miércoles, 24 de abril de 2019

Recordaron a Atanasio Monroy en la cuarta sesión de Conversaciones sobre Autlán



La tarde de este miércoles 24 de abril en el patio central del Museo y Centro Regional de las Artes se llevó a cabo la cuarta sesión del ciclo Conversaciones sobre Autlán, organizadas por el cronista municipal. La sesión reunió a 18 personas y comenzó a las 19:05 horas.
Esta vez la conversación estuvo dedicada a recordar al pintor autlense Atanasio Monroy, de quien el viernes pasado fue el 110 aniversario de nacimiento, y estuvo a cargo del también pintor Gabriel Lima Velásquez, quien conoció en persona a Monroy en su juventud y es autor del libro Nació para pintar, mismo título que llevó su exposición de hoy.
Basado en este libro, del que leyó pasajes enteros, don Gabriel comenzó hablando sobre la personalidad de Monroy, más bien retraída, que lo mantuvo alejado de la fama. Aseguró que la obra mural de Atanasio Monroy está entre las mejores de México, poniéndola incluso por encima de la de los tres grandes del muralismo mexicano, por lo menos desde el punto de vista anatómico y estético. Analizó enseguida la obra de Monroy dividiéndola en cinco épocas, de las que consideró la mejor la que va de los 30 a los 45 años de edad del pintor, que corresponde a cuando pintó el mural La Mexicanidad y el que se encuentra en el CUCEI, en Guadalajara.
Don Gabriel refirió también sus primeros contactos con la obra de Atanasio Monroy, que se remontan a su infancia: en la biblioteca familiar existía un libro titulado Niños pintores mexicanos, en el que se publicaron imágenes de pinturas hechas por alumnos de la Academia de San Carlos de la Ciudad de México, incluyendo a Atanasio Monroy. Poco después, en 1943, tendría la oportunidad de ver el original de su Crucifixión que se expuso en la tienda La Oriental durante los festejos por el 400 aniversario del establecimiento de los franciscanos en Autlán y que actualmente está en el curato de la parroquia del Divino Salvador.
Don Gabriel intentó que Monroy le enseñara dibujo, aunque lo más que logró fue que el pintor le permitiera visitarlo cuando quisiera en su taller, donde le dio algunos consejos y opiniones sobre las obras maestras de la pintura (don Atanasio despreciaba el arte moderno porque consideraba que era una forma de disfrazar la falta de talento). Fue él quien convenció a don Atanasio de regresar a Autlán luego de sufrir la embolia que le paralizaría el brazo derecho, llegando a vivir en el pueblo en la casa que ocupaba la Escuela de Artes, en la esquina de las calles de Guadalupe Victoria y Santos Degollado, que fue demolida hace tres años para construir ahí un estacionamiento. Atanasio Monroy, dijo, siempre se sintió autlense porque, a pesar de haber nacido en Ejutla, vivió aquí desde su primera infancia.
Al término de la exposición algunos de los asistentes le hicieron preguntas a don Gabriel Lima, en el sentido de cuáles eran los compositores favoritos de don Atanasio y quiénes habían sido sus maestros, además de Jesusita Pelayo en Autlán y Alfredo Ramos Martínez en San Carlos. Don Gabriel dijo que Monroy siempre prefirió la música clásica, que escuchaba en la radio, y que tuvo entre sus maestros a Leandro Izaguirre.
Al final de la sesión el cronista de Autlán, Guillermo Tovar, leyó un texto sobre Atanasio Monroy incluido en el libro Biografía de pintores jaliscienses 1882-1940, de Ixca Farías, donde se le describe como retratista y se señala la influencia de Saturnino Herrán en su obra.

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