jueves, 24 de marzo de 2016

Voces sepultadas en los archivos 1: Antonio Aguilar o las vicisitudes de un soldado virreinal



Tan lejos de agravio quanto el era mi amigo.

El Archivo Municipal de Autlán guarda documentos con más de 200 años de antigüedad, llenos de datos sobre nuestra historia y sobre la vida de nuestros antepasados. Entre las curiosidades que se pueden encontrar en él hay desde actas de cabildo hasta expedientes de auditorías, listados de contribuyentes cumplidos, informes...
Vamos a comenzar esta nueva sección en CulturAutlán con la historia de Antonio Aguilar, oficial de caballería vecino de Los Colomos (en las inmediaciones de la actual Escuela Preparatoria Regional de Autlán), que perdió la mano derecha al aplacar una riña, cumpliendo con su deber. En agosto de 1820 eleva una petición a su superior para rogarle que se le haga justicia, ya que se encuentra inutilizado para trabajar y sostener a su familia (a la que considera inútil por estar conformada solo por mujeres); en este documento, que está resguardado en el archivo, se pueden sentir la desesperación y angustia del solicitante.
Por la fecha y las circunstancias que se relatan en este oficio podemos hacer algunas especulaciones: es posible que a don Antonio no le hayan hecho justicia en ese momento (y quizás nunca se la hicieron), puesto que el gobierno virreinal estaba ya muy cerca de llegar a su fin (casi diez meses después de la fecha de la carta se juraría la independencia en Autlán). Para colmo, en su oficio invocaba los buenos servicios que había prestado a la Corona, lo que de muy poco pudo haberle servido al comenzar la administración independiente. El estilo del oficio, un tanto zalamero, me hizo recordar también al de muchas cartas de petición que se elevan en nuestros días a alguna autoridad...
Pero el proceso de don Antonio Aguilar no iniciaba con este oficio: ya su agresor, un tal Guillermo Camarena, que además fue su amigo, ya se había defendido de los requerimientos financieros de su víctima declarándose insolvente ante el juzgado real. Aguilar responde a esto que, en caso de insolvencia de su contraparte, se le obligue entonces a trabajar para que se haga cargo de sostenerlo a él y a su inútil familia.
Desafortunadamente el expediente de este caso no se conserva completo en el archivo. Sin embargo, conocerlo por lo menos parcialmente nos puede ayudar a conocer la forma de vida de los autlenses de hace dos siglos.
A continuación comparto la transcripción del oficio. Utilicé la grafía actual para facilitar su lectura, pero respeté la sintaxis y algunas expresiones que pueden parecer extrañas..

"Señor Comandante don Domingo Fernández

El cabo segundo de la primer compañía de caballería Antonio Aguilar, vecino de este pueblo de Autlán en los ranchos de los Colomos, con el más profundo respeto, a mi venerado jefe y señor, parezco ante usted diciendo: que visto por el soldado de mi misma compañía Guillermo Camarena quien sin otro motivo que el de su parecer, ni otro agravio que el de un corazón cobarde y sangriento y ingrato como se ve, me ha tumbado de sorpresa una mano de una cuchillada, sin anteceder cosa alguna. Es el caso que estando yo platicando con don Josecito Martínez y el Güero Rafael García, aconteció un pleito (ignoro quiénes fueron) y como quiera, que yo estoy encargado por el señor Vallano, y también de usted, de apartar o apresar a los que se peleen, que yo me halle presente; hallándome sin arma, me valí de quitarle a un amigo, aun de por fuerza, y fui a desapartar a este tipo. Oí una voz, que diciéndome una palabra obscena me maltrataba, y di vuelta y luego vi venir el golpe, tan inmediato que no me dio campo a resistir el golpe en la cuchilla, por lo que me alcanzó la mano y me la tumbó con todo y cuchilla. Tan lejos de agravio cuanto él era mi amigo; siendo testigos de lo sucedido don Josecito Martínez, el Güero Rafael García y Esteban López, quienes declarando bajo la religión del juramento digan la verdad, por tanto:
A usted suplico rendidamente se sirva de hacerme justicia, a fin de ver el gran perjuicio que dicho Guillermo Camarena ha seguido a esta mi pobre familia; familia inútil de siete mujeres, a causa de hacerme irregular para trabajar mi oficio de picar losas, por haberme cortado mi mano derecha. Según la ley manda, que el agresor que cortase la mano derecha algo y más siendo casado con familia, pagada que sea la sostención y cura, se obligue a sostenerla con su familia, pero en este caso usted hará lo que halle por justo, tomando las providencias que halle oportunas, que así lo espero de su bondad y justificación. Yo, señor, sé que el citado Camarena, lo ha presentado a este real juzgado don Sixto Gómez e igualmente se llama a insolvente, lo cual es incierto, porque tiene tres caballos algo razonables, como se lo haré ver, y en caso que llegara verdadera su insolvencia, está bueno y sano, por lo que vuelvo a suplicarle se mantenga preso como es debido, hasta que haya un amo que lo acomode a servir para que me pague de contado dicho amo, todos mis atrasos, perjuicios y cura, pues él está potente y a mí me ha dejado incapaz de hacer diligencia alguna para socorrer a mi pobre familia e inútil por ser mujeres, causa por que me hallo acongojado sobre manera, que en ocasiones me dan ganas de arrancar, si soy, por un soldado de un mal servicio, que no se ha mojado los cascos su caballo en el río de Zacapala para ir a una partida, lo que yo, a pesar de ser un pobre oficial, he servido aquí y en repetidas partidas, díganlo todos los oficiales de mi compañía si he servido en estas novedades a nuestro soberano, causa por que el finado señor comandante don José Vallano me comisionó el encargo de que desbaratara pelotones y también usted, siempre que presente me hallara, y causa porque me hallé en la presente baldado en un total, por lo que obrando con misericordia conmigo, teniendo la bondad de que se me socorra para curarme, porque de lo contrario puede que por falta de remedio me cause la muerte.
También suplico se sirva de admitirme éste en papel simple, y sin derechos, pues me hallo insolvente, como es constante. Juro en lo necesario.
Autlán, agosto 2 de 1820
Y por no saber firmar, firmó a mi ruego el que suscribe.
José María Contreras.
Rúbrica."

La fecha y la firma de José María Contreras, a nombre de Antonio Aguilar, se pueden ver en la foto que ilustra este texto.

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