El 16 de mayo de 1917 nació Juan
Rulfo. Y todavía a 105 años de distancia sigue encendida la disputa entre
Apulco y Sayula sobre el lugar exacto de su llegada a este mundo: los
documentos (fuente más sólida para cualquier historiador) dicen claramente que
nació en la capital de la provincia de Ávalos, pero la tradición oral (fuente
acaso no tan sólida pero con más capacidad de replicarse), reforzada con
declaraciones del autor de El Llano en llamas, afirma con toda seguridad
que nació en una de las habitaciones de la casa grande de la hacienda de
Apulco, propiedad de su abuelo, don Carlos Vizcaíno.
Pero, disputas históricas aparte,
estos dos pueblos y el de San Gabriel celebran cada año el aniversario del
nacimiento de Rulfo, con distintos recursos pero con el mismo ánimo de no
olvidar su relación con este autor, cumbre de las letras hispánicas.
El sábado 14 de mayo estuvimos en
Apulco. Para esa mañana, a las 10:00, estaba anunciada la inauguración del
programa del 4° Festival Cultural Apulco Cuna de Juan Rulfo, que organiza el
Comité de Cultura y Turismo de ese lugar. Unos diez minutos antes de esa hora
llegamos al jardín principal del pueblo una comitiva autlense compuesta por los
académicos del Centro Universitario de la Costa Sur Jesús Medina y Verónica
Guerrero, el productor de Radio Universidad Autlán, Silvestre Díaz, y el
cronista de Autlán, Guillermo Tovar. El ambiente en ese momento era
profundamente rulfiano: las calles del interior del pueblo ostentaban un
silencio y una quietud casi perfectas, con un calorcillo que a esa hora ya
comenzaba a anunciar lo que ofrecería un par de horas después. Las viejas paredes
de adobe, los portales y las banquetas empedradas parecían estar pobladas de
murmullos… era eso o que los lectores de Rulfo a veces ya vamos programados
para encontrar esos elementos en los lugares en los que sabemos que estuvo el
escritor.
El caso es que hasta varios
minutos después de esa hora un vecino del pueblo nos indicó que no era en el
jardín sino en el Monasterio de Nuestra Señora de la Paz donde encontraríamos a
los organizadores y las respuestas que buscábamos. Y sí, ahí estaban ya las
organizadoras junto con los hermanos adoradores perpetuos del Santísimo Sacramento
dando los últimos detalles a la ceremonia de inauguración. Al paso de los
minutos fueron llegando algunos de los protagonistas de la jornada: el
presidente municipal de Tuxcacuesco, Ramón Reynaga Araiza; la maestra de
ceremonias, Veiruth Gama Soria; la artista en formación Brenda Guadalupe Vargas
Ramírez… todos nos fuimos reuniendo en el atrio de la basílica menor de Apulco,
esperando algo que no sabíamos bien qué era.
Ya sobre las 11:00 horas llegó al
atrio, caminando, el cineasta Juan Carlos Pérez Rulfo Aparicio, hijo de Juan
Rulfo. Un taxi de San Gabriel lo había dejado a la entrada de Apulco, no pudo
encontrar otro medio de transporte público que lo llevara. Y era él a quien esperábamos:
luego de los saludos y fotografías de rigor se nos invitó a pasar a la entrada
principal del monasterio, para comenzar las actividades del día.
El primer momento del programa del
día fue el corte del listón en el zaguán del monasterio. Este listón, que simboliza
la inauguración de las actividades, fue cortado por Juan Carlos Rulfo y el
presidente de Tuxcacuesco. Hecho esto, pasamos al extremo sur del patio del monasterio,
donde se realizó una ceremonia de develación de una placa conmemorativa del
nacimiento (en Apulco) de Juan Rulfo. La placa fue develada en ese sitio,
montada provisionalmente sobre un caballete porque posteriormente se colocará
en su sitio definitivo. La placa ostenta la siguiente inscripción:
ANTIGUA HACIENDA DE APULCO,
DE LA FAMILIA DE JUAN
RULFO,
RECONOCIDO ESCRITOR
DE “PEDRO PÁRAMO Y EL
LLANO EN LLAMAS”.
