viernes, 20 de septiembre de 2013

Antonio Alatorre y Autlán



Hace más de siete años se puso en funcionamiento la entonces nueva biblioteca del CUCSur, a la que se le impuso el técnico nombre de Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación. Esta tarde ese espacio fue reinaugurado en un acto simbólico en el que además se le puso el nombre del intelectual autlense Antonio Alatorre.
A las 17:10 hrs. comenzó el acto protocolario de la reinauguración, con el corte de un listón en la entrada de la biblioteca y la develación de una placa conmemorativa. Este acto se completó con un recorrido por las distintas áreas de la biblioteca, donde se explicaron los servicios que se prestan en cada una de ellas. El recorrido incluyó la descripción de los objetos personales de don Antonio que se encuentran en exhibición permanente en una vitrina dentro de la biblioteca: su legendaria máquina de escribir Olivetti, en la que escribió la mayor parte de su obra, ejemplares algunos de sus libros, reconocimeintos expedidos por El Colegio de México y la SEP, algunas medallas que le fueron impuestas por diferentes instituciones y un retrato acompañado de su biografía.


La segunda parte del acto de reinauguración consistió en un coloquio titulado Antonio Alatorre y Autlán, en el que participaron las doctoras Margit Frenk, quien fuera esposa de don Antonio, Silvia Alatorre, su hija, y Martha Lilia Tenorio, su alumna. Como moderador se desempeñó el maestro Alfredo Ortega, rector del CUCSur.
Después de un video con la semblanza de Antonio Alatorre, el rector hizo una breve introducción en la que presentó a las tres invitadas y explicó el objetivo del coloquio: conocer la personalidad de don Antonio y tener claro por qué debemos sentir orgullo por él.
Enseguida, lo que nos llevó a la mayoría a estar en el CUCSur la tarde de hoy: cada una de las invitadas, en una intervención de no más de quince minutos nos hizo conocer, mediante anécdotas y recuerdos, la personalidad y manera de conducirse de uno de los intelectuales mexicanos más reconocidos del siglo XX. Supimos de la trascendencia de su obra cuando la doctora Frenk nos platicó que el filólogo español Francisco Rico confesó en su discurso al recibir el premio Alfonso Reyes de El Colegio de México la influencia de la Nueva Revista de Filología Hispánica, fundada por Alatorre, en la vida cultural de la España de mediados de siglo; conocimos su desparpajo y humor cuando la doctora Silvia Alatorre nos platicó la forma en que convivió con su padre, quien despreciaba toda forma de protocolo y formalidad y se la pasaba "pitorreándose de todo" (incluyendo, de manera destacada, los títulos académicos); y escuchamos de la doctora Tenorio la erudición de Alatorre y la generosidad con que la ponía a disposición de sus alumnos, además de su sarcástica majadería, características todas que nos permitieron calibrar la grandeza del filólogo más importante de México.
El coloquio y la imposición del nombre de Antonio Alatorre a la biblioteca son un justo homenaje a uno de los más brillantes hijos de Autlán. Ojalá que esto sirva para revalorar y difundir su obra entre los autlenses.

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