miércoles, 8 de febrero de 2023

Una conferencia sobre toros, pasión y afición en el Palacio del Arte

Jesús Borbón (izq.) y Arturo Vaca.

 El martes 7 de febrero por la tarde en el Palacio del Arte se celebró la tercera de las conferencias del ciclo Desde la intimidad de la fiesta de toros, que se desarrolla previo al inicio del Carnaval con el objetivo de difundir el conocimiento de lo que ocurre alrededor de una corrida de toros. La actividad de este martes comenzó a las 18:10 horas y tuvo una asistencia de alrededor de 20 personas.

Apasionado de la fiesta brava fue el título de la conferencia de ayer, que consistió, como todas las demás, en una conversación entre el cronista taurino Arturo Vaca y el invitado en turno, quien esta vez fue Jesús Borbón, el asesor del juez de la plaza Alberto Balderas. En ella se habló de la pasión por la fiesta brava, un concepto muy difícil de definir pero cuya forma se puede entrever a través del testimonio y las anécdotas de personas que la “padecen”, como el mismo Jesús Borbón.

Lo que se habló este martes estuvo lejos de ser un juego para la tribuna, no se buscó quedar bien o congraciarse con el público autlense. De hecho, éste quedó mal parado con los conceptos del invitado, que mencionó que “los tendidos de la plaza de Autlán se llenan de gente que viene de visita”, refiriéndose a que la afición de aquí no acude regularmente a las corridas que se dan en el Carnaval, además de que son pocos aficionados locales los que tienen conocimientos suficientes para apreciar a cabalidad lo que pasa en el ruedo. En este sentido, también se estableció una especie de clasificación de aficionados a los toros: los que son aficionados de Carnaval, es decir, que solo asisten a los toros en la fiesta de Autlán; los aficionados de Internet, que incluso adoptan el caló taurino pero solo ven toros en videos; y los verdaderos apasionados, que salen a las ferias y temporadas taurinas para ver toros todo el año.

Esta falta de conocimiento de la mayoría de la afición se refleja en algunas actitudes que se adoptan en la plaza, por ejemplo en la exigencia de trofeos para matadores que no los merecen: explicó el invitado cómo a lo largo de la faena el torero va ganando méritos para obtener un trofeo pero todos esos méritos se pueden perder si éste falla a la hora de matar. Esto no lo saben muchos aficionados, que aun así exigen orejas para toreros que supieron congraciarse con ellos.

De esta forma se habló también de otras incidencias, como el indulto de un toro, que ocurre cuando el animal demuestra bravura y nobleza dentro del ruedo; el público puede solicitar el indulto y el juez decide si lo concede. Los toros indultados generalmente se regresan a la ganadería, donde son destinados al empadre, en pocos casos los ganaderos no los aceptan de regreso y los toros son muertos en los corrales de la plaza. Los indultos, como otros acontecimientos de las corridas de toros, se registran en una estadística que se difunde en todo el mundo taurino; en este sentido se dijo que algunas plazas de menor categoría no siempre entran en la estadística, como pueden ser el caso de Villa Purificación y El Grullo.

Sobre su propia afición, Jesús Borbón dijo que su mal de montera se debe en buena medida a don José Gómez Llamas, albañil constructor de la plaza Alberto Balderas que, años después, trabajó como boletero en la plaza. Él dejaba entrar gratis a don Jesús en su infancia, con lo que fue creciendo su afición. Él llegó a torear en distintos lugares del país, hasta que un percance que le ocurrió en 1998 en los Altos lo convenció de retirarse.

Un momento de interés para los no iniciados en la tauromaquia fue la explicación que don Jesús Borbón hizo del ritual con el que inicia la corrida de toros y cómo se celebra en Autlán: dijo que 15 minutos antes de la hora en que debe iniciar el festejo la autoridad de la plaza ya se encuentra en su palco, desde donde llama a los toreros “a trabajar” justo a la hora en que está anunciado. El alguacilillo sale al ruedo entonces a solicitar a la autoridad la llave, lo cual es una reminiscencia de los festejos medievales, para dar paso entonces a la entrada de las cuadrillas, el famoso paseíllo. Los toreros deben salir en un orden ya establecido: a la izquierda el primer espada (el de alternativa más antigua), a la derecha el segundo y al centro el matador con alternativa más reciente, detrás de ellos vienen sus subalternos, los picadores y los monosabios.

Al final de la plática Jesús Borbón compartió algunas anécdotas ocurridas en la plaza Alberto Balderas.

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