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Danza de Quetzales. |
Dentro de las actividades
conmemorativas del aniversario 30 de la Red Universitaria y del consiguiente
nacimiento del Centro Universitario de la Costa Sur, la noche de este jueves 3
de octubre el ballet folclórico de la Universidad de Guadalajara ofreció una
presentación en el Aula Magna del Centro Cultural José Atanasio Monroy, que
lució un lleno casi total. La tercera llamada se dio hacia las 19:13 horas,
ante un público expectante que, contrario a lo que ha ocurrido en otros
espectáculos, ya prácticamente había llenado la sala antes del inicio de la
presentación. A pesar de la magnitud del grupo artístico que se presentaría, la
publicidad de esta presentación fue prácticamente nula: la gran mayoría de los
asistentes eran trabajadores y académicos del CUCSur, unos pocos estudiantes y
una buena cantidad de invitados especiales, entre quienes estaban algunos presidentes
municipales de la región.
El ballet, dirigido por Isaac
Alberto Mercado Morales, presentó un espectáculo con una producción de muy buen
nivel, con su propio equipo de iluminación de sala y de escenario que incluía
una programación especial para cada estampa y algo que no habíamos visto antes:
su propia tarima, integrada por 88 módulos que fueron montados sobre el
escenario del Aula Magna, tan lisa como si fuera de una sola pieza y sonora
como las famosas tarimas de los fandangos.
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Michoacán. |
La velada inició con la poblana Danza
de Quetzales, con mucho la estampa más vistosa y colorida de la presentación, merced
al tocado de los bailarines y los movimientos que ejecutan, que llenan por
completo el escenario. Sin prácticamente transición alguna, como no sea el
oscurecimiento del escenario, las estampas se fueron encadenando para completar
un poco más de una hora de espectáculo.
Las cuatro estampas siguientes
tuvieron música en vivo, con grupos musicales de diversa instrumentación, según
la identidad de cada región. Es de llamar la atención, en lo respectivo a la
música, la calidad de las voces y de la música toda, que podrían protagonizar
un espectáculo por ellas mismas. En el caso de Michoacán, que fue la segunda
estampa, la música estuvo a cargo de cinco violines, guitarrón y vihuela,
además de las siete voces femeninas y cinco masculinas que estuvieron también
presentes en las siguientes estampas. Comenzó la estampa con la interpretación
de algunas pirecuas y continuó, siempre con música en vivo, con danzas que
representan el trabajo en el campo y en la pesca.
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Veracruz. |
Para la estampa de Veracruz la música fue interpretada
con arpa, guitarrón y tres jaranas, que acompañaron a los bailarines con algunos
sones jarochos y canciones populares mexicanas, como Veracruz, de
Agustín Lara. Luego vendría Guerrero, con dos guitarras, guitarrón, vihuela y
cajón, para acompañar a los bailarines. El cierre sería con la estampa de
Jalisco, al son de un mariachi moderno integrado por tres trompetas, cinco
violines, guitarrón y vihuela, además de las voces, que se encargaron de tocar
sones del sur de Jalisco y canciones como Guadalajara. El cierre fue con
La culebra, dejando una segunda interpretación de Guadalajara
como rúbrica, para reunirse todos los artistas en el escenario a despedirse del
público.
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Jalisco. |
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