A lo largo de cuatro horas, escritores y cronistas de El Grullo y Autlán, aunque también de otros lugares, presentaron novedades de su obra en un ambiente muy propicio: estaba a nuestra disposición la benigna sombra de los árboles y palmeras del jardín, el ambiente de alegría de un domingo otoñal y la exhibición y venta de libros y de la obra de artistas plásticos, además de la música que salía de un reproductor de discos de vinilo que un espontáneo llevó para amenizar el momento: circularon por nuestros oídos las notas sincopadas del jazz, ritmos tropicales, rock y otros géneros. Para el calor semi costeño, que no respeta la llegada del otoño, había manera de conseguir cerveza de raíz o tejuino, bebidas grullenses por excelencia, sin alejarse demasiado del rejuego literario.
El programa comenzó con la presentación del libro Misa de Alba, de Engel Islas, una recopilación de 15 cuentos ilustrados por Marisol de la Torre y prologados por Ángeles Rodríguez Castillo. Según explicó el autor, originario de Yahualica pero avecindado en Guadalajara, sus cuentos ocurren en un pueblo imaginario y recogen elementos de la tradición oral que comparten muchos pueblos jaliscienses.
A esta presentación siguieron un
par de intervenciones de Néstor Santos, el coordinador de la sección literaria
de la Intervención. En la primera leyó un texto sobre los antecedentes, nacimiento
y organización del primer Collage cultural de El Grullo, en el año 1998, una
reacción de la juventud grullense ante la falta de espacios para la expresión
artística contracultural; en la segunda se transformó en Tithor Cuentacuentero
para narrar tres cuentos sobre comida.
Solo se puede jugar. |
A lo largo de la mañana se
presentaron también los libros Solo se puede jugar, de Néstor Daniel
Santos Figueroa e ilustrado por Michel Enrique Pérez Robles, una historia para
niños de 1 a 98 años que muestra el punto de vista de lo que debería ser una
jornada cotidiana desde el punto de vista infantil; Amarme, aceptar y soltar,
de Julio César Ramos, sobre la superación de heridas y malos momentos en la
vida de una persona, y Lectura quimérica, de María Roxana Flores Corona,
catorce cuentos de terror cuya autora dijo esperar que dejen una marca en el
lector, ya sea que le gusten, le perturben o le asusten.
Aparte de las presentaciones de
libros, hubo quien se apuntó para leer textos que no han sido publicados. Del Club
de Lectura Trashumante, de Autlán, Guillermo Tovar leyó El último viaje de
Marcos de Monroy y Miriam Vaca La herencia de Ana de Contreras, dos
textos que resultaron del taller de lectura del libro El brujo de Autlán,
de Antonio Alatorre, realizado entre mayo y junio de 2023. La joven autlense
Joceline Ileana Flores Vargas leyó su cuento Vacío, que trajo recuerdos
de los noviazgos en los que los padres no aceptan al futuro yerno.
Una parte de la jornada se dedicó
a leer crónica. Tres participantes del Club de Lectura con Sabor Autlense, que
se desarrolló en la Casa Universitaria Antonio Alatorre, del Centro
Universitario de la Costa Sur, leyeron crónicas que escribieron sobre el tema general
de “Lo que más me gusta de vivir en Autlán y El Grullo”. Estos textos son los
primeros que estos cronistas escriben y fue la primera vez que los dieron a
conocer a un público: Claudia Liliana Vargas Casillas leyó Lo que más me
gusta de vivir en Autlán, un recuerdo de la vida en este lugar en la década
de 1980, mencionando personas, costumbres y ambientes que ya no existen; Martha
Patricia Pérez Robles compartió Te vas a hacer globera, una historia de
su adaptación a la vida en El Grullo a partir de su matrimonio con un grullense
(la autora es de Autlán) y una celebración de las diferencias entre los dos pueblos,
y Rubén Figueroa Zepeda recordó las calles y paisajes de los años 1960 en El
Grullo a través de pasajes de la vida de su abuelo y su trabajo como productor
de alfalfa en su texto El nino Félix y la alfalfa. Tres nuevas y ágiles plumas
que debutan en el apasionante oficio de la crónica.
El punto final de este programa
literario lo puso el poeta autlense Luis Rangel García, quien leyó sus textos Alas
de caña y grana, Llama y Un andar cualquiera, que forman parte de su
primer poemario, ya en vías de ser publicado. Luis también estuvo en el jardín desde
temprano para dar un taller de poesía.
En el jardín, a lo largo de toda
la jornada, estuvieron exponiendo las librerías Mundo del Niño y Carlos Fuentes
Autlán, también hubo una mesa para exhibir y vender libros de autores locales:
ahí vimos las obras presentadas esa mañana pero también de Salvador y de Jesús Negrete
Naranjo y de otros autores. Jóvenes artistas plásticos, entre ellos los de los
colectivos La Caverna y Oxiuss, estuvieron exponiendo, creando y vendiendo su
obra, en forma de cuadros, separadores de libros o calcomanías, no faltó un
puesto en el que se ofrecían en intercambio discos de vinilo, plantas, revistas
y otros artículos.
Afuera de la antigua presidencia
se instalaron unos toldos en los que pintores, dibujantes y modelistas
realizaron una exposición de su obra, de gran diversidad. Ahí vimos a los
autlenses ACE y Armida Maldonado, a Alexis Landín, una intervención sobre una
guitarra de Nora Pérez, entre otros.
Cabe mencionar que, el concepto Intervención Multidisciplinar en las Artes (IMA), fue promovido, gestionado y ejecutado por la Mtra. Nora Margarita Pérez Corona, docente de la Licenciatura en Artes del CUCSUR.
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