miércoles, 23 de noviembre de 2022

Regresó el desfile del 20 de noviembre a Autlán

Secundaria Autlán.

 Después de un par de años de no poder hacerlo, los autlenses salieron a la calle el domingo 20 de noviembre para presenciar el desfile conmemorativo del inicio de la Revolución Mexicana. La asistencia, a ojo de buen cubero, fue superior a la de los años anteriores a la pandemia: en las cuadras más cercanas a la Presidencia Municipal se podían ver grupos de personas semejantes a los que normalmente se reúnen para el desfile del 16 de septiembre, que en Autlán normalmente es más concurrido.

El desfile comenzó puntual, aunque con ligeros cambios a la ruta acostumbrada. Partió a las 9:00 horas de la Plaza Cívica, para tomar las calles de Independencia Nacional, Miguel Hidalgo, Venustiano Carranza, General Anaya, Guadalupe Victoria e Ignacio Allende, para terminar antes del cruce de esta calle con la de Guillermo Prieto. A las 9:10 horas la vanguardia del desfile pasaba por la Catedral, el total de los contingentes tardó un par de horas en desfilar por el mismo sitio.




Fue personal del 102 Batallón de Infantería, con sede en El Corcovado, el que abrió el desfile, con su banda de guerra y su escolta, además de un par de contingentes deportivos: unos que hacían demostraciones de artes marciales y otro con algunos ejercicios de basquetbol.

Enseguida desfilaron alumnos del Centro de Educación Especial Salvador M. Lima, algunos sobre un remolque, caracterizados como personajes de la Revolución, otros iban detrás, caminando o en sillas de ruedas. A ellos los seguían tres integrantes de la Escuela Municipal de Deporte Adaptado, en sillas de ruedas.



La Banda de Guerra Municipal abría la parte del desfile más numerosa, correspondiente a secundarias y preparatorias. Integrada por unos 40 músicos, la mayoría tambores, la banda fue organizada apenas este año, con alumnos de secundaria, y ya tuvo participación constante en las Fiestas Patrias.

Banda de Guerra Municipal.


A partir de entonces, los grupos de secundarias, unos más lucidos e ingeniosos que otros, pero todos muy nutridos y animados y con esta extraña mezcla entre deportes y los estereotipos de la Revolución: la telesecundaria Salvador Esquer Apodaca presentó algunas evoluciones con aros; la secundaria Efraín González Luna también recurrió a las evoluciones de tipo deportivo, pero con una intención más visual: tres niñas con vestidos verde, blanco y rojo y un añadido de tela del mismo color de unos tres metros de largo hicieron algunos juegos con este añadido, que resultó bastante vistoso, mientras que otros grupos de la misma escuela hacían algunas evoluciones con tiras de tela azul marino y dorado, los oficiales de ese plantel. No faltaron en este contingente las tablas rítmicas con versiones electrónicas de canciones populares mexicanas y las pirámides humanas.

Secundaria Autlán.

Instituto Autlense.


El Instituto Autlense salió un poco de lo acostumbrado: sí presentó una tabla rítmica y un carro alegórico, pero estuvieron dedicados a la industria ferrocarrilera. Los bailarines iban caracterizados como obreros del riel y el carro alegórico representaba a la Máquina 501, la que corrió por Sonora…

La secundaria Manuel López Cotilla llevó tablas rítmicas con samba y algunas evoluciones realizadas por alumnos que caminaban sobre zancos, además de las pirámides y los ejercicios deportivos con balón. Su archirrival, la Escuela Secundaria Técnica 7 (ETA), no se distinguió mucho del resto, con pirámides y tablas rítmicas.

Secundaria Manuel López Cotilla.


La secundaria Autlán llevó contingentes de alumnos vestidos, unos, como gente de la clase alta porfiriana, otros como el peladaje. Algunos de estos últimos iban cantando canciones revolucionarias, otros bailaban las consabidas tablas rítmicas.

La secundaria Jaime Llamas abrió con un carro alegórico que llevaba unas tardías catrinas y otros representantes de la muerte. Además de los que casi todos presentaron, esta escuela llevaba un grupo de alumnos bastante grande tocando la flauta dulce, logrando un interesante sonido. Lo dirigía el profesor de música Jorge Mojica.

Uno de los murales vivientes.


La última secundaria fue la Jesús Velázquez, con pirámides, tablas rítmicas y ejercicios de futbol. A ella le siguieron el contingente de la Universidad del Valle la Grana, que precedía a los murales vivientes de la Universidad Pedagógica Nacional: este grupo, que a primera vista parecía solo un grupo de personas vestida a la usanza revolucionaria, se detenía cada cierto tiempo para conformar alguna escena de los murales de Diego Rivera que ensalzan los logros de los gobiernos revolucionarios, en especial los relativos a la educación, que aparecen en portadas de libros de texto.

El cierre del desfile correspondió a la preparatoria privada Centro de Estudios Tecnológicos en Informática e Idiomas (CETI) y a un grupo de charros a caballo, que no llevaban un estandarte que los identificara.

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