De izq. a der.: Myriam Luján, Jesús Cueva y Claudia Galván. |
El primer punto fue la lectura de
una semblanza de Jesús Cueva, escrita y leída por Andrea Reynoso, en la que se
destacan sus temas de investigación, tan diversos como la historia del
periodismo y la vida de las ballenas. La lectura de la semblanza comenzó con un
poema del mismo Jesús Cueva, quien tiene publicada una recopilación de este
género titulada Del mar a la montaña.
Enseguida, el homenajeado tomaría
el micrófono para dar una extensa plática sobre cómo fue que se quedó a vivir
en Tijuana luego de haber estudiado en la UNAM y ser ayudante del historiador
tecolotlense Gabriel Agraz García de Alba: había acudido a la ciudad fronteriza
a entrevistar a una persona sobre un tema que estaba investigando, se quedó sin
dinero y, casualmente, encontró en la calle a Jesús Vázquez Gómez, quien había
sido su vecino en Autlán durante su infancia. Él y sus hermanos le ofrecieron
alojamiento y lo ayudaron a buscar trabajo, lo que sería una estancia de
algunas semanas se convirtió en una residencia de por vida.
Jesús Cueva también mencionó
algunos de sus trabajos, como la dirección del suplemento cultural del
periódico El Mexicano y la fundación de una editorial donde fueron publicados
varios libros, de los que llevó una muestra a la ceremonia. Recordó también sus
épocas de estudiante de prepa en Autlán y a algunos de sus maestros, como
Gabriel Lima y Nabor de Niz, ambos presentes en la ceremonia, María Cisneros,
las hermanas Serrano, el doctor Wynter, Jesús Velázquez y otros, a los que
considera sus motivadores e inspiradores del amor a la tierra y a la
investigación. Dijo que compartía este reconocimiento con ellos y su familia.
Hubo más recuerdos en su
intervención, aunque menos gratos. Habló de su detención en el Campo Militar
Número 1, junto con el también autlense Gregorio Rivera Morán, cuya madre ayudó
a liberarlos exigiendo nada menos que al general García Barragán su libertad,
refiriéndole cuando “tragaba” en su casa en su juventud. El maestro Jesús Cueva
entregó un lote de libros publicados en su editorial y de su autoría al
municipio, para que sean puestos a disposición del público en una biblioteca.
El maestro Cueva escribió el prólogo de mi primer libro. Felicidades.
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