficionado a la lectura y a
escuchar música, de casi cualquier género. Le gustaba platicar con sus
allegados, aunque nunca recibía visitas en su casa. Tomaba café, Coca Cola y no
tenía un gusto particular por algún platillo, lo que Juan Pablo Rulfo atribuye
a la frugalidad de la comida que se ofrecía en el instituto Luis Silva, donde
concluyó sus estudios básicos. En este poco interés por los lujos en la comida
podría encontrarse, además, un reflejo de su temprana orfandad.
Sobre San Gabriel, el también
artista plástico recomendó especialmente visitar el antiguo Colegio Josefino y
el puente sobre el río Salsipuedes, lugares en los que pervive la esencia de
Juan Rulfo y su época. En el primero de estos lugares, el futuro escritor
inició su educación básica y convivió con otros niños de San Gabriel,
comenzando a formar su personalidad; en el puente, cercano a la casa paterna,
su hermana María, de carácter melancólico, solía pasar las tardes viendo pasar
el agua del río. En Apulco, dijo, hay que pararse y mirar al cielo y sentir el
ambiente del lugar. Juan Pablo también comentó sobre la idea de reconstruir simbólicamente
la biblioteca del padre Ireneo Monroy, que resguardó en la vecina casa de los
Rulfo y en la que el niño Juan comenzó a leer. Esto y la conversión de la casa,
que existe aún pero en abandono, en un centro cultural, son hasta ahora solo
una idea, que podría ser un buen aporte para el desarrollo cultural de San
Gabriel y la región.
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