domingo, 20 de abril de 2014

A Talpa por la sierra de Cacoma


Aunque Autlán es un pueblo mayoritariamente católico, las celebraciones religiosas no son precisamente las más importantes del calendario. No hay unas fiestas patronales o fechas significativas relacionadas con la religión que puedan rivalizar, en cuanto a convocatoria e interés, con el Carnaval.
Sin embargo, estas fiestas religiosas tampoco pasan desapercibidas. Para cada una existen formas de festejar muy específicas y que año con año se repiten, lo que las mantiene vigentes y con cabal salud. Por ejemplo, una de las tradiciones autlenses en torno a la Semana Santa es la de organizar viajes a Talpa en diferentes medios de transporte, utilizando el antiguo camino que atraviesa la sierra de Cacoma.
Estos viajes se realizan en grupos, que pueden hacerlo a pie, a caballo, en motocicleta o en cualquier vehículo adecuado para la sierra.
Quienes hacen el viaje a pie parten, por lo general, en la madrugada del miércoles de la Semana Santa, desde el templo de San José en el barrio de Los Arquitos. Antes, en los primeros días de la semana (y aún antes), prepararon alimentos y bebidas para tres días, mismos que cargan en una camioneta que los antecede en el viaje y los espera en los puntos que previamente establecieron como lugares de descanso. Estos suelen ser Neverías, Las Iglesias, El Cilacayote y La Cumbre, para de ahí bajar por fin a Talpa.
El viaje termina generalmente el sábado por la mañana, cuando llegan a la basílica de Talpa a oír misa después de tres días cabales de camino. Cuando uno habla con los peregrinos que hacen este viaje se da cuenta de que entre sus motivaciones está la devoción hacia la imagen de la virgen de Talpa pero también, y no en menor medida, la fascinación que les causa la belleza de los paisajes serranos, que presumen en fotografías cuando regresan a Autlán, y la amistad que se refuerza con la convivencia fraterna al hacerle frente a las incomodidades del camino.
Tal vez por no ser una “tradición en riesgo de desaparecer” o que haya que “rescatar”, pocas personas fuera de los grupos de peregrinos le dan mucha importancia a esta costumbre, que forma una parte importante de nuestra cultura religiosa.

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