sábado, 20 de marzo de 2021

El mural La ansiedad de ser una misma


 En Autlán no son pocos los espacios públicos que cuentan con un mural de buena calidad que los enriquece: además del muy comentado La Mexicanidad, pintado por José Atanasio Monroy en el vestíbulo del Centro Escolar Chapultepec, tenemos Un regalo para mi Autlán, de Nork, en la fachada de Los Garañones; el Mural de los toreros ilustres del español López Canito en la Unidad Administrativa Municipal; Narciso Vivo, del profesor Raúl Lizaola en la primaria Narciso Mendoza; además del conmemorativo del festival Nocheztli 2017, hechura de Magaly Hernández, y el colectivo Desde mi tierra, ambos en la Casa de la Cultura, entre otros. Y eso por no hablar de los murales que se encuentran en casas y otros espacios privados, que tampoco son escasos.

El 8 de marzo pasado fue inaugurado en el muro exterior de la finca que se encuentra al lado de la Presidencia Municipal la pintura mural La ansiedad de ser una misma, de María del Carmen Andrade. A diferencia de los mencionados arriba, este mural no está pintado directamente en el muro sino sobre bastidores de madera, en tres piezas móviles, que en conjunto miden dos metros de altura por 4.5 de longitud, en la técnica de relieve policromado.

Otra diferencia con los murales anteriores es la intención: la autora pretende “concientizar y expresar a través de la pintura que la violencia no es algo normal que las mujeres deban llevar a cuestas”.

En las mismas palabras de la autora, La ansiedad de ser una misma muestra lo siguiente:

“… se encuentran tres personajes de distintas edades. Todas ellas son mujeres.

En la parte izquierda encontramos a la mujer de edad madura, quien ya se despoja de sus miedos, golpes y humillaciones representados por las ataduras que poco a poco se han ido desprendiendo de sus manos y de la piel de su rostro…”

En la parte media del mural vemos que “una mujer de edad mediana nos muestra sus brazos, más largos de lo normal, con el propósito de proteger y salvaguardar la integridad de la pequeña. Entre sus manos –en forma de balanza- existe la pugna de dos aves que tratan de equilibrar la dualidad de su existencia…”

“En el lado derecho encontramos a la niña, símbolo del futuro. Ella necesita la luz, por eso está iluminada, pero no deja de sentir la angustia del acoso. Sus pequeñas manos suplican no ser lastimada de manera perversa…”

El mural es de muy buena manufactura, los detalles más difíciles de lograr, como las manos y las facciones, están resueltos de manera muy convincente. Los personajes proyectan las emociones que la autora menciona en su descripción, pero debemos mencionar especialmente los ojos, de los que podemos percibir incluso el brillo.

En cuanto al lugar en que está instalado el mural, hay ventajas e inconvenientes: entre las primeras está la accesibilidad que le da el estar en una de las calles más transitadas de Autlán, poniendo su mensaje a la vista de miles de personas cada día. Además, en cierto momento de las tardes de esta temporada, cuando el sol casi está ocultándose en el horizonte, se produce un efecto interesante de luces y sombras en los rostros que lo vuelve más impactante.

Sin embargo, el sitio también ofrece desventajas. El mural está expuesto, sin protección hasta ahora, a la acción de los elementos, que terminarán menoscabando la calidad del color y de los materiales. Ese preciso lugar, además, es favorito para estacionar toda clase de vehículos oficiales a lo largo del día, cuando no hasta unidades médicas móviles, lo que obstruye constantemente la vista de la obra.

En cuanto a la ubicación del mural, la autora nos dijo que la idea es que sea movible. La regidora Veiruth Gama, una de las promotoras de la convocatoria cerrada de la que se obtuvo el mural, nos informó que se valorará su permanencia en este sitio, aunque por lo pronto se piensa en colocarle protección contra las lluvias y un sistema de iluminación.



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