domingo, 17 de enero de 2016

Cambios en el Carnaval de Autlán


Publicado originalmente en Letra Fría.

Aunque en la conciencia de los autlenses está muy claro que el Carnaval no es solamente la más importante de las fiestas del pueblo sino también una de sus más acendradas tradiciones, lo cierto es que esta actividad ha tenido tantos cambios a través de la historia que la edición del año 2016 sería irreconocible para un autlense de hace cincuenta años.
Estos cambios han sido tan lentos y graduales que generaron en su momento una resistencia mínima, si no es que nula. Fueron, sin embargo, tan trascendentes que se convirtieron en elementos indispensables para el desarrollo de la fiesta, cuya eliminación o modificación provocaría (ha provocado), una enérgica reacción negativa entre la población.
El más notorio de estos elementos es el callejón del vicio, llamado del gusto o de la alegría por quienes gustan de la ñoñería verbal. Comenzó a finales de los años 80´s con un solo puesto en la calle de Mariano de la Bárcena como una iniciativa particular que pretendía hacer un buen negocio ofreciendo una innovación: la venta de bebidas preparadas en cantaritos de barro, basada en algo similar que se vendía en las Fiestas de Octubre de Guadalajara. El concepto “pegó” tan bien que fue imitado por otros comerciantes y creció tanto que el Ayuntamiento se vio obligado a regularlo. En la administración 2004-2006 las autoridades intentaron solucionar los inconvenientes que provoca en la circulación vehicular y en la vida cotidiana de los vecinos de su actual ubicación, sobre la calle de Obregón, obligando a que los puestos que conforman el callejón se instalaran dentro del salón Mutualista, lo que desató la ira del pueblo y la consiguiente contraorden. Actualmente reúne a miles de personas cada día y constituye una de las pocas actividades donde la gente puede divertirse sin necesidad de pagar (todavía a nadie se le ha ocurrido cobrar por entrar al callejón).
Otros elementos, en cambio, fueron importantes hace algunas décadas y hoy ya no queda ni rastro de ellos. Un ejemplo es la existencia de gremios como los Petardos, el de la CROC o el de las Tabacaleras, entre muchos otros, así como la “base social” de los sobrevivientes Pollos y Choferes. El gremio Pollos, fundado en 1921, estaba conformado por los jóvenes del pueblo y el de los Choferes, que nació en 1929, tuvo como génesis el sitio de taxis Francisco I. Madero y cobijó después a los trabajadores de talleres mecánicos, choferes de camiones de carga y pasajeros y otros oficios relacionados con los automóviles. Entre los dos gremios llegó a haber una competencia fuerte (llevada a veces al encono), no solo por llevar a su candidata a ser coronada reina del Carnaval, sino por organizar con mayor lucimiento e ingenio las actividades de “su día”: el viernes para los Pollos y el sábado para los Choferes.
Como un “subproducto” de la implantación del actual sistema de elección de la reina, mediante el acopio de dinero, los gremios se convirtieron en meras franquicias que son otorgadas a quien quiera “trabajarlos” para conseguir recursos para una buena causa, diluyéndose la antigua rivalidad o transformándose a veces en una franca enemistad. Así, llegamos al extremo de ver a los taxistas apoyando a la candidata de los Pollos en el desfile de anuncio del Carnaval 2016, algo impensable hace no muchos años, y a las guerras de calumnias e insultos expresados en las redes sociales entre los simpatizantes de una u otra candidata.
De manera que, como todas las actividades humanas, el Carnaval ha estado y está sujeto a cambios constantes. No habría por qué resistirnos a los que vengan en el futuro.

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