Por: Javier Mardueño Soltero
Nace en Autlán, Jalisco, el 18 de octubre de 1898, en la casa marcada con el número 5 de la calle de la Centella (hoy Guillermo Prieto) a las 9 tres cuartos de la mañana, siendo sus padres don Mauro Heliodoro González y doña María del Rosario Luna, nieto por vía paterna de Víctor González y Carmen Álvarez, originarios de Tepatitlán y por sangre materna de Vicente Luna y María Francisca Michel.
Fue el cuarto hijo de una familia de doce, integrada por Carmen, Piedad, Mauro, Efraín, Víctor, Rubén, Rosario, Adalberto, Néstor, Edelmira, Gustavo Adolfo y Ramiro.
Realizó sus primeros estudios en su ciudad natal en el Instituto del Sagrado Corazón, durante los años de 1906 a 1908, finalizando sus estudios primarios el 3 de agosto de 1911 ya en Guadalajara.
El 30 de mayo de 1916 recibe el certificado de sus estudios preparatorios en el Instituto de San José, actual Instituto de Ciencias, también en la capital jalisciense, perteneciente a la escuela de los jesuitas.
Por vocación elige la carrera de Derecho, en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, obteniendo el título de Abogado el 29 de octubre de 1920, demostrando ser uno de los más distinguidos estudiantes de su generación, profesión que pondría incondicionalmente al servicio de la Nación hasta su muerte.
Desde muy joven se distinguió por su inclinación al cultivo de las letras, lo que lo llevó a la producción de infinidad de ensayos sobre diversos temas sociales, económicos, culturales, laborales pero, sobre todo, políticos.
El 12 de enero de 1923 contrae matrimonio con Amparo, hija de Alfredo Morfín Silva y Mercedes González, formando una familia de 8 hijos: Margarita, Javier, Adalberto, Efraín, Ignacio, Amparo, Luis y Manuel.
Tradujo diversas obras del francés al castellano, entre ellas algunas del poeta francés Paul Claudel, como el Víacrucis y La Anunciación, mismas que le hicieron merecedor de la condecoración con el máximo honor que otorga el gobierno francés, Las Palmas Académicas, con el grado de oficial de Instrucción Pública.
Su gran amor a México y el deseo de ver transformada su patria en una auténtica democracia como estilo de vida lo llevó a participar en la fundación del Partido Acción Nacional, junto con Manuel Gómez Morín, Toribio Esquivel Obregón, Miguel Bernal Jiménez, Rafael Preciado Hernández, Ezequiel A. Chávez, Aquiles Elorduy, Manuel Herrera y Lasso, Roberto Cossío y Cossío, entre otros.
Como prueba fiel de su convicción política de transformar la nación por la vía pacífica de los partidos políticos, don Efraín no solo fue cofundador del PAN a nivel nacional, sino que también fue el fundador del partido en Jalisco, siendo su presidente durante los primeros 10 años de su existencia.
Consciente de su aportación a la cultura política de nuestro estado, no escatimó esfuerzos por difundir permanentemente los valores de una auténtica democracia, unas ocasiones -las más- como dirigente, otras -las menos- como candidato a diputado.
En 1952 don Efraín González Luna aceptó la candidatura a la presidencia de la República, siendo así el primer candidato del partido a dicho cargo, ocasión que aprovechó admirablemente para exponer por todo México su pensamiento humanista.
La obra de don Efraín constituye un legado para todo México, para hombres y mujeres preocupados por el destino de la Nación, expuesta por él mismo en su Humanismo Político, así como en la compilación de muchos de sus textos, conferencias y discursos hecha por el historiador tapatío lic. Pedro Vázquez Cisneros.
Si el escribir con pulcritud y certeza acerca de la realidad política, económica y social le dio prestigio y seriedad, la elegancia y profundidad en su oratoria le ganó el respeto, la admiración y el seguimiento de cientos de mexicanos y jaliscienses que le escuchaban sedientos de aprender de su sabiduría.
Su actividad política no fue obstáculo para destacar profesionalmente como jurista y asesor de empresas, de instituciones de crédito en materia administrativa y financiera. Su gran capacidad analítica y su profesionalismo jurídico le ganó la petición de dos gobernadores de su tiempo, el general Marcelino García Barragán y el lic. J. Jesús González Gallo, para que les asesorara en la elaboración de diversos proyectos de ley.
Asimismo, la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara contó durante cerca de 40 años con la orientación de don Efraín González Luna como asesor jurídico del Consejo Directivo.
Murió en Guadalajara el 10 de septiembre de 1964.
El señor Javier Mardueño Soltero realizó esta semblanza valiéndose de fuentes documentales consultadas en los archivos del municipio de Autlán. Agradecemos su generosidad para publicarla en este espacio.
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