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Fragmento del mural La Mexicanidad. Don Adalberto Casillas es el joven de uniforme militar. Foto tomada de José Atanasio Monroy Rodríguez. Catálogo de su obra. |
Entre la obra mural de don
Atanasio Monroy, quizás el fragmento más entrañable para los autlenses es la
última sección de La Mexicanidad, la obra que este pintor realizó en el
vestíbulo del Centro Escolar Chapultepec. En esa sección, que es la que se
encuentra inmediatamente a mano derecha entrando al vestíbulo, el artista
plasmó los avances en la educación alcanzados en los regímenes revolucionarios,
usando como modelos a personajes relevantes del Autlán de la época en que pintó
el mural (fue terminado en 1945) y a alumnos del Centro Escolar que por esos
días acudían a clases y se acercaban, curiosos, a ver trabajar al pintor.
La aparición en la obra de estos
modelos es, precisamente, lo que vuelve a este fragmento tan relevante para
quienes vivimos en Autlán. La semana pasada tuve la oportunidad de conversar
con uno de estos modelos, don Adalberto Casillas, quien aparece en el mural con
un uniforme de conscripto, flanqueado por don Jaime Llamas y una joven
profesora a quien él identifica como la señora que hacía el aseo en la escuela
por aquellos tiempos.
Don Adalberto recuerda que fue de
los alumnos fundadores del Centro Escolar, a donde llegó desde su fundación,
procedente de la escuela de la profesora María Mares, en la calle de Borbón,
cuando ya cursaba el sexto grado. Del mural recuerda muy bien el discurso y,
sobre todo, a los personajes autlenses que aparecen el final, junto a él: el
profesor Domingo Pérez, don Jaime Llamas, la profesora María Mares y su hermana
Refugio, así como a algunos de sus compañeros alumnos, como Magdalena
Velázquez.
El pintor Atanasio Monroy
seleccionó a algunos de los estudiantes del Centro Escolar para que fueran sus
modelos para esta sección del mural, entre ellos Adalberto Casillas. Él recuerda
que un día fue llamado para que posara para don Atanasio y, una vez que llegó
al vestíbulo de la escuela, el pintor le indicó que se parara a un lado de
donde él se encontraba pintando: “me dijo que me parara así, de tal modo… me
estaba viendo y estaba pintando… no quería que me moviera”. El niño Adalberto
no posó con uniforme militar, mucho menos con un arma, como aparece en el
mural, estos elementos los añadió don Atanasio después. De la sesión en que él
modeló solo tomó su rostro.
Adalberto Casillas salió de
Autlán tiempo después a prestar su servicio militar, en el Campo Militar Número
1 de la ciudad de México, donde permaneció un año. La vida lo llevó por veredas
que lo mantuvieron lejos de Autlán: luego de regresar del servicio militar
regresó a vivir a la capital, donde estuvo cinco años más, para pasar enseguida
a Tecomán, donde vivió otro lustro, trabajando como transportista de los
productos agrícolas de esa región.
Cuando volvió a Autlán trabajó
como chofer de la Compañía Minera Autlán y, después, de los autobuses foráneos
que hacían la ruta de Guadalajara a Manzanillo, época en la que conoció los
caminos de terracería que conectaban a la Costa con el centro del Estado, sus
leyendas y sus peligros. Entre las
anécdotas que recuerda de esta época está la de cuando le tocó llevar a La
Resolana al entonces candidato a presidente de la República Adolfo López Mateos,
quien se encontraba de gira por nuestra región. Tiempo después se trasladó, ya
casado, al norte del país, donde todavía vive.
Don Adalberto recuerda muy bien
muchos elementos ya perdidos del viejo Autlán: el antiguo mercado Juárez, donde
su padre tenía una carnicería que se llamaba No roben, la Alameda con su
barda perimetral y las señoriales puertas que tenía en las cuatro esquinas, los
paseos del Coajinque, los Carnavales y la plaza de madera y petates. Pero estos
recuerdos serán materia de otro texto…
Don Adalberto ya tiene un lugar en la historia
de Autlán, como uno de los modelos del mural más importante que hay en el
municipio. Y platicar con él ha sido todo un privilegio.