La delegación zapotitlense fue
encabezada por su presidente municipal, Maricela Reyes Benicio, e incluyó a
funcionarios de Cultura y Turismo, pero también a productores de mezcal
tradicional, de ponche y de cestería, además de un grupo de danzantes
indígenas. Su stand quedó ubicado en la esquina sureste del jardín Constitución,
donde se instalaron los productores del mezcal tradicional Chacolo, quienes
trajeron muestras de licor producido con cinco variedades de mezcal, mismo que
pasa por un proceso que se ha ido afinando a lo largo de los siglos y se
desarrolla en las llamadas tabernas, que son las fábricas del mezcal
tradicional. Según nos explicaron, quienes producen actualmente esta marca son
ya la sexta generación de maestros mezcaleros, que reproducen una tradición de
alrededor de 250 años. A ellos, dicen, les tocó solo continuar con la
tradición, mientras que sus antepasados hicieron el trabajo de selección de las
mejores plantas y la afinación del proceso. Por cierto, invitaron a los
autlenses a visitar su taberna en Zapotitlán el 4 de enero, día en que se abre
al público para mostrar cómo hacen su trabajo, ofrecer catas de mezcal y una
fiesta con comida y música.
También se instalaron los
productores de ponche Zaponche, de tamarindo, granada y Jamaica, quienes
ofrecieron muestras de un ponche de cacahuate. Tejidos, bordados y un magnífico
trabajo de cestería, que también se realiza de forma artesanal, completaron la
muestra comercial de Zapotitlán.
Sin embargo, en el escenario montado
junto al kiosco del jardín Constitución se representó, hacia el mediodía, una
de las danzas tradicionales indígenas de ese municipio: la Danza de los Viejos,
que se representa en víspera de la Navidad y en una tradición llamada Entrada
de la Leña, en el mes de enero. Uno de los integrantes de la comitiva explicó
que se trata de una danza de alrededor de 300 años y que es parte de una
organización compleja que queda a cargo de un mayordomo, cargo que se renueva
cada año. Los danzantes llevan una vestimenta de pantalón y camisa de manta,
sobre la que llevan un sayal café con ceñidor rojo, lo que se complementa con
una máscara de madera tocada con una cabellera hecha, al parecer, de estropajo.
Ellos representan la danza al ritmo repetitivo de un tambor de cuero, que es
tañido por uno de los integrantes del grupo.
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