domingo, 6 de octubre de 2024

Se celebró el primer Conversatorio de Historia de Tecalitlán, con participación autlense


 Desde el año 2016 se celebra en Tecalitlán, con la sola interrupción obligada en los años de la pandemia, el Festival Cultural de Mariachi “De Tecalitlán los Sones”, con la intención de difundir la cultura del mariachi y activar la economía del sur de Jalisco mediante el turismo. En su séptima edición, que se está celebrando en este mes de octubre, por primera vez se incluyó en el programa del festival un Conversatorio de Historia de Tecalitlán, bajo el tema general de “Manifestaciones musicales en nuestra región”. El conversatorio fue organizado, de forma coordinada, por el gobierno municipal de Tecalitlán, el comité organizador del Festival Cultural de Mariachi y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima y se celebró la mañana del sábado 5 de octubre en el Museo Silvestre Vargas. Este primer conversatorio contó con presencia autlense, puesto que el cronista municipal Guillermo Tovar Vázquez presentó una ponencia en la segunda mesa de trabajo.

A las 9:00 horas comenzó una breve ceremonia de inauguración del conversatorio, presidida por la señora Brenda Patricia Barriga López, presidente municipal de Tecalitlán; la regidora de Cultura y Educación Yéssica Alejandra Cárdenas Torres; el presidente de los cronistas colimenses Humberto Muñiz Mercado; el director general de Cultura y Turismo y coordinador general del Festival Cultural del Mariachi, Sergio Alberto Ramos Medrano, y el cronista municipal de Tecalitlán, René Chávez Deniz.

Durante la inauguración. De izq. a der.: René Chávez, Humberto Muñiz, Brenda Barriga, Yéssica Cárdenas y Sergio Ramos.


La presidente municipal dio un mensaje de bienvenida, en el que destacó la importancia que tiene el mariachi en la identidad tecalitlense y el valor de la música en la vida comunitaria: dijo, en el cierre de su intervención, que la música “es memoria, es resistencia, es unión”. El presidente de la Asociación de Cronistas de Colima dijo en su mensaje que esta clase de actividades demuestran la cercanía cultural entre el sur de Jalisco y Colima. Al concluir la ceremonia de inauguración hubo un espacio para que la rondalla de los talleres de música de la Casa de la Cultura de Tecalitlán, bajo la dirección del profesor Miguel Ángel Mora Martínez, interpretara las canciones El reloj, El primer tonto y Te quiero tanto, instalados sus doce integrantes en las escaleras que conducen a la segunda planta del Museo.

Luego de la intervención musical, comenzó la primera mesa de trabajo, moderada por el cronista de Autlán, Guillermo Tovar. Las ponencias de esta mesa fueron las siguientes:

J. Ángel Chávez Nájar, cronista emérito de Tecalitlán, presentó el trabajo titulado Anécdotas de las visitas de Pedro Infante a Tecalitlán, en el que narró, basado en entrevistas a personas que vivieron los hechos e intervinieron en ellos, como el restaurantero Rigoberto Arellano, cómo fue la visita que le hicieron al ídolo de Guamúchil don Silvestre Vargas y el mismo Rigoberto, para proponerle que fuera a Tecalitlán a dar un concierto. Pedro se comprometió a acudir a la fiesta patronal, cosa que cumplió, iniciando de esa forma una relación estrecha entre este pueblo sureño y el cantante, que varias veces se presentó en Tecalitlán, sin cobrar honorarios, para ayudar a recabar dinero para diversas obras. Don Ángel compartió algunas anécdotas y comentarios de quienes convivieron con Pedro Infante en Tecalitlán, como Salvador Martínez Rolón, Ezequiel Gutiérrez y la familia Macías Macías: contó cómo le tocó hospedarse en hoteles sin muchas comodidades, donde se tuvo que bañar a jicarazos, así como su apertura para con las personas que se acercaban a saludarlo, ejemplificada en la ocasión en que el mismo don Ángel lo vio jugar a las canicas con chiquillos del pueblo.

