En la pequeña placita que se abre
entre la calle que lleva a lo alto de la sierra de Manantlán y la que lleva al
famoso pasamán, en Ahuacapán, existe un monumento dedicado al prócer José María
Morelos, de singulares características.
El monumento está colocado al
centro del jardín, dentro de una glorieta que hace juego con las cuatro
jardineras cuadradas que, junto con unas bancas metálicas, completan la
infraestructura del jardín. Tanto la glorieta como las jardineras lucen en muy
buen estado, están construidas con piedras unidas con argamasa, sin enjarre o
aplanado.
También de piedra es la columna
que sirve de pedestal al busto de Morelos para conformar el monumento. La columna
aparenta ser solamente un conjunto de piedras apiladas, incluso acusa una
posible inclinación hacia uno de los costados, aunque parece ser un efecto logrado
por decisión del arquitecto. Es decir, el conjunto es armónico, no parece haber
sido realizado con negligencia o falta de pericia sino con la intención de aparecer
rústico. La columna, que se adelgaza levemente a partir del centro de su
altura, debe medir un poco menos de dos metros.
Como un fenómeno de equilibrio, auxiliado
por una buena cantidad de cemento, sobre el remate de la columna reposa el
busto de José María Morelos, tallado en cantera. Está conformado por una base
cuadrada que presenta al frente la palabra MORELOS, sobre la representación de
un pergamino, y flanqueada en el costado izquierdo por la cabeza de un águila
en actitud de ataque. Encima de la base está la cabeza del líder insurgente,
con su proverbial gesto adusto y la mirada fija hacia el horizonte, viendo al poniente.
Está tocado con su infaltable paliacate, que enmarca los rasgos negroides de su
rostro, no tan suavizados como en los billetes de 50 pesos.
El busto, acaso con la misma
intención del acabado de la columna, parece haber sido logrado casi exclusivamente
a base de cinceladas gruesas, por lo que el resultado no fue lo detallado que esperaría
cualquier profesor de escultura. De hecho, algunas secciones muestran golpes
que hacen parecer al busto como una pieza sin terminar. Creemos, fundados en lo
que parece ser un pegote de cemento en el cuello, que podría ser la consecuencia
de alguna caída posterior a su colocación.
Con todo, el monumento y el jardín en su conjunto constituyen un espacio muy agradable, con arbolado en buenas condiciones y razonablemente limpio. El viento que baja de la sierra y la tranquilidad del pueblo deben ser buenos ingredientes para pasar una placentera tarde en este sitio.
Cómo una observación, tanto las jardineras como la parte central donde se ubica el busto no son de piedra, únicamente están revestidas con piedra laja colocada no hace muchos años, de hecho se trata de una fuente que fue convertida en jardinera, y ya posteriormente se colocó la piedra laja a la fuente en desuso, y ahí colocaron el busto, espero la información pueda enriquecer un poco la excelente reseña
ResponderEliminarMuchas gracias por su aclaración, eso explica la forma del pedestal. Saludos desde Autlán.
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