lunes, 19 de diciembre de 2016

Nacimiento viviente Rojo Grana

Entrada principal a Los Placeres del Arte.


En la esquina de las calles de Mariano Abasolo y Placeres, al norte del barrio de Las Montañas, hay una antigua casa que desde hace mucho se encuentra en estado ruinoso. Sin embargo, desde hace un par de años el pintor Luis Javier Rubio se dio a la tarea de rescatar el terreno y los pocos vestigios de la casa, en los que ha hecho diversas intervenciones que le han dado vida y la han vuelto atractiva para quienes pasan por ahí: le agregó un barandal hecho de varilla corrugada, un portal en la que fuera entrada principal de la casa, hecho con troncos y ramas de plantas locales, tiene a la vista frutas como calabazas hechas de barro pero que parecen reales... todo esto hecho por Luis Javier con sus propias manos.
Pues en este espacio, denominado Los Placeres del Arte, en clara alusión al nombre de su calle, se llevó a cabo anoche una posada con los elementos tradicionales, incluyendo un nacimiento viviente. Esta actividad, organizada en conjunto con la Casa de las Artes, reunió a alrededor de cien personas, la mayoría vecinos de las cuadras circundantes, y comenzó pocos minutos después de las 19:00 hrs.

Los peregrinos.
Pero en realidad todo había comenzado desde mucho antes: una pareja de jóvenes, representando a María y José, aunque ataviados con ropa mexicana (ropa de manta y sarape, más los accesorios como sombrero de soyate, un chiquihuite, trastos de barro, etc.) recorrieron las calles de Autlán desde el mediodía. Ellos hicieron el recorrido final, desde la calle de Altamirano, para llegar a la sede de la posada alrededor de las 19:15. Ahí se instalaron en el portalito que mencioné arriba, "tomaron" sus alimentos (frijoles de la olla y tortillas, que calentaron en una pequeña fogata) y, poco después, nació el niño. El portalito representaba, pues, la cueva donde nació Jesús.

Calentando los frijoles.
Al ocurrir el nacimiento (el tercer actor en escena fue un bebé casi recién nacido, al que acostaron en un pesebre relleno de hojas de maíz) se entonó el Ave María, por parte de una de las organizadoras.

Cantando el Ave María.
Enseguida, el coro Hilos de Plata de la Casa de Día del DIF municipal, cantó un villancico ya en desuso en Autlán pero que fue común en las navidades de algunas décadas atrás, conocido como "De largas jornadas". La adaptación, sin embargo, fue bastante desafortunada: no se cantó con el tono y el ritmo originales, sino con los del famoso villancico "Entren santos peregrinos", cuya última estrofa le fue agregada al final, modificando así su forma original.

El coro.
Para la última parte de la representación, los actores se trasladaron a un tejabán con techo de palapa, dispuesto al fondo del terreno, donde presenciaron una danza "indígena", de las acostumbradas en las festividades guadalupanas.

Danzantes.

Por último, se rompió una durísima piñata de barro, hecha también por el pintor Luis Javier, se repartieron bolos (con trozos de caña, mandarinas, cacahuates y dulces, como se hacían antes), té limón, café y galletas de animalito y hubo una convivencia de barrio, como ya poco se ve en Autlán.

Quebrando la piñata.

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