Humberto Muñiz Mercado, presidente de los cronistas de Colima, expuso La musicalización de las misas con mariachi en Manzanillo, un trabajo sobre cómo la música de mariachi se fue introduciendo a las ceremonias religiosas en esa ciudad, espacio que antes estaba vedado para esta manifestación musical. Para esto, compartió una semblanza de Hilario González Martínez, músico originario de Tapalpa y avecindado en Manzanillo, quien fue el principal promotor de que las misas pudieran celebrarse con mariachi. Nacido el 3 de noviembre de 1938 y con antecedentes como monaguillo y como jornalero,  don Hilario había aprendido música en su pueblo natal, gracias al cura Juan Nepomuceno Gaytán Zárate, quien formó ahí un grupo musical del que designó a Hilario como trompetista. Al mariachi Hilario llegó por casualidad, al tener que cubrir la ausencia del trompetista del mariachi Corona, de Ciudad Guzmán en una presentación; posteriormente formaría los mariachis Manzanillo y Santiago, ya en el puerto colimense. Hacia 1970 un compadre suyo le pidió tocar en la misa de quince años de una de sus hijas, lo que desencadenó una negociación con el sacerdote Cárdenas Pallares, quien les permitió tocar, por primera vez, en el templo del Carmen, prácticamente dirigidos por el cura, quien les iba dando las indicaciones de cuándo tocar. A partir de esa primera presentación vinieron otras, haciendo los ajustes necesarios en el sonido del mariachi y en la vestimenta, para ajustarse a la liturgia y a las costumbres dentro del templo. Con esto nacieron, a decir del mismo don Hilario, las misas que ya no eran romanas sino mexicanas.

José Kamey Ibáñez, de San José del Tule, municipio de Pihuamo, compartió el resultado de una investigación de años en la que identificó a todos los cantantes y músicos que han grabado con el mariachi Vargas de Tecalitlán, relación que compartió en su intervención: desde el dueto Pepe y Chabela hasta Juan Gabriel, pasando por los más variados estilos y géneros.

Víctor Ramiro Gil Castañeda, cronista de Manzanillo, expuso el trabajo Los Hernández Corona, hermanos compositores y cantantes manzanillenses, que comenzó con la escucha de la canción Comala, compuesta por estos personajes e interpretada por Ángeles Ochoa. El cronista habló de la formación musical que René, Jorge Luis y Javier Hernández Corona tuvieron desde su infancia, así como de su trayectoria y algunas de las obras más importantes de ellos y de sus descendientes.

La segunda mesa fue moderada por Humberto Muñiz Mercado y estuvo integrada de la siguiente forma:

Guillermo Tovar Vázquez, cronista municipal de Autlán, expuso el tema Manuel Morán Godoy, un músico de mariachi en el Autlán de principios del siglo XX, consistente en una semblanza de este músico nacido en Unión de Tula y que, de ocupación jornalero, dirigió un mariachi o “arpón”, integrado por dos violines, quinta de golpe y arpa. Su vida, dijo, es un buen ejemplo de la de los músicos de este género en esa época, ubicados en la periferia geográfica y social: eran personas dedicadas a otros oficios, que tocaban en fiestas populares que se celebraban en el campo o los barrios marginales, su música era despreciada por las élites. Sin embargo, de don Manuel nació una familia entre cuyos descendientes hay grandes ejecutantes y hasta un director de orquesta.

Rogelio Camarillo Carrillo, de la ciudad de Colima, leyó un interesante texto titulado Crónica de Tecalitlán: cuna del mariachi y sus sones, una semblanza idílica de Tecalitlán y su relación con la música de mariachi, así como la importancia que tiene esta manifestación musical como atractivo turístico tecalitense.

La mesa 3 también fue moderada por el cronista de Autlán y en ella se presentaron los siguientes trabajos:

Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda, de Tecomán, expuso Mariachi, origen de la palabra, que comenzó con una reflexión sobre la importancia de la etimología para conocer el significado de las palabras y de cómo en la región conocida como Jaliscolimán, es decir, Colima y el sur de Jalisco, se pueden todavía escuchar palabras del castellano del siglo XVI. Sobre el origen de la palabra mariachi, dijo que es posible que venga del nombre del árbol mariachi, de cuya madera se hacían las tarimas para el baile, o de una deformación de la palabra maliantzin. También podría estar relacionado con la diosa madre, Guadalupe o Tonantzin, mediante el vocablo María o Malintzin. Su significado sería “la familia del espíritu de la vida”.

