Pedro Zamora. Foto de Atenguillo. Imágenes de la Memoria. |
Fue el 28 de febrero de 1921,
según la versión más aceptada, cuando un grupo de personas, al parecer policías
militares vestidos de civil, llegaron al cuarto que alquilaba el general Pedro
Zamora en las calles de Correo Mayor, en la ciudad de México, para llevárselo
sin resistencia en un automóvil y poner punto final a su vida, por lo menos en
el terreno de lo que podemos comprobar con documentos. Esta versión la publicó
el historiador Gabriel Chávez Morett en su libro Siguiendo los pasos al general Pedro Zamora, al que remito a mis
lectores para conocer mayores datos de la vida y milagros de este personaje.
Don Gabriel Chávez Morett,
originario de San José del Rincón, en el municipio de San Gabriel, hace en su
libro una reconstrucción de cómo pudieron ser los últimos días de Zamora en la
ciudad de México, en aquel febrero de hace cien años. Habría llegado procedente
de la hacienda de Canutillo, donde estaba bajo la tutela de Pancho Villa, en
compañía del hermano de éste, Hipólito, con un permiso de diez días para buscar
a una mujer que supuestamente se le había escapado con 16 mil pesos.
Con base en publicaciones en la
prensa capitalina de aquellos días, el historiador gabrielense narra cómo Pedro
Zamora y algunos acompañantes (entre quienes no se encontraba Hipólito), que
iban armados con carabinas, fueron detenidos por la policía capitalina al ser
acusados por los habitantes de la casa número 70 de la Calzada de la Viga de
andar rondando de forma sospechosa en los alrededores de su propiedad. Al tercer
día, Zamora fue liberado, al no encontrarse delito qué perseguir.
Para entonces el plazo del permiso
otorgado por Pancho Villa había concluido, por lo que el Centauro del Norte se
comunicó a la Secretaría de Guerra y Marina para dar cuenta de que Zamora se
encontraba en México sin su autorización, por lo que no se hacía responsable de
su conducta.
En el periódico El Universal del
4 de marzo de 1921, siempre según Chávez Morett, fue publicada una nota de la
cual extraigo los siguientes pasajes:
“Hoy nadie sabe el paradero de
dicho general. La noche del 28 el General Zamora llegó a la casa Núm. 20 de
Correo Mayor. Después de tomar algunos alimentos, se retiró a su departamento y
a eso de las diez de la noche todo hacía creer que reposaba. De pronto en las
puertas de la casa sonaron unos fuertes golpes y la señora encargada de asistir
a los huéspedes procuró enterarse de quién era el inesperado visitante…
Más tarde el general Zamora salió
del departamento, cerró las puertas con llave y montó en un automóvil
acompañado de sus aprehensores. .. En la prisión militar de Santiago han
informado que no ha llegado allí, en la Jefatura de Guarnición no proporcionan
informes y en otras oficinas de policía tampoco…”
Luego de esta fecha se propalaron
diversas versiones: que Zamora había huido de nuevo al sur de Jalisco para
continuar sus correrías y su cadáver había sido encontrado por el Ejército en
las cercanías de Zenzontla, siendo sepultado ahí mismo; que fue asesinado, sin
juicio, por los militares que lo aprehendieron; que se había retirado a vivir a
Baja California, con otra identidad… hasta hay quien afirma que, haciendo uso
de su facultad para transformarse en animal, había regresado en alguna ocasión
al municipio de El Limón, de donde fue originario.
Don Gabriel Chávez parece
decantarse, en su libro, por la versión de que algunos antiguos habitantes de
la región que ocupaban altos puestos en la administración federal, entre
quienes se encontraría Paulino Navarro, habrían tomado la decisión de
deshacerse de Zamora, temiendo un nuevo levantamiento que costaría la pérdida
de vidas y patrimonios de la gente de Autlán y sus alrededores.
Claro que la muerte de Zamora no
quedó documentada, como quiera que hubiera sido. La última noticia cierta que
tenemos de él es de hoy hace cien años.
Fuente:
Siguiendo los pasos al general Pedro Zamora
Gabriel Chávez Morett
Primera edición, 1990
Editorial Electrocomp
Ciudad de México