Frente al escenario se colocaron
tres conjuntos de sillas, ocupando el espacio peatonal al sur del jardín y el
que conecta a este con el kiosco, como rodeando al escenario. En el resto del jardín
también había personas, en prácticamente todas las bancas y jardineras. En total,
varios cientos de asistentes, con la expectativa de ver la iluminación de la
catrina. Pero antes de esto, había que oír los discursos, comenzando por el del
director de Turismo, Ernesto Alonso Rodríguez Hernández, quien agradeció al
equipo de esta dirección y personal de otras áreas del gobierno municipal que
trabajó en la construcción de esta catrina.
La regidora de la comisión de
Turismo, Yéssica Patricia Limón Soltero, invitó a seguir conservando las
tradiciones participando en las actividades de este festival y, por último, el
presidente municipal, Gustavo Salvador Robles Martínez, dijo que la decoración
de Día de Muertos en el jardín Constitución fue visualizada tal y como quedó,
hecha por gente de Autlán. Con 22 metros de altura, afirmó que es la catrina de
mayor tamaño que se ha construido en el municipio y que representa a todos los
autlenses. El encendido de la decoración tuvo lugar a las 20:13 horas, luego de
una cuenta regresiva, y consistió en encender unos reflectores que arrojan luz
sobre la figura de la catrina, desde distintos puntos del jardín.
Luego del encendido de la
decoración, el ballet folclórico Aotlitlán ofreció una presentación sobre el
escenario que ya comentamos, con estampas de Nayarit, Yucatán, Michoacán,
Chiapas y otros estados de la República.
El comentario generalizado entre
los asistentes fue favorable a la calidad de la catrina y de la decoración en
general, aunque también de decepción por la iluminación, que fue considerada
pobre y mal enfocada. Ya dijimos que la catrina es el eje de esta decoración:
montada sobre el kiosco, lleva un vestido multicolor, de falda ancha, con un
tocado de flores y, bajo el brazo izquierdo, un chiquihuite con pitayas. Fue fijada
al techo del kiosco mediante soldadura y cables metálicos.
Pero la catrina no es toda la
decoración del jardín: dentro del kiosco se colocaron, en la parte alta,
guirnaldas de color amarillo, y en el suelo, una profusión de calabazas y flores
de cempasúchil. Al fondo hay una estructura que recuerda a un tzompantli por la
serie de calaveras que contiene, aunque su forma es más la de un edificio a
cuyas ventanas se asoman las descarnadas cabezas. Al centro, aparece la
infaltable representación de la torrecilla del reloj. En el espacio sobrante dentro
del kiosco se construirán los altares de muerto.
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