Martín Rodrigo López Sevilla, de Manzanillo, presentó ¿El último adiós a la chirimía?, un trabajo sobre esta manifestación musical, que incluyó datos técnicos e históricos sobre sus componentes. Luego de exhibir un video sobre la chirimía en Oaxaca, el ponente dio ejemplos del uso de este instrumento en algunos lugares, especialmente de Jalisco, con ejemplos como el Día de la Chirimía en Autlán y la declaratoria como patrimonio cultural inmaterial en municipios como Casimiro Castillo y Villa Purificación. En Manzanillo, dijo, esta forma musical se está perdiendo, mientras que en Comala ya no participa en las fiestas del pueblo desde 2001. Llamó, entonces, a voltear la mirada a otras generaciones, para no tener que lamentar el último adiós a la tradicional música de chirimía.

Guillermo Tovar y Abelardo Ahumada.


Abelardo Ahumada González, de Villa de Álvarez, expuso Origen y desarrollo del mariachi en Colima y la región, que ubica que en la combinación de géneros e instrumentos musicales de origen indígena y español, con componentes traídos por los esclavos africanos. Habló del trabajo de evangelización realizado en esta región por fray Juan de Padilla, quien solicitó al virrey Antonio de Mendoza que enviara maestros que le ayudaran, llegando a la región jóvenes indígenas que habían sido educados en el colegio de Tlatelolco con quienes se fundó la primera escuela de música, en Tuxpan. Como conclusión, dijo que “nadie puede apropiarse del acta de nacimiento del mariachi”.

René Chávez Deniz, cronista de Tecalitlán, concluyó el conversatorio con el trabajo Edward Marsh, apasionado por la música de mariachi, una semblanza de este personaje estadounidense que dice ser amante del mariachi desde antes de nacer, afición heredada de sus padres. El cronista recordó los actos de violencia que ocurrieron en Tecalitlán el 10 de diciembre de 2010, día de fiesta guadalupana, que sembraron el miedo entre la población y propiciaron el descenso de la actividad turística. Buscando una solución a esto, en 2015 comienza a gestionarse la creación de un festival de mariachi, que nacería en 2016 y que está celebrando su séptima edición. En ese 2015, Edward Marsh estaba organizando en Rosarito, Baja California, un “gran concierto” de mariachi, consistente en una gala con el mariachi Vargas y una orquesta sinfónica, además de conciertos de otros mariachis, que es considerado todavía el mayor concierto de este tipo. En 2017 Edward Marsh vino a Tecalitlán, al segundo festival, donde nació una relación estrecha que aún perdura: Marsh es considerado un hijo ilustre de Tecalitlán, debido a que se ha convertido en un benefactor del pueblo y de su cultura. Por ejemplo, donó las esculturas y un cuadro al óleo que se encuentran en el Museo Silvestre Vargas, hace donaciones en dinero para cada edición del festival y regaló instrumentos musicales a la Escuela Secundaria Técnica #32 para que los niños aprendieran a tocar música de mariachi. En 2022 se develó una placa en la calle Victoria, como reconocimiento a sus aportaciones y, además, esta séptima edición del festival está dedicada a él.

Placa de Edward Marsh.



Al terminar el conversatorio los organizadores entregaron reconocimientos y un presente a los ponentes, quienes pasaron a tomar los alimentos a la cercana Casa de la Cultura, donde se abrió un espacio de convivencia. Luego de un rato nos despedimos, mientras en Tecalitlán se vivía el ambiente de fiesta mariachera gracias a que en el centro del pueblo se tenía instalado un escenario profesional para los conciertos nocturnos, donde a partir de las 15:00 horas ya se hacían pruebas de sonido. Con este ambiente y lo que se expuso en el conversatorio, pudimos confirmar varias cosas, entre las que contamos el estrecho vínculo entre Tecalitlán y el mariachi y entre Colima y el sur de Jalisco.
Algunas de las estatuas en el Museo Silvestre Vargas.

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