Soy Alfonso Hernández, tengo 23 años, originario de Autlán de la Grana, y actualmente estudiante de la Licenciatura en Administración en el Centro Universitario de Costa Sur.
La idea de irme a Australia surgió desde que entre al CUCSur a la carrera de Administración, pero para ese entonces tenía el impedimento del idioma ya que mi nivel de inglés no era suficiente para poder hacer un intercambio a un país anglosajón. Así que el primer paso que dí fue pedir un permiso en la carrera e irme a una escuela de inglés en Vancouver, Canadá. Allá estuve 8 meses de los cuales estudié 4 en el "Vancouver English Centre".
Fue una gran experiencia, viví todo ese tiempo en un país que era desconocido para mí, donde no tenía ni familiares ni amigos que me estuvieran esperando, pero a lo largo de la primer semana ya había hecho un grupo grande de amigos de diferentes países como Corea, Venezuela, Brasil, Japón, Tailandia, Italia, Costa de Marfil, entre otros, en general una escuela con gran diversidad cultural.
A mi regreso a Autlán y a la universidad seguí estudiando inglés para prepararme para el examen TOEFL, que tenía que acreditar ya que es un requisito indispensable que piden las unversidades en el extranjero. Para ese entonces aun no sabía a qué universidad aplicaría, ya que la convocatoria para intercambios aún no se daba a conocer.
A inicios de este año la Coordinación General de Cooperación e Internacionalización de la UdeG publicó una invitación que hacía la University of Technology de Sydney, para un curso intensivo de "Habilidades Directivas", que es una de las asignaturas que forman parte de la Licenciatura en Administración.
Para mí fue muy atractivo el curso ya que lo presentaban de una manera muy dinámica, ofrecían clases en aula, pero también visitas a empresas y charlas con directivos de algunas empresas importantes de Australia, así como el poder convivir con estudiantes internacionales y también australianos. Así fue como me enteré del "UTS Business School Winter Program".
Al principio lo vi como prácticamente imposible de alcanzar ya que le dieron mucha difusión y en tan solo 4 días ya se registraban más de 1600 visitas para esa convocatoria, sin embargo no quería dejar de participar, reuní toda la documentación que se necesitaba y la envié sin comentarle a nadie, ya que era una convocatoria amplia donde se convocaba a todos los estudiantes de las áreas economico-administrativas de todos los centros universitarios de la U de G y el CUCEA.
Al cumplirse el tiempo de la convocatoria entro a la página de la CGCI en Facebook, para ver quiénes habían sido seleccionados y fue una gran sorpresa, que la verdad no esperaba, el ver mi nombre junto al de otras dos compañeras de la U de G.
Seguía otra ardua tarea que era continuar el trámite directamente con la University of Technology y reunir los recursos para poder asistir, ya que si bien la matrícula estaba incluida no lo estaban el hospedaje, la alimentación y el traslado.
Desde el momento que pude platicar con el maestro Alfredo Ortega, rector del CUCSur, primero me manifestó su alegría por haber sido seleccionado por la universidad y al mismo tiempo su incondicional apoyo. Sin el apoyo del CUCSur y el de mi familia hubiera sido muy difícil poder asistir. De los tres seleccionados al final solo pude asistir yo, debido a que una compañera no fue aceptada por la universidad australiana y mi otra compañera no pudo obtener la visa a tiempo (que por cierto es un proceso algo complicado).
El día 3 de julio salí de Guadalajara rumbo a Sydney, Australia con escala en Los Ángeles, California, el vuelo más largo que haya hecho en mi vida. Llegué el día 5 de julio a las 6 de la mañana tiempo de Australia, apenas las 3 de la tarde del 4 de julio hora del centro de México sin saber qué pasaría, llegando a un país completamente diferente, en el curso yo era el único latinoamericano, ese mismo día llegaron al departamento que nos asignó la universidad mis demás compañeros, en total 6 incluyéndome, provenientes de diferentes lugares del mundo con los que a lo largo de las tres semanas hicimos una gran amistad: Anita de Austria, Vera de Holanda, Ken de Hong Kong, Elise de Hawai (EUA) y Frank de China.
En esas tres semanas asistimos a clases con un muy alto nivel de exigencia y extremo rigor en la puntualidad, pero a la vez un trato muy amable y cálido por parte de todo el personal de la universidad y de nuestros compañeros australianos. Visitamos diferentes empresas e instituciones públicas, así como oficinas administrativas de dos clubes deportivos de gran relevancia en Australia. Cada uno de los que vivíamos en el departamento cocinó algo representativo de la comida de su país. Me costó mucho trabajo encontrar los ingredientes pero al final logré hacer tacos de lengua.
Sydney es una ciudad bastante multicultural, sin embargo la población de mexicanos en Australia se dice que es de apenas alrededor de 3000 en todo el país, y vaya que es un país de grandes dimensiones, mucho más grande que México en extensión territorial. Por este motivo la comida mexicana que se puede encontrar es más bien Tex Mex y la que se parece a la tradicional se ofrece en muy pocos restaurantes y a un muy alto costo: un platillo de mole cuesta alrededor de $26 AUD, casi $300 pesos mexicanos. Aunque la comida en Sydney es generalmente muy cara si la comparamos con el precio de la comida aquí, el salario también es mucho más alto si lo comparamos con el salario en México.
Australia es un país muy dinámico, en constante crecimiento, sus relaciones económicas son principalmente con los países asiáticos, y también la mayoría de los turistas provienen de allá, no existe mucha relación comercial o turística con México pero, eso sí, la cerveza Corona está presente ahí como en todo el mundo, igual que nuestro tequila.
Es triste darme cuenta una vez más cómo nos ve el mundo, estuve en convivencia con amigos de diferentes continentes y todos al escuchar México coinciden en el miedo que tienen ellos y sus familias de visitar nuestro país por todo lo que se habla de la violencia en los medios de comunicación. Mi tarea en parte fue hacerles ver que, si bien no somos el país más seguro, la violencia se concentra en ciertas áreas del país y que pueden venir sin problema. Todos quieren venir porque saben de la riqueza cultural y natural que México puede ofrecer, pero sí le hace mucho daño al país la fama que se le ha creado.
Regresé a México después de tres semanas con todas las ganas de aplicar todo lo que aprendí allá en la escuela y también de cada uno de mis compañeros, es una experiencia que me deja amigos, conocimiento y muy buenas experiencias.
Existen muchos apoyos que en ocasiones no se utilizan por desconocimiento o por desinterés, es importante salir y ver qué es lo que otros países están haciendo, para nosotros hacerlo mejor. Somos una gran nación que también tiene mucho qué ofrecer, tenemos que poner de nuestra parte y creer en nosotros mismos para seguir avanzando.
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