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Frente al altar mayor de la Catedral. |
En la Semana Santa que está
concluyendo, las diferentes parroquias tuvieron actividades conmemorativas,
semejantes entre sí: hubo representaciones del Viacrucis, marchas del Silencio
y rosarios de pésame, con mayor o menor convocatoria en cada una. Nosotros
estuvimos la tarde-noche del Viernes Santo en el centro de Autlán, donde nos
tocó presenciar, aunque sea de manera superficial, la culminación de las
actividades del día en la parroquia del Divino Salvador. Hay que decir que,
fuera del ámbito religioso, el ambiente en el centro era el de un día feriado
cualquiera, con menos movimiento del que ordinariamente se ve en las calles
que, sin embargo, no se reflejaba en una mayor disponibilidad de espacios de
estacionamiento; los negocios de servicios y venta de alimentos se encontraban
abiertos y con un flujo constante de parroquianos, lo mismo que los cajeros
automáticos. Eso sí, la gente que andaba en la calle lo hacía en un modo
relajado, sin las prisas de un día de trabajo normal.
En un primer momento, alrededor
de las 19:00 horas, nos pasamos por la Catedral, donde faltaban unos minutos
para el inicio de la misa. Había unos pocos feligreses ocupando algunas bancas
y el templo lucía su retablo del altar mayor oculto con un lienzo morado, en
señal de luto. Frente al altar había una cruz de madera, formando parte de una
composición con una corona de espinas, tres clavos y otros elementos que
recuerdan a la Pasión de Cristo. Nos llamó la atención que otras imágenes
religiosas, como la Santísima Trinidad que se encuentra en lo alto del retablo,
la pintura de Atanasio Monroy que representa a san José y la virgen de Guadalupe
no se cubrieron en esta ocasión.
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El san José de don Atanasio Monroy en la Catedral. |
De aquí, pasamos a la parroquia
del Divino Salvador, en el corazón de Autlán. Ahí se estaba celebrando la misa
de la Pasión, una larga eucaristía con más de una hora de duración. Al terminar
comenzó la Marcha del Silencio, una procesión que arrancó y culminó en la
puerta principal de la parroquia y recorrió las calles de Margarito González
Rubio, Venustiano Carranza, Ernesto Medina Lima, Pedro Moreno, portal Morelos,
José Corona Araiza y Álvaro Obregón, integrada por unas 200 personas, algunas
llevando una vela en las manos. La marcha iba encabezada por un carro alegórico
en el que iba la representación del ataúd con el cuerpo de Cristo que se
encuentra en el crucero sur de la parroquia, flanqueado por una chica
caracterizada como la Virgen Dolorosa. Aunque se supone que esta marcha debe ir
en completo silencio, el carro llevaba una bocina en la que se reproducía una
música ambiental, de la que algunos usan como acompañamiento para meditar. Además,
claro, del tambor que lleva uno de los caminantes y que hace sonar cada cierto
número de segundos. Por parte de los asistentes, pudimos notar una actitud de
respeto y de tomarse en serio la procesión, en la que se representa el dolor
después de la muerte de Jesús. Tanto en la misa como en el rezo del rosario, el
templo lució lleno, aún en los cruceros.
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El carro alegórico para la Marcha del Silencio. |
Al llegar la marcha de regreso al
templo, el ataúd fue bajado del carro e introducido por la puerta principal,
hasta quedar frente al altar mayor, como si se fuera a celebrar una misa de
cuerpo presente. Junto a él se colocó una imagen de la Virgen Dolorosa,
propiedad de la parroquia, y se procedió al rezo del Rosario de Pésame, una de
las actividades clave del Viernes Santo. En la parroquia, pudimos observar, no
se cubrió por completo el retablo del altar mayor, sino solo los nichos en los
que se encuentran las imágenes, y no se hizo con una tela morada sino con una
roja. Otras imágenes, como el Cristo que se encuentra en lo alto del retablo y
las de los altares laterales, no fueron cubiertas.
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Arranque de la marcha. |
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Entrada del ataúd. |
Aunque nunca hemos sido asiduos
celebrantes de la Semana Santa, ni de fiesta religiosa alguna, sí hemos tenido
la fortuna de conversar con quienes han participado activamente en estas
celebraciones en otros tiempos, de donde hemos podido darnos una idea de cómo
era esta conmemoración, la principal del año litúrgico. De ahí y de la
observación de lo que ocurrió este año, podemos darnos cuenta de algunos cambios:
Se ha perdido el amplio
repertorio musical que acompañaba a las diversas actividades de la Semana Santa
y de otras fiestas religiosas del año, que hoy se celebran sin música o con un
repertorio mucho más reducido.
No todas las imágenes religiosas
de los templos se cubren para expresar el luto de estos días.
Ya no se llama a misa con
matracas y hay templos en los que las campanas se usan para convocar a los
fieles. Antes, otra muestra de luto era que las campanas permanecían mudas
durante los días santos.
Aunque no es una actividad
religiosa, se perdió ya hace décadas la quema del Judas, que se realizaba en
distintos cruces de calles de la ciudad. Ahí, se leía el testamento de este
arquetipo del traidor, que llevaba siempre un guiño de crítica o reproche a
alguna figura pública, en un tono humorístico. En la actualidad, esto se sigue
haciendo en la agencia municipal de Ayutita y, en este 2025, se hizo también en
Ahuacapán, aunque sin la lectura del testamento.
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Durante el Rosario de Pésame en la parroquia del Divino Salvador. |
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