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| Emmanuel Arias y Fernanda Sánchez. | 
La primera mesa de lectura se
conformó con los jóvenes escritores Emmanuel Alejandro Arias Camacho, de
Autlán, y María Fernanda Sánchez García, de El Grullo, quienes leyeron algunos
de sus poemas, de forma alternada. Fernanda, estudiante de Nutrición en el Centro
Universitario de la Costa Sur (CUCSur) de 19 años de edad, contó que comenzó a
escribir durante la pandemia, para expresar el sentimiento de soledad; leyó Del
mar al amar, una catarsis emocional y desahogo; Pitaya, una
descripción del apreciado fruto regional con reminiscencias de expresión de
sentimientos como el desamor; El llanto del sol, una crítica a la explotación
de los recursos naturales, y Morena de mi corazón.
Emmanuel leyó algunos textos publicados
en la antología Carmesí, publicada por el CUCSur, que fueron escritos
hace unos diez años, cuando él estudiaba la prepa. Afirmó que en sus textos
trata de narrar la cotidianidad, sobre su proceso creativo dijo que es algo
como escritura mecánica, “dispara” palabras que luego ordena para lograr el
mensaje que busca. Emmanuel leyó los poemas Atl, al que define como
experimental, dadá, que pasó por varios periodos de creación y destrucción; Brasil,
una prosa poética escrita como entrada de diario, y Carta para julio,
otra entrada de diario dirigida a una personificación del séptimo mes del año. Al
final, ambos poetas comentaron el Encuentro, coincidiendo en que es importante
esta actividad para conocerse entre creadores. Pero también comentaron cada uno
la obra del otro: Emmanuel destacó que Fernanda “conoce el folklore de la
región” a pesar de su juventud, ella dijo admirar la capacidad de él de atrapar
al lector.
La segunda mesa de lectura fue
mucho más breve, a cargo de la escritora zapotlense Teresa Gómez Cervantes, profesora
normalista que participó algunos años en el taller de escritura de Ricardo Sigala.
Ella leyó poemas de algunos de sus libros, publicados por el SNTE, por la UPN y
por ella misma, en equipo con su marido: Imágenes de otoño, con el que
ganó los Juegos Florales del Magisterio a nivel estatal; Canto y Cinco
sentidos, un poema erótico contenido en el libro La seducción fueron
algunos de los textos que compartió. En su obra, Teresa Gómez se aleja del
verso libre y habla sobre los lugares en que ha vivido, sobre el sexo y la vida
diaria. Uno de sus poemas, de hecho, está inspirado en el jardín Constitución
de Autlán, que ella visitaba cuando trabajó en la UPN en la década de 1980.
Al terminar las mesas de lectura,
Andrea Reynoso, directora del Festival, comenzó un diálogo con los asistentes
acerca del espinoso tema de qué es la poesía y sobre la apropiación y sus
límites antes de convertirse en plagio, en los que se compartieron opiniones para
acerarse a una definición.
Enseguida vino un espacio de
micrófono abierto, para que quien quisiera hacerlo compartiera sus propios
poemas. El micrófono estuvo concurrido, fue ocupado por otros dos jóvenes poetas:
Ana, quien explicó que un proceso de escritura que sigue consiste en tomar una
hoja de un libro e ir tachando fragmentos que no le interesan, para dejar las
palabras o frases que le van a servir. Leyó los textos Carne viva, Retratos
de una mujer y 18 de marzo.
Pablo Sabalza leyó los poemas El
forastero, Quisiera morir, Consumida, inspirado en la romantización de la
tuberculosis durante la época victoriana, en que se asignaba un valor de belleza
a la languidez de quienes la padecían; En el bosque de los contrarios y De
la iconodulia a la iconoclasia, un brevísimo pero muy aplaudido texto.

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