miércoles, 3 de junio de 2009

El temblor del 32

El portal Morelos después del terremoto. Foto tomada del libro "Autlán Siglo XX", de Arturo Valencia.


Con el nombre de "temblor del 32"se recuerda todavía por la gente mayor en Autlán a la serie de terremotos iniciada el 3 de junio de 1932 y que tuvo consecuencias importantes para la conciencia colectiva del pueblo, sobre todo por la pérdida de una de las torres del templo de La Purísima (que se repuso apenas hace pocos años) y el apodo de "Autlán de los puntales" a causa del alto número de construcciones que se tuvieron que apuntalar por quedar muy débiles en su estructura.
Acerca de este acontecimiento, el maestro Ernesto Medina nos dejó una interesante crónica, de la que aquí les comparto un fragmento:

En la madrugada obscura del viernes 3 de junio se inició el primer movimiento a las 4:36 horas, oscilatorio, de suroeste a noreste, intenso desde el principio. Al cabo de tres o cuatro minutos, repito, de tres a cuatro minutos se transformó en trepidatorio y por el barrio de El Coajinque se empezó a oír el ruido característico e inconfundible de construcciones que caen, haciéndose más nutrido y oyéndose por todos lados a medida que pasaban los minutos. Repito, minutos y se sentía, se apreciaba al respirar y en los ojos, la densidad del polvo que flotaba en el ambiente.
Luego registró movimientos alternos, oscilatorios y trepidatorios, con ruidos subterráneos según mucha gente lo dijo y así durante siete miuntos que fue su duración, siete minutos de pesadilla, de espanto, de llantos de niños y de mujeres, de carreras en la obscuridad reinante y con imploraciones de clemencia al Creador.
El amanecer de aquel día fue dramático para todos. Al despertar empezó a deprimirse el espíritu con la sola vista de aproximadamente 300 casas caídas totalmente, la mayoría por el barrio de El Coajinque. Ver la búsqueda afanosa de las personas desaparecidas, más de cuarenta, encontrándose finalmente entre los escombros, dos muertas y otra persona con graves heridas que horas después también le causaron la muerte y el resto, personas heridas en alto o mediano grado, o levemente. Y encontrar sus muebles y enseres parcial o totalmente destrozados.
Además otros centenares de casas y los portales Morelos y Juárez caídos parcialmente y un número igualmente muy importante de casas y edificios con cuarteaduras de diversos grados, entre éstos el templo de La Purísima, el Hotel Valencia, el Palacio Municipal, el mercado, el rastro, la Sociedad Mutualista de Empleados, Obreros y Artesanos y el templo de Los Arquitos.
El ayuntamiento, presidido entonces por el señor Gildardo Michel Corona y los vecinos se organizan rápidamente. Se notifica la catástrofe telegráficamente y se pide su ayuda al gobernador del estado, licenciado Sebastián Allende, quien el mismo día contesta favorablemente. Se informa igualmente al diputado local doctor Luis Ramírez Díaz y a la colonia autlense de la Ciudad de México a través del doctor Vicente Ramírez.
Se obtienen varias casas, patios y corrales entre vecinos de buena voluntad para albergar provisionalmente a los damnificados y se organiza el mismo día una junta de Auxilios, encomendándose la presidencia al señor Salvador Rodríguez Moreno.
Entre tanto, la ciudad era remecida por más movimientos terráqueos, ocho el mismo día 3 de junio, dos el siguiente día, seis el miércoles 8, día en que circula una versión en el sentido de que el presbítero don Severo Díaz ha pronosticado que el día 18, a igual hora que el día 3, ocurrirá otro temblor semejante.
Hasta el día 17 de junio ocurrieron 23 réplicas y otro número no precisado que se registró el jueves 9, fecha en la que solo aparece en el reporte que la presidencia municipal rendía diariamente al gobierno del estado, que fueron "varios movimientos".
Para el día 17 ya se habían levantado en patios y corrales de varias casas, albergues colectivos que consistían en galeras o tejabanes de madera, con techos de teja o de tejamanil, provistos de catres de lona, mientras que mucha gente más dormía bajo casas de campaña o toldos de lona, o a cielo abierto, en otros espacios despejados más.
Y como lo había pronosticado Severo Díaz, con sólo 23 segundos de diferencia respecto al primero, a las 4:13 horas del sábado 18 de junio se inició otro fuerte terremoto de poco menor o igual intensidad al primero.
Era noche de luna y la gente, de hinojos y elevando sus plegarias y cánticos al Creador, pudo ver el balanceo de bardas, corredores y aún de casas enteras, que se inclinaban de un lado a otro, como si fueran de resorte, derrumbándose gran número más, sobre todo de aquellas que habían quedado dañadas con los movimientos anteriores.
El fenómeno duró dos minutos. Repito, dos minutos y en el informe que la Presidencia Municipal rindió a la autoridad federal el día 22 por conducto del Jefe de la Oficina Federal de Hacienda en Ciudad Guzmán dice que en Autlán sólo quedó un 5% de casas habitables, encontrándose 45% en estado ruinoso y el resto, o sea 50% caídas o demolidas.
Y las réplicas continuaban. Seis más el día 22 de junio, fecha en que si bien en Autlán no causaron más daños, en la región del volcán El Colima fueron catastróficos "y el mar arrasó el poblado de Cuyutlán". 

Fragmento tomado del libro "Crónicas de Autlán de la Grana", de don Ernesto Medina Lima.

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