“Efectivamente,
nosotros nacimos en Apulco”
(Rulfo, 1977)
APULCO, JALISCO 14 DE MAYO DE 2022
Fueron Juan Carlos Rulfo y el
presidente de Tuxcacuesco quienes retiraron el velo a la placa, ante la mirada de
las integrantes del Comité de Cultura y Turismo de Apulco, una regidora del
Ayuntamiento de Tonaya, el ingeniero José Guadalupe López Sotomayor, cronista
de Apulco, y la comitiva autlense que mencioné antes, además de familiares de
Juan Rulfo procedentes de Tonaya y San Gabriel.
Juan Carlos Rulfo dio un mensaje
al terminar la develación, en el que dejó ver la importancia de Apulco en la
vida de su padre pero también la necesidad de que se emprendan acciones que
permitan su desarrollo; afirmó que hay mucho trabajo por hacer en la región
pero es necesario que la figura de Rulfo será como un ejemplo de pertenencia
para todos sus habitantes. “Apulco está profundamente metido en el corazón, tan
profundamente que cuesta trabajo llegar”, dijo.
Del asoleado patio central
pasamos a la sala capitular del monasterio, donde Juan Carlos, el presidente municipal
y el delegado de Apulco, Paulino Acevedo, firmaron un acta oficial de la develación
de la placa, junto con el Comité de Cultura y Turismo. Luego de esta ceremonia
se ofreció un refrigerio en los pasillos del monasterio a los asistentes, mientras
que Juan Carlos Rulfo y los monjes adoradores pasaban a una de las salas, que
fue previamente acondicionada por ellos con objetos de uso común de Juan Rulfo
prestados por la familia de Tonaya. En ese sitio le entregaron a Juan Carlos un
regalo, consistente en un cuadro en punto de cruz con el retrato del autor de
Pedro Páramo con la leyenda Apulco Cuna de Juan Rulfo. El cineasta se
comprometió a traer fotografías originales de Juan Rulfo, con la intención de
crear una galería en Apulco, y mencionó algunas ideas para lograr que el pueblo
tenga mayor presencia de Rulfo.
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Un regalo para Juan Carlos Rulfo. |
Según el programa, a este emotivo
momento seguiría un recorrido guiado por las instalaciones del monasterio. Pero,
a solicitud de Juan Carlos Rulfo y previo permiso del hermano Bruno Martínez, regresamos
todos a la sala capitular para celebrar una reunión de trabajo, sin planeación
o algo parecido, para establecer acciones efectivas para el desarrollo material
y social de Apulco y sus alrededores. Juan Carlos planteó la necesidad de que los
habitantes de Apulco y la región generen desarrollo a partir de su patrimonio
cultural, que incluye a Rulfo y su obra pero no se limita a eso. Orgullo por la
tierra, homenaje a los habitantes de Apulco, rescate de la memoria y la gestión
de un fideicomiso fueron algunas de las ideas vertidas por el cineasta,
complementadas por las de los demás participantes y que se madurarán en
próximas sesiones en las que también participará el hijo de Juan Rulfo.
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En una de las etapas del recorrido. La sala con objetos utilizados por Rulfo. |
Después de casi una hora de
reunión se realizó el recorrido programado, bajo la guía de Raquel Enciso, del
Comité de Apulco: inició con la exhibición de un video promocional de Apulco en
una de las salas del monasterio, producido por Aline Alexandra Barragán. De ahí
pasamos a los distintos espacios del monasterio, donde escuchamos la
explicación de su historia y su relación con la familia Rulfo, así como del proceso
de restauración de la finca, que anteriormente fue el casco de la hacienda de
Apulco, respetando en lo posible su estilo y los materiales originales.
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Brenda Vargas en la inauguración. |
Al terminar el recorrido pasamos
a la pizzería que regentan los monjes, para asistir a la inauguración de la
exposición Apulco en los colores del silencio, de la joven pintora en formación
Brenda Vargas, alumna de la licenciatura en Artes del Centro Universitario de
la Costa Sur. Se trata de doce pinturas entre las que hay acuarelas, acrílicos
y otras técnicas; cada una está basada en una fotografía distinta de Apulco, a
la que la autora agrega elementos que le sirven para expresar algo de la vida
del pueblo: el silencio, la quietud, la nostalgia… “aquí se respira ese
silencio”, dijo Brenda Vargas para explicar el título de su exposición, que
estuvo disponible tres días.
Luego de tomar un raspado de ciruela en la casa
frontera a la pizzería, cortesía del Comité de Cultura y Turismo de Apulco,
regresamos a Autlán con la esperanza de aportar en las acciones que se emprendan
para el desarrollo del llano rulfiano, pero evitando que pierda su esencia.
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Apulco en los colores del silencio. |