En la presentación participaron
Andrea Estephanía Reynoso Gutiérrez, coordinadora del libro, Carlos Axel Flores
Valdovinos, Ricardo Sigala Gómez y Guillermo Tovar Vázquez, tres de los
coautores. Luego de que Carlos Axel Flores Valdovinos, quien además es coordinador
del Observatorio Filosófico, diera un mensaje de bienvenida, comenzó una ronda
de comentarios en el siguiente orden:
Andrea Reynoso dio una
descripción general del libro, al que llama un viaje a pie por los territorios
de Jalisco y un acercamiento a los espacios y ambientes en que se desarrollaron
los escritores Juan José Arreola, Guillermo Jiménez, Ramón Rubín, Antonio
Alatorre, Juan Rulfo y José Luis Martínez, buscando mostrar la cultura de
Jalisco, más allá del mariachi y el tequila. Sobre el texto que ella escribió
para el libro, dijo que es un recorrido por el Autlán de la infancia de Antonio
Alatorre, basado en un recorrido presencial que se realizó en 2022, con motivo
del centenario de este personaje, y en el que se reconocieron lugares como la
Escuela Superior para Niños de María Mares, la casa de la familia Alatorre
Chávez y el barrio de Las Montañas. Afirmó que esta publicación es la primera
parte del mosaico y que falta mucho trabajo para mostrar los entornos de otros escritores.
Carlos Axel Flores definió a este
trabajo como un libro artesanal que integra vasos comunicantes entre escritores
de generaciones importantes para la literatura de Jalisco. Él escribió sobre
Zapotlán como lugar literario, definido por Guillermo Jiménez y por Juan José Arreola
en sus novelas Zapotlán y La feria, respectivamente. Para concluir,
invitó a plantear a Zapotlán como un texto y a reconocer los vínculos entre la
obra de Jiménez y de Arreola: “no se puede leer Zapotlán sin La feria
ni La feria sin Zapotlán”.
Ricardo Sigala habló sobre el
valor de que estos trabajos se hagan desde las regiones alejadas del centro
político y cultural, lo que permite que éste no monopolice la producción
cultural. Al hacer esta publicación, afirmó, no se trató de hacer un texto
académico sino un producto al alcance de cualquier lector interesado: “no es un
libro libresco sino un libro mundano”, que tiene mucho de anécdota, de
crónica y de adentrarse en la vida de los escritores. Su texto, sobre Juan José
Arreola, relata cómo en situaciones inesperadas salta la figura de Arrola, aún
en lugares lejanos a Ciudad Guzmán. Juan José Arreola, dijo, no pertenece a un
casillero de una biblioteca, sino a una cultura viva.
Guillermo Tovar recordó someramente
la vida de Ramón Rubín, a la que calificó de novelesca, y explicó los motivos
que tuvo para avecindarse en Autlán a sus 60 años de edad, buscando dedicarse a
una actividad que le fuera estimulante. Sobre su texto, dijo que se compone de una
semblanza de Rubín y de su vida en Autlán, con las relaciones sociales que
entabló aquí y cómo en este lugar se dedicó a la escritura, tomando como tema
la cotidianidad autlense y las historias que le contaban sus habitantes. Sobre cómo
aparece Autlán en su obra se habla en la última parte de su texto, enfatizando
que en este lugar escribió buena parte de ella, en los más de 20 años que
estuvo aquí. Tovar asegura que Ramón Rubín es importante para la cultura de
Autlán porque es el autor que más espacio y profundidad ha dedicado a escribir
sobre este lugar, cuya cotidianidad dejó registrada en su obra, en una época de
cambios sociales y materiales.
Por último, Carlos Axel Flores describió
brevemente los textos de los otros dos autores del libro, Kenia Cornejo y Pedro
Valderrama, sobre los textos que Juan Rulfo no escribió y sobre José Luis
Martínez y su relación con el pueblo de Atoyac.
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