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En la exposición de Agustín Godoy. |
El primer momento de la jornada
fue la conferencia Movilidad en Autlán en la segunda mitad del siglo XX,
de Agustín Godoy Pelayo, quien expuso su trabajo a distancia, mediante la
plataforma Zoom. Esta conferencia muestra los cambios en la vida de Autlán que
se observaron al promediar el siglo XX y en las décadas siguientes de manera
acelerada, luego de décadas y siglos de un desarrollo lento y con cambios que
se realizaban de manera muy gradual. La exposición comenzó con una fotografía
de la ceremonia de inauguración del primer semáforo que hubo en Autlán y con la
lectura de la nota periodística de noviembre de 1988 que informa de la primera
sesión académica celebrada por la BSGEEJ en Autlán, el día 25. Esto, para
mostrar dos de los avances en distintos ámbitos que se alcanzaron en la ciudad
en ese periodo, que el ponente considera un parteaguas en la vida de Autlán.
A lo largo de su presentación, Agustín
Godoy comentó los principales cambios que se vieron en Autlán, por décadas, comentando
la forma de vida antes de estos cambios y algunos elementos que aún se
conservan, especialmente en la arquitectura patrimonial. El Autlán de mediados
del siglo XX era una ciudad pequeña, de unos 28 mil habitantes, con una vida
tranquila y que transcurría lento, al interior de cada cuadra existían verdaderas
huertas de árboles frutales y las actividades de las personas se desarrollaban
mayormente dentro de su propio barrio. Para estos comentarios, el expositor se
basó en una fotografía aérea de noviembre de 1959 que muestra completa la
mancha urbana de Autlán, cuyo perímetro era más o menos la mitad de la actual. A
lo largo de su exposición conocimos momentos históricos que representaron, cada
uno de ellos, un cambio importante en la vida de los autlenses: la apertura del
Hospital de Las Montañas en 1950, la elección de reina del Carnaval a partir de
1952, la constitución de la Compañía Minera Autlán en 1953, la apertura de la
presa de Tacotán y la instalación del distrito de riego del valle, la llegada
del teléfono y la televisión, la integración de la preparatoria a la
Universidad de Guadalajara, la Escuela de Agricultura y el Centro Universitario
de la Costa Sur, entre otros momentos que hicieron que Autlán tuviera un cambio
radical en medio siglo.
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Durante el homenaje a Everardo Jiménez. De izq. a der.: Jesús Medina, Leticia Márquez, Virginia Jiménez y Antonio Díaz. |
El segundo momento de la jornada
fue un homenaje al pintor autlense Everardo Jiménez Rodríguez, fallecido en
marzo de 2019. Este homenaje fue presidido por Leticia Márquez, alumna de
Everardo; Virginia Jiménez, su hermana; José Antonio Díaz Landeros, coordinador
del Capítulo Juvenil Costa Sur de la BSGEEJ, y Jesús Donaciano Medina García,
del Capítulo Costa Sur. Fue este último quien abrió la sesión, con un mensaje
en el que explicó que el homenaje se basa en la intención de rescatar la obra
de Everardo Jiménez y en la búsqueda de la paz.
Enseguida, Antonio Díaz leyó una
biografía de Everardo Jiménez en la que, junto a los datos de su vida, expuso
su experiencia personal como amigo del pintor, recordando cómo lo conoció
cuando comenzó, siendo niño, a tomar clases de dibujo con Everardo, un maestro cuya
personalidad imponía pero que animaba a aprender y a desarrollar la
creatividad. Sobre su taller La Chirimoya, Antonio dijo que era un refugio para
trabajar pero también para convivir y conversar, ahí lo visitaban sus alumnos y
sus amigos para compartir la palabra, la música y el arte. Recuerda a Everardo
como un fiel radioescucha de Radio Universidad y un aficionado a la música
clásica, artista que podía inspirarse en situaciones cotidianas, como la visita
a su taller de un insecto colorido o con un atardecer. Para concluir esta parte
del homenaje, los asistentes vimos un video con una entrevista que le
realizaron Antonio y Silvestre Díaz Landeros a don Gabriel Lima Velásquez,
quien fuera amigo de Everardo, donde recordó algunos momentos de su convivencia
y afirmó que lo admiraba por haber logrado vivir de la pintura, cosa que pocos
artistas alcanzan, así como por su originalidad.
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Issac Ramírez. |
Luego de escuchar al violonchelista
Issac Ramírez interpretar una pieza musical, la señora Leticia Márquez recordó
a Everardo como un maestro generoso y manifestó su esperanza por que su obra se
siga exhibiendo y no se olvide. La señora Virginia Jiménez agradeció a los organizadores
del homenaje y pidió a quienes lo conocieron que lo recuerden con cariño.
Fuera de programa, el también
pintor José Alfredo Jiménez, sobrino de Everardo, recordó los inicios de este
último en Autlán, cuando compartieron espacio en una exposición en el ya
cerrado Centro Cultural Autlán y llamó a sus alumnos a seguir su ejemplo de
trabajo.
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