miércoles, 26 de octubre de 2022

Del kiosco a la biblioteca: Cornelio García en la Semana Cultural Universitaria


 La tarde del martes 25 de octubre fue la primera vez que muchos autlenses y habitantes de otros municipios de la región vimos a don Cornelio García Ramírez en un escenario tan formal. También fue la primera vez que lo vimos, digamos, del otro lado de la conversación, siendo él el (hipotético) entrevistado y no el entrevistador. Estuvo en la sala de ex rectores de la biblioteca Antonio Alatorre, con un potente aire acondicionado en lugar de la tranquila brisa de un pueblo de la Costa y con la más bien feúcha galería de retratos de rectores del CUCSur a falta de los avisos o carteles de una cantina escondida en el centro de Tijuana.

Eso sí, la concurrencia fue muy heterogénea: había universitarios, pero también muchos externos, jóvenes y viejos; vecinos de Autlán, pero también de los municipios arribeños: paisanos de don Cornelio procedentes de Tenamaxtlán, Tecolotlán y de los barrios tapatíos en los que el ilustre visitante se mueve. Con ellos, don Cornelio sostuvo un encuentro de alrededor de una hora y media, en el que compartió sus experiencias, aprendizajes y opiniones producto de una vida larga e intensa.

Fue justamente a las 17:35 horas cuando comenzó la plática. Al parecer, hubo la intención de que fuera algo muy formal, con un entrevistador que llevaba unas preguntas preparadas y que tendría la tarea de leer una semblanza del invitado antes de comenzar la entrevista. Pero esto se fue, afortunadamente, al traste con la personalidad de don Cornelio, que fue haciendo el guion conforme fluía la conversación.

De su propia voz conocimos el amplio horizonte de experiencias que lo han ido forjando: su llegada a los Estados Unidos como estudiante a los 11 años de edad, en 1955, donde convivió con pachucos, gringos y mexicanos en el exilio; su persistencia para ingresar a la Escuela de Artes Plásticas de la UNAM; su paso por Chile, donde alternó con Víctor Jara y los hermanos Parra, en los días previos al golpe de Estado; cómo dio clases de guitarra en Zambia y fue músico callejero en París. En su vejez, don Cornelio no se la pasa suspirando por esos lugares, sino que valora la cultura de su lugar de origen y trabaja para difundirla y ayudar a que otros la conozcan: ahí están su trabajo en el programa de televisión De kiosco en kiosco y el de radio En el rincón de una cabina.

Don Cornelio habló también del arte, al que considera alimento del alma, al que es tan necesario enseñar y promover como a los oficios prácticos; sobre las diferencias entre el arte (contemplativo) y la artesanía (que produce objetos utilitarios), sin demeritar a ninguna de las dos actividades; del Guernica de Picasso y del bolero ranchero, del arte abstracto y del cine de animación… y, por supuesto, del mariachi, una de sus actividades artísticas, junto con el grabado. No faltaron comentarios sobre Fernando Sandoval, un autlense ex alumno suyo que ahora tiene un taller de grabado en Oaxaca, hoy muy celebrado.

Toda la plática estuvo salpicada de anécdotas, chistes y hasta chismes, expresadas con los giros del lenguaje propios de nuestra región, aprendidos por don Cornelio desde su infancia en Tenamaxtlán y San Buenaventura.

Para terminar la reunión el antropólogo chileno Claudio Palma, invitado por don Cornelio, dio una breve definición de cultura: “es todo, la diversidad de acciones humanas… no es solo saber sino también vivir”. Es decir, tuvimos la definición teórica y la demostración de cultura, todo en el mismo paquete.

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