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Alfredo Ortega (izq.) y Guillermo Tovar. |
La tarde del viernes 15 de
noviembre el escritor autlense Alfredo Tomás Ortega Ojeda presentó su libro de
cuentos infantiles Travesuras en el edificio, dentro de la tercera Feria
Municipal del Libro de Autlán. La presentación tuvo lugar en el escenario
montado durante la feria a un costado del kiosco del jardín Constitución,
iniciando a las 18:05 horas. A ella asistieron unas 50 personas, la mayoría
niños de la casa hogar San Isidro.
El cronista de Autlán, Guillermo
Tovar, fue el encargado de comentar el libro, al que definió como una forma de
viajar a nuestra propia infancia, lugar temporal desde el que vemos el mundo
con otros ojos, más libres y agudos. El comentarista reflexionó sobre cómo cada
etapa de nuestra vida nos pasa desapercibida mientras la estamos viviendo,
ocupados como estamos con los problemas, las alegrías y las circunstancias diversas
que nos toca vivir, y no es sino años después cuando la añoramos y quisiéramos
vivirla de nuevo. Dijo que la lectura de Travesuras en el edificio es
una oportunidad de asomarnos y reflexionar sobre la infancia, si no de volverla
a vivir sí de volver a experimentar algunas de las emociones que ya habíamos
olvidado. Sobre los valores de la obra, resaltó el de la calidad literaria,
siendo una lectura placentera, y el estético, gracias a las ilustraciones del
pintor tapatío Roberto Pulido, mismas que podrían servir para hacer una lectura
paralela del libro.
El autor del libro explicó que su obra está
integrada por tres cuentos sobre las historias de una pandilla de niños que
viven en un edificio que se llama Alicia y describió el ambiente, las
situaciones y los personajes. Apoyado en la exhibición de las ilustraciones de
Roberto Pulido, el maestro Ortega narró algunos pasajes de los cuentos de Travesuras
en el edificio, con una explicación del origen de algunos de los
personajes, diálogos y situaciones que aparecen en ellos, traídos de memorias
de su propia infancia. El mensaje del autor fue muy bien adaptado a los niños
que componían el auditorio, a quienes hacía constantes preguntas que
relacionaban las situaciones que viven los protagonistas del libro con las de ellos
mismos. Al final, regaló algunos ejemplares del libro presentado y de uno
anterior, Yo no quiero ir en tren, a la casa hogar San Isidro.
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