sábado, 4 de febrero de 2023

Comenzó en el Palacio del Arte el ciclo de conferencias Desde la intimidad de la fiesta de toros

Pedro Rosas (izq.) y Arturo Vaca.

 La tarde de este viernes 3 de febrero en el recinto cultural Palacio del Arte comenzó el ciclo de conferencias Desde la intimidad de la fiesta de toros, con un diálogo entre el cronista taurino Arturo Vaca y el director de la Escuela Taurina Municipal de Autlán, Pedro Rosas Quezada, el Autlán. Esta primera actividad comenzó a las 18:25 horas, con la asistencia de unas 15 personas.

El maestro Pedro Rosas, quien emigró de Autlán en 1954 (“al año siguiente del incendio del mercado”) a la ciudad de México buscando iniciar una carrera como torero, compartió en esta plática algunos recuerdos de sus primeros meses en la capital, historias de cuando anduvo corriendo la legua y opiniones sobre la tauromaquia en aquellos tiempos y en la actualidad.

Don Pedro narró cómo, poco después de llegar a la ciudad de México a casa de una hermana suya, ésta lo llevó a la terminal de la línea Tres Estrellas de Oro para regresarlo a Autlán, vía Guadalajara. Como el transporte público que la llevaba de regreso a su casa salía antes que el autobús foráneo, ella dejó al joven Pedro en la terminal, lo que éste aprovechó para no tomar el camión y mejor dedicarse a vagar por las avenidas de la ciudad, mientras encontraba la forma de aprender a torear. Así estuvo varios meses, durmiendo en la Alameda y, después, afuera de los cabarets, donde no le faltaba algo de comer.

Por fin, debutó de luces en Real del Monte, Hidalgo, en 1958 y toreó en pueblos de seis Estados de la República, siempre como “chonero”, es decir, semiprofesional. De esta etapa de su vida, que duró varios años y muchos festejos, contó las vicisitudes y anécdotas que le ocurrieron: cornadas serias en Zacatlán de las Manzanas, Puebla, y en Papantla, Veracruz, tientas en algunas ganaderías de casta, tretas para no pagar el hotel en algún pueblo, las eternas penurias económicas, el frío del Altiplano que había que soportar sin más abrigo que su propio capote y mañas para echarse al público pueblerino a la bolsa, que consistían en hacer desplantes frente al toro y hacer gala de una calculada valentía. “Voy a morir contento recordando esos años”, afirmó don Pedro.

De esos tiempos le quedaron grandes amistades con otros aspirantes a toreros, que al paso de los años se han cristalizado en una buena conexión con la Escuela Taurina de Aguascalientes, que ha servido para que estudiantes de Autlán tengan oportunidades de aprender y foguearse en la ciudad de la Feria de San Marcos.

Su afición ha sido, dijo, de tiempo completo. Soñó siempre con torear en la plaza México o alguna otra de categoría, vestido de luces y frente a un público entusiasta. A propósito de esto, contó la anécdota de cuando, ya desesperado por no tener una oportunidad de torear en una plaza de este tipo, intentó saltar como espontáneo en una corrida que se celebraba en el Toreo de Cuatro Caminos, intento que se frustró debido a que el boletero descubrió los implementos de torear que llevaba ocultos entre la ropa.

Don Pedro Rosas también habló de algunos matadores de su época de chonero a los que conoció personalmente, como Luis Procuna, y de toreros de la actualidad, como Andrés Roca Rey y Leo Valadez, a los que ha visto desarrollarse desde sus inicios. Habló, por último, de dos cualidades que considera fundamentales en un torero: la templanza, que permite quedarse quiero frente al toro y manejarlo con la muleta, y, sobre todo, la humildad, que es indispensable para que las cosas salgan bien.

En la sala fueron exhibidas algunas fotografías de Pedro Rosas toreando en su época de chonero, que son un verdadero tesoro documental de la tauromaquia autlense.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por publicar en su blog esta interesante charla con el Maestro Pedro Rosas. mi aprecio agradecimiento y reconocimiento a su labor.

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