Antigua pensión ubicada en la calle de Escobedo. |
Publicado originalmente en Letra Fría.
Según la tradición, corroborada en su libro Autlán por el historiador Rubén Villaseñor Bordes, el barrio de Los Arquitos, al norte de Autlán, le debe su nombre a una pequeña arcada que servía para que el acueducto que desde el siglo XVIII traía agua desde Ayutita librara una ligera hondonada que había al llegar a las primeras casas del pueblo. Al usar la gente esa arcada como punto de referencia para orientarse, poco a poco fue llamándose así al barrio completo.
Esos arquitos sobrevivieron más de 200 años a la urbanización, modernización y aumento de población de ese rumbo, hasta que hace unas pocas semanas fueron eliminados para comenzar a construir en el terreno donde permanecían abandonados. Así, en unas horas se eliminó un vestigio histórico que debió haber sido muy valioso para los autlenses, si por lo menos lo hubiéramos conocido.
La suerte de estos arquitos no fue más que un capítulo más en la larga novela de la pérdida del patrimonio histórico de Autlán, que se ha ido acelerando en las últimas décadas. Otros capítulos notables han sido la desaparición de la aún añorada torrecilla del reloj, del hotel Valencia y el abandono de la finca que un tiempo albergó al Centro Cultural Autlán, entre otros.
Pero la novela está lejos de acabar. Enseguida enlisto tres de los que podrían ser los próximos capítulos (el orden puede variar):
Esos arquitos sobrevivieron más de 200 años a la urbanización, modernización y aumento de población de ese rumbo, hasta que hace unas pocas semanas fueron eliminados para comenzar a construir en el terreno donde permanecían abandonados. Así, en unas horas se eliminó un vestigio histórico que debió haber sido muy valioso para los autlenses, si por lo menos lo hubiéramos conocido.
La suerte de estos arquitos no fue más que un capítulo más en la larga novela de la pérdida del patrimonio histórico de Autlán, que se ha ido acelerando en las últimas décadas. Otros capítulos notables han sido la desaparición de la aún añorada torrecilla del reloj, del hotel Valencia y el abandono de la finca que un tiempo albergó al Centro Cultural Autlán, entre otros.
Pero la novela está lejos de acabar. Enseguida enlisto tres de los que podrían ser los próximos capítulos (el orden puede variar):
- El antiguo acueducto: Aunque los arquitos ya desaparecieron, algunos tramos del acueducto del que formaban parte (repito, con más de 200 años de edad, lo que los hace más viejos que casi cualquier otra construcción de Autlán) aún están en pie y en buen estado de conservación. Sin embargo, todos están en propiedad privada y no tienen ninguna protección legal, por lo que en cualquier momento pueden desaparecer.
- Las pinturas antiguas de la parroquia del Divino Salvador: En el curato de la parroquia hay cuatro pinturas, entre ellas dos de las mejores de Atanasio Monroy, una Crucifixión y una Sagrada Familia, ambas de un alto valor artístico. También están otros dos cuadros, una Resurrección fechada en 1779 y una Virgen con el niño de 1849, las dos con severos daños en el lienzo y la pintura y con necesidad urgente de restauración.
- La Casa Universitaria: Construida en los años 80 del siglo XIX y adquirida en 1996 por la Universidad de Guadalajara, fue restaurada en esa fecha y funcionó desde entonces, aunque de manera intermitente, como un centro cultural, precisamente cuando Autlán contaba con muchos menos espacios para esa actividad que ahora. Sin embargo, desde entonces no recibió el adecuado mantenimiento, por lo que las filtraciones del agua de lluvia y los temblores de tierra le han provocado los daños estructurales que ahora la mantienen cerrada y en espera de una fuerte inversión para volver a dejarla en funcionamiento.
Así podría mencionar más ejemplos de cómo Autlán se irá quedando cada vez con menos construcciones de valor histórico, gracias a la ignorancia, apatía y molicie de las diferentes administraciones municipales pero también de la mayoría de los autlenses. Apresurémonos a tomarles fotos para que las puedan conocer las próximas generaciones.
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