Alejandro Paniagua y Andrea Reynoso. |
Fue a las 12:35 horas y con la
asistencia de unas 10 personas, en un salón que lucía adornado con gusto
taurino, con fotos de Pepe Pelayo Leal y pinturas de Luis Javier Rubio (su
monumental vista del valle de Autlán era la que servía de fondo a las
ponencias), que inició la primera ponencia: Sor Juana Inés de la Cruz a
través de los siglos, a cargo del escritor capitalino Alejandro Paniagua. El
también autor de Tres cruces hizo una semblanza de la Décima Musa, a la
que definió como un genio, con un coeficiente intelectual muy alto, y como una
de los diez mejores escritores de la historia en todo el mundo.
En su semblanza, Paniagua resaltó
aspectos como la universalidad de intereses de sor Juana, su inteligencia y su
cultura, que la llevaron a producir una obra cercana al amor mundano, a la
astronomía y a otros asuntos terrenales, alejada de los temas religiosos. Esto la
llevó a sostener un conflicto constante y, por momentos, álgido con la Iglesia:
sus controversias con el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, y
con el arzobispo metropolitano Francisco de Aguiar y Seijas, que se
manifestaron en agudos intercambios epistolares. El ponente también leyó algunos
de los poemas de sor Juana, dejando en el aire la polémica de si ella habría
tenido una relación lésbica con la virreina María Luisa Manrique.
Alejandro Paniagua, Andrea Reynoso y Jorge Souza. |
La segunda ponencia del día fue El
don del viento. Obra de Elías Nandino, a cargo del poeta Jorge Souza y de
Alejandro Paniagua. Souza fue alumno del poeta coculense, a quien conoció hacia
1972 cuando éste regresó a Guadalajara y conformó un taller literario con
jóvenes escritores. Recordó su carácter y su aspecto físico: limpio, pulcro, irónico
pero sencillo, accesible y dado a crear espacios de jovialidad y amistad.
Gracias al taller de Nandino,
según lo que nos recordó Jorge Souza, algunos de sus integrantes hicieron sus
primeras publicaciones y entablaron relación con personajes de la cultura
nacional como José Emilio Pacheco y Juan José Arreola. De entre estos jóvenes escritores,
algunos salieron “comisionados” a poblaciones del interior del Estado a hacer
lecturas o impartir talleres literarios. (En febrero de 1973, por ejemplo, vino
Carlos Prospero a hablar sobre Ramón López Velarde a la prepa de Autlán).
El maestro Souza consideró que Elías
Nandino está subvalorado, siendo uno de los mejores sonetistas de la historia
reciente y un gran decimista; tiene muchos poemas que puede disfrutar cualquier
lector, con temas como la sexualidad y la duda en la existencia de Dios. “Es
una lástima que no lo estemos resucitando”, concluyó.
En su oportunidad, Alejandro
Paniagua dijo que Nandino es un icono de la diversidad y el degenere sexual. Comentó
algunos textos de Nandino que describen su posicionamiento en este tema, como
el prefacio a uno de sus poemarios tardíos, en el que afirma que no le importa cómo
lo juzguen y que ha vivido como le apeteció, y sus textos autobiográficos que
describen a detalle aspectos de su homosexualidad. Pero también se habló en
esta plática de otros temas, como el conflicto entre Nandino y algunos de los
integrantes del movimiento de los Contemporáneos, especialmente con Salvador Novo.
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