miércoles, 5 de junio de 2024

Crónica de una jornada electoral en la escuela Paulino Navarro


 Según la placa que ostenta el monumento al general Lázaro Cárdenas que preside su patio, la escuela primaria Paulino Navarro del barrio de la Alameda fue inaugurada el 10 de diciembre de 1960, en aquella recordada visita a Autlán del presidente de la República Adolfo López Mateos. Sin embargo, don Ernesto Medina Lima menciona que la escuela se estableció en 1957. De cualquier forma, su fisonomía en aquellos años era algo distinta: ya estaba el monumento a Lázaro Cárdenas y el patio central, pero las aulas eran de un solo piso; el cancel de ingreso a la escuela era mucho más bajo y sencillo que el actual y la calle Casimiro Castillo, que corre frente a ella, todavía no era peatonal.

Esta escuela fue la sede de las casillas en las que los votantes de la sección 208 pudieron emitir sus sufragios en la jornada electoral del 2 de junio pasado. En tres de las aulas de la planta baja del edificio norte se colocaron las casillas básica y contiguas de esta sección, que abarca una parte de la zona centro-sureste de la ciudad: desde el barrio de la Alameda hasta Villas Taurinas y cuadras adyacentes.

A la casilla contigua 2 le fue asignado un bonito salón, que creemos que normalmente sirve a algún grupo de alumnos de primer grado, a juzgar por el tamaño de los muebles. Bien iluminado y ventilado gracias a sus grandes ventanas y a unos ventiladores de techo que ese domingo también trabajaron más que en un día normal, el aula contaba con testimonios silenciosos de su verdadera vocación: un librero empotrado en la pared del fondo, conteniendo libros para niños, coloridos y con dibujos atractivos; carteles con información didáctica útil para conocer las letras y sus sonidos y un mueble de madera con espacios para que los niños dejen ahí sus libros de texto y no los tengan que cargar hasta su casa. Los rótulos que ostenta cada uno de esos espacios y que personalizan su contenido también son un signo de los tiempos: nombres procedentes de otros idiomas, como Christopher o Jhosselin, alternan con los “cristianos” Martín o Rodrigo. Para completar, en el marco de una de las ventanas había frascos de vidrio con algodones húmedos en los que comienzan a germinar semillas de frijol, prueba de que los niños que ahí estudian ya están conociendo los fundamentos de la biología. Todo esto sin más lujo que el orden, el buen gusto y el ingenio de la maestra y los padres de familia.

Hasta ese lugar llegaron, pocos minutos antes de las 7:30 horas del domingo 2 de junio, este cronista y su esposa, cargados con la papelería y el material necesarios para que ahí se instalara la mencionada casilla, en la que serví como presidente. 612 boletas para cada una de las seis elecciones (presidente de la República, senadores, diputados federales y locales, gobernador y Ayuntamientos), actas, hojas de operaciones, útiles, urnas, las piezas para armar las mamparas, bolsas para guardar las boletas luego del conteo… una vez completa la mesa directiva, de la que formaron parte cuatro personas menores de 30 años, una de ellas viviendo apenas su primer proceso electoral, comenzamos con el armado de las urnas y de las mamparas y la colocación afuera del salón de los carteles informativos que nos proporcionaron el IEPC y el INE. Esto nos llevó más tiempo del que teníamos presupuestado, entre la inexperiencia de los funcionarios de casilla y lo endeble del material, que hacía difícil insertar, por ejemplo, las pestañas de las barreras de las mamparas en las ranuras de su base. Sin embargo, el proceso se completó satisfactoriamente, para comenzar a recibir a los primeros votantes hacia las 8:30 horas.

En ese momento comenzó un continuo desfile de ciudadanos que duraría poco más de nueve horas, prácticamente sin interrupción. Sin embargo, a excepción de algunos minutos en las primeras horas de la mañana, en que se formó una fila de más de 20 votantes, algunos de ellos ya impacientes, el resto del día no hubo aglomeraciones. En este proceso, los funcionarios nos enfrentamos a otra dificultad derivada de la mala calidad del material: las boletas para las tres elecciones federales sí contaban con la línea punteada que permite arrancarlas de los talonarios, aunque los puntos estaban tan mal marcados que era casi imposible arrancarlas a mano. Hubo que echar mano de las tijeras y de un cúter que una votante, que vio los trabajos que pasábamos, nos envió con su hija cuando ésta acudió a votar. Porque, claro, no solo introduciendo la boleta en la urna se demuestra la civilidad.

De esta forma fuimos recibiendo a los votantes, usando las bajitas mesas y sillas del salón. El ciudadano llegaba, se identificaba con su credencial para votar y, luego de verificar que no había votado antes y que sí aparecía en la lista nominal, se le entregaba su juego de boletas y pasaba a la mampara para emitir su opinión. El proceso transcurrió con tranquilidad y sin sobresaltos, en un ambiente que pasó de cierto nerviosismo a una franca camaradería y cordialidad entre todos los participantes en la jornada, sin algún asomo de conflicto. A las 18:00 horas en punto, al no haber votantes esperando para ingresar a la casilla, se dio por cerrada la votación e inició el conteo de votos, la parte culminante de la jornada.

Este conteo se realiza simultáneamente entre las elecciones federales y locales y consiste, a grandes rasgos, en la apertura de las urnas y la clasificación de las boletas que contiene, apilando en distinto sitio de una guía impresa que es entregada junto con el resto del material electoral a las que contienen votos para cada partido político y por cada una de las posibilidades que ofrecen las dos coaliciones que se registraron en esta ocasión. En total, más de diez pilas de boletas, para cada una de las seis elecciones. En un primer momento se clasifican y cuentan los votos para presidente y gobernador, luego las de senadores y diputados locales y, por último, las de diputados federales y Ayuntamientos. Los resultados de cada conteo son asentados por los secretarios en las hojas de operaciones y, finalmente, en las actas de escrutinio y cómputo.

Durante el conteo no hubo observaciones de los representantes de los partidos, por lo que todo transcurrió con relativa rapidez. La votación, como en todo Jalisco, fue diversificada, con claros ganadores en cada una de las seis elecciones, pero sin que los votantes de esta casilla aplicaran el llamado voto masivo. Luego del conteo de votos y del llenado y firma de las actas correspondientes y la colocación afuera de la escuela de los carteles con los resultados de la casilla, se cerró la jornada hacia la 1:30 del lunes. En total, se procesaron 334 sufragios, quedando 278 boletas sobrantes, que fueron canceladas por los secretarios. Hubo muy pocos votos nulos, la mayoría de ellos intencionalmente y solo un par por aparentes equivocaciones de los votantes. Uno de ellos, no teniendo suficiente con marcar un recuadro o dos, aprovechó sus boletas para dejar mensajes en los que protestaba contra la agroindustria jalisciense y contra el drama de la desaparición de personas. Uno de sus mensajes fue épico: “nuestros sueños no caben en sus urnas”.

Con todo y que fue una jornada de mucho trabajo y cierta presión y estrés, fue también una experiencia invaluable, que volvería a repetir si las autoridades electorales me lo volvieran a pedir. Acaso la tecnología pueda ayudar a mejorar en la velocidad y precisión del proceso, abriendo la posibilidad emitir el voto y llenar las actas de forma electrónica.

Dentro de ese salón de escuela primaria se reprodujo un principio de la política que no se limita a la simple emisión del voto: un equipo de desconocidos coordinamos nuestros esfuerzos y capacidades para alcanzar un objetivo común, aunque eso implicara postergar nuestros intereses particulares. De eso se trata.

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