viernes, 25 de marzo de 2022

Tercera jornada del Festival de Poesía Antonio Alatorre 2022

Alejandro Paniagua y Andrea Reynoso.

 Aunque las actividades de la segunda edición del Festival de Poesía Antonio Alatorre ya habían iniciado desde el sábado 12 de marzo en Ciudad Guzmán, fue hasta el día 19 cuando comenzaron las actividades correspondientes a la sede de Autlán. Pasado el mediodía de ese sábado, en el salón de usos múltiples del Museo Regional se reunieron los organizadores del Festival y los ponentes invitados para comenzar con la parte final del programa.

Fue a las 12:35 horas y con la asistencia de unas 10 personas, en un salón que lucía adornado con gusto taurino, con fotos de Pepe Pelayo Leal y pinturas de Luis Javier Rubio (su monumental vista del valle de Autlán era la que servía de fondo a las ponencias), que inició la primera ponencia: Sor Juana Inés de la Cruz a través de los siglos, a cargo del escritor capitalino Alejandro Paniagua. El también autor de Tres cruces hizo una semblanza de la Décima Musa, a la que definió como un genio, con un coeficiente intelectual muy alto, y como una de los diez mejores escritores de la historia en todo el mundo.

En su semblanza, Paniagua resaltó aspectos como la universalidad de intereses de sor Juana, su inteligencia y su cultura, que la llevaron a producir una obra cercana al amor mundano, a la astronomía y a otros asuntos terrenales, alejada de los temas religiosos. Esto la llevó a sostener un conflicto constante y, por momentos, álgido con la Iglesia: sus controversias con el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, y con el arzobispo metropolitano Francisco de Aguiar y Seijas, que se manifestaron en agudos intercambios epistolares. El ponente también leyó algunos de los poemas de sor Juana, dejando en el aire la polémica de si ella habría tenido una relación lésbica con la virreina María Luisa Manrique.

Alejandro Paniagua, Andrea Reynoso y Jorge Souza.


La segunda ponencia del día fue El don del viento. Obra de Elías Nandino, a cargo del poeta Jorge Souza y de Alejandro Paniagua. Souza fue alumno del poeta coculense, a quien conoció hacia 1972 cuando éste regresó a Guadalajara y conformó un taller literario con jóvenes escritores. Recordó su carácter y su aspecto físico: limpio, pulcro, irónico pero sencillo, accesible y dado a crear espacios de jovialidad y amistad.

Gracias al taller de Nandino, según lo que nos recordó Jorge Souza, algunos de sus integrantes hicieron sus primeras publicaciones y entablaron relación con personajes de la cultura nacional como José Emilio Pacheco y Juan José Arreola. De entre estos jóvenes escritores, algunos salieron “comisionados” a poblaciones del interior del Estado a hacer lecturas o impartir talleres literarios. (En febrero de 1973, por ejemplo, vino Carlos Prospero a hablar sobre Ramón López Velarde a la prepa de Autlán).

El maestro Souza consideró que Elías Nandino está subvalorado, siendo uno de los mejores sonetistas de la historia reciente y un gran decimista; tiene muchos poemas que puede disfrutar cualquier lector, con temas como la sexualidad y la duda en la existencia de Dios. “Es una lástima que no lo estemos resucitando”, concluyó.

En su oportunidad, Alejandro Paniagua dijo que Nandino es un icono de la diversidad y el degenere sexual. Comentó algunos textos de Nandino que describen su posicionamiento en este tema, como el prefacio a uno de sus poemarios tardíos, en el que afirma que no le importa cómo lo juzguen y que ha vivido como le apeteció, y sus textos autobiográficos que describen a detalle aspectos de su homosexualidad. Pero también se habló en esta plática de otros temas, como el conflicto entre Nandino y algunos de los integrantes del movimiento de los Contemporáneos, especialmente con Salvador Novo.

Para terminar, Jorge Souza leyó algunos poemas de Elías Nandino: Naufragio de la duda y un fragmento de Si hubieras sido tú.

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